¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Miedo al profesorado.


 

     No hay manera que esto cambie. Cada año, estas fechas finales para los alumnos de 2º de bachillerato se convierten en un suplicio. Atiborrados de exámenes hasta las cejas y empeñados en sacar “media” para poder ir a la selectividad un poco más holgados, se encuentran además con un problema añadido de difícil solución. Sé que lo habitual  en los últimos años ha sido hablar de los inaceptables malos tratos y agresiones que el profesorado recibe de los alumnos, siendo lo contrario, el trato inadecuado que reciben los alumnos de alguno de sus profesores, algo inusual y casi tabú en los medios. Pero existe esa problemática. Cuando, casi a escondidas, los alumnos cuentan problemas de ese tipo, que para ellos son muy graves, se les recomienda que denuncien, que informen de los hechos al equipo directivo del centro. Pero no lo suelen hacer, pues tienen miedo y quieren ser prudentes aun a costa de su dignidad como personas.
 

    
     Se trata de ese tipo de "docente" (por suerte escasean) que se empeñan en dar la nota y ejercer un trato poco respetuoso  al alumnado. Y no por razones técnicas de llegar o no a impartir el  inmenso currículo establecido en ese curso en todas las asignaturas, sino por, creo,  esa aparente necesidad de destacar y dar que hablar de ellos aunque sea mal, algo que, supongo,  solo un profundo complejo de inferioridad puede producir. Todo el profesorado anda de calle estos días para poder terminar temarios y acabar con todos los retales de ejercicios, trabajos y otras mandangas que la profesión impone para poder llegar al final de curso con el temario acabado, o casi, y evaluado. Por eso se establecen normas de actuación docente en los centros. Sobre todo para que no se amontonen y solapen los exámenes finales, incluyendo en esa normativa períodos de tiempo en los que no se permite hacerlos. Pues es igual, gente de actitud altiva e irrespetuosa dialécticamente en su docencia cotidiana con el alumnado incumple la norma y se atreve a meter con calzador un "necesarísimo" examen suyo en el tiempo prohibido. ¡Aquí estoy yo! dirán ufanos de su gran proeza y valentía. ¿Y qué más da?, pueden decir también, ¡si luego no suelo enseñar las calificaciones de los exámenes y les advierto de poder bajársela si se atreven a ir al departamento a verlas, y no ha pasado nada! ¿Quién se va a  atrever conmigo? Valentía prepotente y chulesca con chavales de 17/18 años que se ven apurados con sus contundentes estudios y no se atreven a protestar por sentirse inseguros, amenazados y poco protegidos.
 
 

     Aunque sea difícil de creer, esto pasa. Y mientras, esta gente campa por ahí, burlándose de todos y todo, no solo de los alumnos, sino de todo el sistema, pues a todos afectan sus actos fuera de norma, aunque luego se vanaglorien de ser la quintaesencia de los valores democráticos, y dotados de una carga de humanidad y tolerancia envidiables. ¡Qué fraude de gente!  No sé si existe un moderno término en inglés para describir este tipo de actuación que describo, pero igual que existe el “mobbing” para referirse al acoso habría que acuñar ya uno nuevo  para estas situaciones, pudiendo ser objeto de una tesis doctoral en psiquiatría.
     Sé que algunos de estos personajes tienen fama entre los alumnos, y también entre muchos de sus compañeros docentes, como de malos profesionales, de malos profesores. Pues bien, además, por sus habituales  desprecios y ninguneos, cachondeos y burlas, insultos e intolerancias, yo me atrevería a calificarlos también como malas personas. No se puede tratar así al alumnado. Nadie se merece eso. ¿Habrá alumnos con suficientes reaños como para denunciar estas situaciones? ¿Habrá alguien con autoridad que pare esto en los centros educativos?

2 comentarios:

  1. Por desgracia comportamientos que parecen surrealistas en un profesor que ha tenido que pasar duras pruebas (oposiciones), que, supuestamente, garantizan un control de inteligencia, comportamiento y lo que se puede llamar un "saber estar" (o deberían); se llevan a cabo diariamente por algo de escoria educativa con la que por mala suerte nos toca lidiar.

    Estoy de acuerdo en que algo se debería hacer, pero, a los alumnos ese comportamiento los ata de pies y cabeza ya que la actitud del ejemplo de persona que pones, una "mala persona", muy probablemente llevaría al sujeto a lidiar con las protestas de forma agresiva. No me refiero a una agresividad física si no a una agresividad de actitud frente a un examen o a la hora de poner las notas.

    Alguna represalia que un profesor así podría utilizar, sería como he dicho, la de bajar las notas a sus alumnos ya que parece que estas personas se desahogan transmitiendo la amargura que les corroe, al resto de personas que les rodea. Esto se podría protestar, ya que los alumnos tienen derecho a ver sus exámenes, pero cuando alguien te dice que si quieres ver el examen te arriesgas a que te baje dos puntos… No creo que haga falta explicar cómo puede sentirse un alumno a un mes de presentarse a selectividad.

    Y aunque después de lo hablado toque seguir callándose y aguantar el peso, te doy las gracias por el apoyo moral que nos brindas y por animarnos cuando comportamientos así, que suponen cargas para la Educación, nos aplastan.

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  2. Hola "Anónimo": Gracias por comentar. Estoy de acuerdo con lo que dices y con las dudas que se presentan ante denunciar o no esos actos tan agresivos por parte de alguien que se considera formado y dedicado a enseñar. Pero soy de la opinión de que cuanto más se diga y propaguen las andanzas de esos individuos antes se conseguirá que desaparezcan de la enseñanza esas prácticas aberrantes y humillantes. Seguiremos en la brecha!

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