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Hombre de Vitrubio. Leonardo da Vinci. |
Hace tiempo que muchas personas de alto nivel cultural e interesadas en conocer el proceso evolutivo de
los seres humanos me comentan su gran dificultad para poder “seguir” y aclararse sobre el mismo a través de los
muchos libros publicados y artículos de revistas especializadas sobre el tema.
Incluso al ver un reportaje o serie en televisión es difícil para muchos captar
el orden de evolución de los humanos y sus nombres, si no se está iniciado. Es totalmente comprensible. Si uno se
entretiene en revisar dichos trabajos publicados, la mayoría en los diez
últimos años, se encuentra con un auténtico laberinto informativo lleno de enrevesados
nombres de antiguos homínidos que, sí, suenan algunos, pero no la mayoría. ¿Qué pasa?
¿Tanto ha cambiado el conocimiento sobre evolución humana en los últimos tiempos? ¿Tan
difícil es aclararse con los nuevos avances en la comprensión de las relaciones
evolutivas de tantos y diferentes restos de “homínidos” encontrados
recientemente? Es difícil el contestar que es sencillo seguir las continuas
modificaciones del cuadro filogenético
de los humanos, ya que no lo es en absoluto, por lo que es necesario, desde
luego, tomárselo con calma y estudiar bastante para llegar a tener una ligera
idea de la situación actual. Y ese es otro problema: el encontrar la bibliografía
y documentación adecuada. No pretendo
redactar aquí una clase sobre evolución humana, aunque sí el ofrecer varios comentarios tranquilizadores a
interesados con dificultades y una información visual muy válida y actualizada
sobre la consideración más aceptada a día de hoy del proceso evolutivo humano.

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Filogenia humana, según Tattersal, 1993. |
Muy conocida es la lista de humanos encadenados
evolutivamente, con la idea de que uno procede inmediatamente del anterior, que
muchos recordarán por haberla estudiado en su día, y que todavía hoy se puede
ver en numerosos libros de texto de educación secundaria y bachillerato. Esta comienza
con varias especies del género Australopithecus, sigue con Homo habilis, Homo erectus, Homo
neanderthalensis (con muchas variaciones de nombre en este caso), y termina, claro, en Homo sapiens. Sin embargo, en otros textos, se dan una serie de datos descriptivos
respecto a formas y estructuras craneales de homínidos, que unidos a una gran cantidad de pormenores respecto a
los vericuetos evolutivos de nuestros
ancestros resultan, a mi juicio, difíciles de comprender, además de excesivos y
confusos para la mayoría de las mentes adolescentes (y para muchas adultas). A
esto hay que añadir los cambios de nombre que algunos de los homínidos han
tenido, al entrar en sinonimia durante el proceso investigador, con otros
taxones (géneros o especies en especial) que ya estaban definidos, con lo que
el lío montado es enorme para un profano o aficionado a la materia que quiera
comparar y formarse por su cuenta con artículos especializados.
La Asociación Española para el Estudio del Cuaternario
(AEQUA) publicó en el año 2009 una nueva Tabla Cronoestratigráfica del Cuaternario
de la Península Ibérica, http://tierra.rediris.es/aequa/doc/Tabla%20AEQUA-v.2%202009.pdf, realmente interesante (ver enlace), donde se recogen las novedades
más significativas en los avances del estudio de los tiempos cuaternarios. Se
incluye la datación del límite inferior, que pasa de 1,8 a 2,588 millones de
años, recogiendo dentro del Cuaternario el antiguo piso plioceno llamado
Gelasiense. También las variaciones paleoclimáticas a lo largo de esos millones
de años según el estudio de la variación de isótopos del oxígeno; los indicadores
bioestratigráficos en relación con los micro y macromamíferos; la evolución
cultural humana según los restos líticos trabajados; y se establece también un cuadro
filogenético de los humanos desde su posible origen y evolución, supuesta en África, con sus migraciones a Asia
y Europa hace más de 1 millón de años por primera vez, y hace casi 50.000 años la
segunda y final, en la que parece iba en
el mismo “tren” nuestro antepasado más remoto de la especie Homo sapiens. En las dos gráficas evolutivas que ilustran este artículo pueden verse unos sencillos pero significativos esquemas
filogenéticos correspondientes a diferentes, aunque muy semejantes, propuestas de distintos autores sobre la evolución de los homínidos. Una, procedente de la
página web evoluciona.org de Eudald
Carbonell, arqueólogo de Atapuerca, con un buen nivel de detalle en
dibujos craneales humanos y relaciones sugeridas entre especies, además de sus migraciones, estando remarcadas en un cuadro verde oscuro las relaciones y procesos evolutivos de los taxones humanos registrados en Europa hacia los neandertales y en África, del Homo antecessor a Homo sapiens. La otra, la emitida por Tattersal, de 1993. Posiblemente la contemplación inicial de
estos gráficos no aclare demasiado, de momento, las confusiones y líos mentales
a las que hacía referencia al principio, pero puede ser un punto de partida
fiable para interesados en el tema, pues la bibliografía al respecto es
amplísima. Con la comprensión y estudio de cuadros filogenéticos como esos es posible tener una visión general y
de conjunto de todos los enlaces y procesos de evolución que la estirpe humana ha
tenido desde su aparición en la Tierra hasta ahora. Veremos cuánto nos dura…
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Recreación paleobiológica de Australopithecus afarensis |
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