Es una obviedad pero se llaman así porque se inundan de vez
en cuando. Los ríos estacionales como el Ebro tienen ese pequeño inconveniente,
que cada cierto tiempo dejan la llanura de inundación totalmente anegada de agua,
arrasando con todo lo que pillan a su paso. Esta vez el Ebro se ha portado como
hacía muchos años que no lo hacía, dejando más de 28.000 hectáreas bajo las
aguas.
Que las autoridades técnica y políticas del momento podían
haber hecho algo estos años atrás como medidas preventivas es algo evidente.
Que los colectivos conservacionistas se oponen siempre a que ese “algo” se lleva a cabo si se toca
medioambientalmente el río y su entorno es algo habitual, pues no quieren que
se intervenga modificando el ecosistema fluvial. Que la confederación hidrográfica
diga, se desdiga, actúe o quiera hacer abundantes planes de actuación para un
futuro que nadie sabe cuándo empieza, también es habitual. Y que los grupos
ecologistas protesten y defiendan que
deberían haber “limpiado” las riberas, y haber “recuperado” los bosques de
ribera es algo que, oírlo, clama al cielo cuando se supone que entre sus filas
hay gente preparada.
No estamos acostumbrados a escuchar soluciones para la gente
por parte de ningún de estos colectivos antes citados. Que hay que recuperar
los terrenos “ocupados” al río que fueron destinados secularmente para huertos,
pues suponen una agresión ecológica, no
cuadra con la defensa que hicieron esos mismos grupos ecologistas cuando
querían defender al “ecosistema agrícola”
del meandro de Ranillas para evitar hacer allí la EXPO de Zaragoza de 2008. No
se entiende. ¿Han cambiado de preceptos ecologistas? Lo que ahora les parece una
agresión al entorno del río, como los
huertos, entonces era defendible como ecosistema a preservar? Que se aclaren.
Aunque lo deberían hacer en muchas otras cosas más si quieren ser creíbles.
¿De verdad piensan que hay que devolver al patrimonio
natural del río los miles de hectáreas ocupadas desde hace cientos de años para
uso agrícola? ¿Piensan que el ecosistema fluvial se cuida, se mima, se recupera
así de las garras especuladoras e
hiperdesarrollistas poco respetuosas con
la naturaleza? ¿De qué habrían vivido estas centurias pasadas las gentes si no
se hubiera usado la llanura de inundación de los ríos del planeta para
cultivos? Nos dejan sin palabras, la verdad. Y que haya quien comulgue con
ruedas de molinos (ruedas de ignorancia) con las ideas de estas gentes, aún
más.
No aportan soluciones, aunque la única que les he leído es
la de hacer canales subparalelos al cauce como receptor de las aguas de
avenida. ¿Eso es una solución ecológica? Que quede claro, ¡no! Ni esa ni el hacer presas de laminado,
dragados puntuales o hechos de vez en cuando, o excavar áreas laterales, como recomienda el
Colegio de Geólogos. Todas ellas, las proponga quien las proponga, son agresivas, impactantes, demoledoras de una
naturaleza que creíamos domesticada pero que nos arrasa y agrede cuando quiere.
Son actuaciones que pueden prevenir o solucionar graves problemas, pero que son
poco respetuosas con el ecosistema fluvial. ¿Hay alguna alternativa respetuosa con el
entorno?
Si queremos dar alguna solución sensata al problema de miles
de vecinos que han sufrido el devastador efecto de las inundaciones, habrá que
hacer algo. Y si a los ecologistas de salón (esos que son extremadamente sensibles
con la naturaleza pero son vecinos tuyos y usan todos los avances tecnológicos
a su alcance, ¡o más!) les parecen inapropiadas, que den ellos una alternativa
tan respetuosa con las personas y sus bienes como con la naturaleza. No podemos
practicar un ecologismo insolidario y
frío con las muchísimas personas afectadas por catástrofes naturales. Es
preferible una naturaleza domesticada, a
la vez que se respeta y conserva, al servicio de la gente, que decorados
naturales vírgenes extraídos por la pseudociencia naturalista de la utilización
racional humana.
Totalmente de acuerdo maestro
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