¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

sábado, 7 de noviembre de 2015

¿Defender Teruel?


Catedral de Teruel.

     El colectivo turolense Sollavientos,  fundado hace menos de una década,  ha recopilado ahora en una publicación las actividades reivindicativas y de defensa de Teruel que se han llevado a cabo en este tiempo. Se destacan allí los grandes “males” de la provincia, desde la despoblación, los incendios, el  fracking, la instalación de parques eólicos para generar electricidad, o la amenaza a su paisaje con la minería de arcillas, por ejemplo. Encomiable. Y como  la gente, cuando  tiene que defender algo que le afecta sentimentalmente, se tira en plancha  sin ver si las aguas son profundas o no,  se llega a tener la impresión de que la sociedad considera que estos grupos y asociaciones actúan y defienden los intereses del territorio y sus gentes de la única manera posible, siendo los principales abanderados de la defensa de una tierra casi olvidada. Y en parte no les falta razón. Recomendado leer: http://www.diariodeteruel.es/noticia/68259/teruel-por-si-mismo-recuerda-las-reivindicaciones-de-teruel-en-un-libro
     El abandono de casi todo el espacio turolense, que ahora forma parte de la denominada “Serranía Celtibérica”, es muy preocupante. No ha habido ningún partido político que haya faltado a la cita preelectoral de ofrecer a los turolenses un  programa de acciones que acaben con su olvido y abandono. Pero una vez pasadas las elecciones correspondientes, sea el partido que sea, se acabó. Nada de nada. Y hasta la próxima. Sin embargo, el que aparezcan estos grupos, como el colectivo Sollavientos, puede ser, en principio, muy beneficioso para aglutinar voluntades y acciones encaminadas a sacar del olvido y hundimiento a esta zona aragonesa  casi marginada. Pero eso no quita para que no  se pueda discrepar en forma constructiva con algunas de las pintorescas y estereotipadas  ideas que estos grupos esgrimen.
Arcillas miocenas de Teruel.
     Resulta curioso que se aplaudan desde esta asociación, por ejemplo, acciones en contra de la iniciativa de explotación de  arcillas en la cercana localidad a la capital de Aguilar de Alfambra; o que se cuestione la instalación de aerogeneradores eléctricos por suponer una “grave” agresión o impacto  al paisaje. Resulta grotesco, e incluso desconcertante,  que en una zona sin casi gente y con problemas de servicios e infraestructuras de toda índole, con escaso  desarrollo económico e industrial (lo que ha producido en las últimas décadas una migración en masa de sus gentes), pero con un potencial de recursos geológicos y ambientales de primer orden y con posibilidad de obtención de energía limpia (basada en un necesario respeto medioambiental), los pocos colectivos sociales que allí existen solo ofrezcan a sus paisanos la idea de que el territorio únicamente se respeta  si no se explotan sus recursos naturales, aunque sea de una forma racional. La posibilidad que hay en tierras turolenses de aplicar una política de acción conservadora del medio ambiente, a la vez de  que se establezcan criterios de uso sostenible de sus recursos naturales, es algo a lo que no se puede ni debe renunciar.
Serranía Celtibérica.
 

     Pero lo peor de todo es que algunos de los más significativos mantenedores y activistas de estos grupos tan concienciados son doctos y experimentados profesionales en materias que tienen que ver con el estudio de potenciales recursos  geológicos. Pero claro, ellos no viven allí de forma permanente. Están instalados en sus poltronas profesionales en la gran ciudad, con todos los servicios y recursos modernos a su alcance, y de los que hacen uso cotidiano.  No comparten las penurias y la difícil vida de los pocos que se quedaron en el interior de Teruel. Ahora bien, sí que son capaces de dictar normas y criterios para que los demás, los de la Serranía Celtibérica, vivan casi del aire que les rodea, sin ofrecer ideas y soluciones de progreso que podrían enriquecer, animar y allanar los parámetros de vida de muchos olvidados lugareños. Esta ideología tan  teñida de utopías pseudoecológicas y  falso progresismo es la que hace que se retroceda conceptualmente en conseguir un bienestar, calidad, y nivel de vida adecuado.
     No se propone ser destructivo con la naturaleza. Nadie quiere que el desarrollo de este territorio olvidado se consiga a base de un mal uso de sus recursos, salpicando de impactos de toda índole su entorno. Pero sí es lícito querer avanzar y progresar usando debidamente los  potenciales naturales que allí se esconden. No es más progresista y bienintencionado el que quiere inmaculado, salvaje, sin domesticar con criterio sostenible, un lugar y un entorno que debe ser el hogar para esta y para futuras generaciones.

6 comentarios:

  1. Enrique, me ha sorprendido mucho tu caústica visión sobre lo que el Colectivo Sollavientos decimos y defendemos. No sé si conoces bien por dentro nuestra actividad, más allá de lo que puedas interpretar leyendo los artículos. Al menos a mí sí me conoces, y por si acaso me encuadras entre quienes participamos en él desde un rol que tú llamas 'docto y profesional’, te diré que no me veo reconocido en esa imagen de gente 'instalada en poltronas profesionales en la gran ciudad’. Paso muchos días al año en la provincia de Teruel: en actividades de investigación, docencia y divulgación en el campo; en reuniones, visitas y charlas que tienen que ver con problemas reales del territorio y de sus habitantes (problemas sobre los que no todos compartimos los mismos diagnósticos y las mismas soluciones, pero ahí estamos); o simplemente descansando y disfrutando de sus paisajes y su gente, que es la mía, porque yo soy uno de ellos.
    En fin, sólo me restaría invitarte a que un día charlásemos tranquilamente, no de abstracciones, sino de temas concretos; de proyectos concretos de minas de arcilla, por ejemplo, y valorásemos dónde están esos ejemplos de aprovechamiento racional, adecuado y sostenible que tú, y también yo, defendemos.

    José Luis Simón Gómez
    Dpto. Ciencias de la Tierra
    Universidad de Zaragoza

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    1. Hola José Luis. La actividad que conozco del colectivo Sollavientos supongo que es la misma que tienen muchísimos turolenses y aragoneses, que no es otra que la proporcionada por la prensa, en este caso el Diario de Teruel. Por eso algunas de sus actuaciones son, en mi opinión, contrarias a lo que pensamos algunos que, como docentes, nos preocupamos por que la gente tenga una idea precisa de lo que, en teoría, es el desarrollo sostenible. Algunos, con una formación ecológica de aficionado, llegan a justificar, por ejemplo, la suelta al ecosistema de miles de visones de una granja de Sarrión, considerando la hazaña como un logro más del colectivo animalista. Pero ante eso nadie con verdadera conciencia ecológica protesta, ni en Teruel ni en ningún sitio. Por eso estoy convencido de que hay mucho infiltrado en un tema tan sensible como el equilibrio que debe procurarse entre los extremos que suponen el desarrollismo y el conservacionismo de un lugar. Quien crea que no deben utilizarse los recursos naturales de una zona para desarrollarla, y a sus gentes, y que todo lo que huela a actuación que usa la naturaleza es mala y contraproducente, simplemente necesita revisar su estilo de vida y comprobar bajo qué condiciones de respeto al medio ambiente y coherencia personal existe.
      Por suerte yo también paso mucho tiempo por Teruel y el cercano Rincón de Ademuz, donde me siento muy cercano a sus gentes y muy implicado con todo lo que allí ocurre. Pero, como otros muchos aragoneses, optamos desde hace años por instalarnos en Zaragoza, donde la comodidad y nivel de servicios para nosotros y nuestros hijos nos hace mucho más llevadera la vida. Y hay que reconocer que desde esa circunstancia resulta cómodo, aunque no coherente, desde luego, (y en eso estaremos de acuerdo) el opinar y hacer recomendaciones respecto al modelo de ordenación del territorio que debería aplicarse en un lugar, a la vez que entretiene el estar vigilantes de las agresiones e impactos que generan, en este caso, los cada vez menos habitantes de Teruel. Nada más, supongo que un día de éstos nos veremos por la facultad.

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    2. Nos entristece que tu crítica inicial, y que tu respuesta posterior al comentario de José luis Simón, hayan sido tan generalistas, tan ‘a bulto’. De hecho, nos hace dudar de que hayas leído realmente nuestros artículos, y de que tu crítica esté fundada en desacuerdos concretos con alguna postura nuestra y no en simples clichés ecologistas que nos aplicas indiscriminadamente. Por decirlo de otra manera, no percibimos que tu respuesta al comentario sea una respuesta ‘personalizada’: parece la respuesta ‘de oficio’ a un ciudadano cualquiera de esos que, como tú dices, tiene una ‘cultura ecológica de aficionado’. El hecho de que el único ejemplo concreto que muestres para defender tus juicios sea el de la granja de visones nos deja perplejos.
      Te invitamos a que entres en nuestro blog, elijas un artículo concreto sobre un tema que conozcas bien, y aportes tu crítica precisa a lo que en él se dice. Entonces sí estaremos dialogando más allá de los tópicos y los clichés.

      Colectivo Sollavientos

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    3. Hola “Colectivo Sollavientos”. Leer en prensa (Diario de Teruel) que en vuestro colectivo se opina que los aerogeneradores se colocan en la provincia de Teruel sin saber muy bien donde se colocan, o que se valoran posturas contrarias a la minería de arcillas, por ejemplo, no es precisamente alejarse mucho de tópicos y clichés pseudoecológicos. Quizás si se hiciera alguna nítida aclaración a la población de cuáles son los intereses y objetivos de vuestro colectivo la gente podría tomar iniciativas de desarrollo en Teruel sin los complejos propios de quien no sabe si debe enfrentarse o no a opiniones y criterios más propios de un conservacionismo a ultranza.
      El ejemplo de los visones de Sarrión veo que no se ha sabido/querido interpretar en su contexto. Es paradigmático el caso respecto a lo que no debe hacerse en nombre de un conservadurismo ecológico, trasnochado y cutre, que impide a la gente vivir “de” y “con”, y no solo “por” la naturaleza, además de demostrar un analfabetismo ecológico abismal. Desde que se produjo no tengo constancia de que haya habido ni una sola actuación de protesta o desaprobación de nadie en Teruel respecto a semejante acción, lo que hace que la gente tenga, una vez más, una visión distorsionada de lo que es tener conciencia ecológica.

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    4. Leo mucho "pseudo" en lo que usted dice de Sollavientos. Veo que, en efecto no vive aquí y seguramente no ha hablado jamás con nadie cuyo pueblo está afectado por los aerogeneradores o por las minas de arcilla, cuyos recursos no se quedan en la zona pero sí los destrozos, a propósito, igual que les pasa a los negritos en la desenvocadura del Niger con respecto a la petrolera Shell, eso sí que está feo; ni se ha puesto de parte del derecho de los pobladores de una zona para decidir qué quieren hacer con ella. Y por fín, que ganas tenía, no se que narices tiene que ver Sollavientos hace catorce años, ¿existía Sollavientos entonces?, con los visones de Sarrión. Si usted es ecologista haga ecología, luche por ella, si es antiecologista antiecologice, pero, se lo ruego, si es un tocahuevos tóqueselos a solas y no moleste, gracias. Iba a decir que "aquí hay gente trabajando" pero no creo que entendiera el chiste.

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    5. Comprendo que haya gente a la que le cueste comprender el significado de un escrito hecho en relación con un artículo periodístico. Pero cuesta menos pensar que esos mismos pueden ser manipulados cuando se trata de abanderar una propuesta o acción en una supuesta "defensa" de algo. Desearía que ese no fuera el caso de este comentarista...

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