¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

lunes, 27 de febrero de 2012

Comprender la evolución humana

Hombre de Vitrubio. Leonardo da Vinci.
     Hace tiempo que muchas personas de alto nivel cultural e interesadas en conocer el proceso evolutivo de los seres humanos me comentan su gran dificultad para poder “seguir”  y aclararse sobre el mismo a través de los muchos libros publicados y artículos de revistas especializadas sobre el tema. Incluso al ver un reportaje o serie en televisión es difícil para muchos captar el orden de evolución de los humanos y sus nombres,  si no se está iniciado.  Es totalmente comprensible. Si uno se entretiene en revisar dichos trabajos publicados, la mayoría en los diez últimos años, se encuentra con un auténtico laberinto informativo lleno de enrevesados nombres de antiguos homínidos que, sí,  suenan algunos, pero no la mayoría. ¿Qué pasa? ¿Tanto ha cambiado el conocimiento sobre  evolución humana en los últimos tiempos? ¿Tan difícil es aclararse con los nuevos avances en la comprensión de las relaciones evolutivas de tantos y diferentes restos de “homínidos” encontrados recientemente? Es difícil el contestar que es sencillo seguir las continuas modificaciones  del cuadro filogenético de los humanos, ya que no lo es en absoluto, por lo que es necesario, desde luego, tomárselo con calma y estudiar bastante para llegar a tener una ligera idea de la situación actual. Y ese es otro problema: el encontrar la bibliografía y documentación  adecuada. No pretendo redactar aquí una clase sobre evolución humana, aunque sí el ofrecer  varios comentarios tranquilizadores a interesados con dificultades y una información visual muy válida y actualizada sobre la consideración más aceptada a día de hoy del  proceso evolutivo humano.

     En primer lugar hay que tener en cuenta que, y a pesar de los muchos y extraños nombres científicos de las especies  y de los yacimientos donde aparecen, sigue siendo muy escaso el número de restos fósiles de hombre. A esta dificultad se añade  la gran distancia geográfica, a escala continental generalmente, entre los lugares en los que aparecen sus restos,  que junto con las propiamente técnicas de datación, descripción y conservación, son razones que dificultan  la emisión de hipótesis sobre la relación de parentesco  entre ellos y su supuesto lugar asignado en  el orden establecido para su proceso evolutivo temporal. Estos resultados científicos  se establecen a partir de la observación de sus  medidas y  variaciones morfológicas esqueléticas, tanto craneales (especialmente) como  postcraneales. No es nada fácil el hacerlo. Por eso, nos queda como consuelo el pensar que incluso los investigadores en paleoantropología  son los primeros en ver las cosas de muy diferentes maneras entre ellos, modificando y alterando sus propias propuestas anteriores, a la luz de nuevos hallazgos y nuevas consideraciones respecto a sus primeros estudios. Pero así avanza la ciencia, reconociendo que es algo en continuo cambio sin menospreciar ni  atacar  a nadie  tachando de errores científicos los resultados anteriores, o de otros. Las cosas cambian porque se investiga y , como consecuencia, se modifican resultados.

Filogenia humana, según Tattersal, 1993.
          Muy conocida es la lista de humanos encadenados evolutivamente, con la idea de que uno procede inmediatamente del anterior, que muchos recordarán por haberla estudiado en su día, y que todavía hoy se puede ver en numerosos libros de texto de educación secundaria y bachillerato. Esta comienza con varias especies del género Australopithecus,  sigue con Homo habilis, Homo erectus, Homo neanderthalensis (con muchas variaciones de nombre en este caso), y termina, claro, en Homo sapiens. Sin embargo, en otros textos,  se dan una serie de datos descriptivos respecto a formas y estructuras craneales de homínidos, que unidos  a una gran cantidad de pormenores respecto a los vericuetos evolutivos de  nuestros ancestros resultan, a mi juicio, difíciles de comprender, además de excesivos y confusos para la mayoría de las mentes adolescentes (y para muchas adultas). A esto hay que añadir los cambios de nombre que algunos de los homínidos han tenido, al entrar en sinonimia durante el proceso investigador, con otros taxones (géneros o especies en especial) que ya estaban definidos, con lo que el lío montado es enorme para un profano o aficionado a la materia que quiera comparar y formarse por su cuenta con artículos especializados.


Filogenia humana, en evoluciona.org, de Eudald Carbonell.
     La Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA) publicó en el año 2009 una nueva Tabla Cronoestratigráfica del Cuaternario de la Península Ibérica, http://tierra.rediris.es/aequa/doc/Tabla%20AEQUA-v.2%202009.pdf,  realmente interesante (ver enlace), donde se recogen las novedades más significativas en los avances del estudio de los tiempos cuaternarios. Se incluye la datación del límite inferior, que pasa de 1,8 a 2,588 millones de años, recogiendo dentro del Cuaternario el antiguo piso plioceno llamado Gelasiense. También las variaciones paleoclimáticas a lo largo de esos millones de años según el estudio de la variación de isótopos del oxígeno; los indicadores bioestratigráficos en relación con los micro y macromamíferos; la evolución cultural humana según los restos líticos trabajados; y se establece también un cuadro filogenético de los humanos desde su posible origen y evolución,  supuesta en África, con sus migraciones a Asia y Europa hace más de 1 millón de años  por primera vez, y hace casi 50.000 años la segunda y final, en la que parece  iba en el mismo “tren” nuestro antepasado más remoto de la especie Homo sapiens. En las dos  gráficas evolutivas que ilustran este artículo  pueden verse  unos  sencillos pero significativos  esquemas        filogenéticos correspondientes a diferentes, aunque muy semejantes, propuestas de distintos autores sobre la evolución de los homínidos. Una, procedente de la página web evoluciona.org  de Eudald Carbonell, arqueólogo de Atapuerca,  con un buen nivel de detalle en dibujos craneales humanos y relaciones sugeridas entre especies, además de sus migraciones, estando remarcadas en un cuadro verde oscuro las relaciones y  procesos evolutivos de los taxones humanos registrados en Europa hacia los neandertales y en África, del Homo antecessor a Homo sapiens. La otra, la emitida por Tattersal, de 1993. Posiblemente la contemplación inicial de estos gráficos no aclare demasiado, de momento, las confusiones y líos mentales a las que hacía referencia al principio, pero puede ser un punto de partida fiable para interesados en el tema, pues la bibliografía al respecto es amplísima. Con la comprensión y estudio de cuadros filogenéticos como esos  es posible tener una visión general y de conjunto de todos los enlaces y procesos de evolución que la estirpe humana ha tenido desde su aparición en la Tierra hasta ahora. Veremos cuánto nos dura…


Recreación paleobiológica de Australopithecus afarensis




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