¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

viernes, 18 de diciembre de 2015

El Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza.



Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Sede del Museo de Ciencias Naturales.
     Por fin tenemos en Zaragoza un museo relacionado con la naturaleza. Inaugurado a comienzos de este mes de diciembre, la vieja idea del “Museo de la Vida” del catedrático de paleontología de la Universidad de Zaragoza, Eladio Liñán,  ve por fin la luz. Y me alegro por ello y por él. Durante décadas se ha intentado, sin éxito, crear ese museo, consiguiendo que  durante muchos años se utilizara como embrión del mismo una pequeña  sala expositiva en el departamento de Ciencias de la Tierra.
     El proyecto museístico actual en el paraninfo universitario del arquitecto Magdalena, de principios del siglo XX, es todo un avance estructural respecto a lo que se tenía. La muestra de piezas elegida para ser expuesta está dividida en dos claros bloques temáticos. Uno se compone de una parte de la colección Longinos Navás donada en la década de los ochenta a la facultad por la Compañía de Jesús. La  muestra  expuesta de esa colección consiste  en  varios bellos ejemplares disecados de peces, anfibios, reptiles, aves, y mamíferos, además de insectos, plantas  y conchas de diferentes grupos de moluscos, que se completa con una pequeña representación de minerales y rocas.
Árbol filogenético humano del museo.
     Y el otro bloque museístico es  de contenido paleontológico. Ese es el que muchos anhelábamos ver ya dignamente expuesto, con piezas realmente museables. Está compuesto, sobre todo,  por abundantes fósiles recogidos hasta la fecha, fruto de campañas de excavaciones paleontológicas realizadas en tierras aragonesas, tanto por la universidad como por otras instituciones científicas. Son muchas  las piezas fósiles expuestas  de grupos de organismos paleozoicos  y mesozoicos (trilobites,  ammonites y otros), algunas de las cuales proceden de colecciones de miembros de la SAMPUZ (Sociedad de Amigos del Museo  Paleontológico de la Universidad de Zaragoza), que aparecen dispuestas, seguramente por su tamaño, en estantes de un cuidado diseño museográfico que acercan la muestra al visitante como si del  escaparate de una tienda de minerales se tratara, por lo que el público adquiere, sin duda, una visión más cotidiana y hogareña de importantes ejemplos del registro fósil aragonés de esas edades. Se incluyen además no pocas, variadas y perfectas piezas procedentes de yacimientos extranjeros, sobre todo del norte de África.

     También son muy espectaculares algunos  fósiles del museo correspondientes a mamíferos terciarios y cuaternarios,  que  son verdaderamente interesantes por sí mismos. Estos se exponen  en las vitrinas del laberíntico recorrido con escueta referencia  a su contexto geológico y estratigráfico, lo que daría una valiosa información científica a  los iniciados en paleontología. Pero sin duda esa forma expositiva, más completa y de detalle, queda relegada aquí  en favor de otra que centra el foco de atención en el propio fósil, lo que supone un atrayente reclamo para el gran público, más profano en la materia, y potencial visitante del museo. Y muy vistosa es también la instalación, al final del recorrido paleontológico,  del árbol filogenético humano, que a pesar de su complejidad y ser siempre provisional debido a los sucesivos y frecuentes cambios a los que la someten los investigadores de esa especialidad, el allí plasmado puede servir a aficionados y escolares instruidos a reconocer muchos de los hitos evolutivos humanos  que  son estudiados  actualmente en los currículos preuniversitarios.
     La Universidad de Zaragoza y las instituciones aragonesas han puesto su granito de arena, esta vez sí,  en la compleja tarea de acercar la investigación de la naturaleza y la paleontología a la sociedad. Esperemos que esta iniciativa tenga continuidad temporal y se convierta con el tiempo en un verdadero foco de transmisión de conocimientos de las Ciencias Naturales. Merece la pena visitarlo.
Cráneo de Uro. Cuaternario.
 

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