Hay gente que piensa que eso de presentarse a las olimpiadas
culturales que las facultades de ciencias organizan para promocionarse es un
acto lúdico más de los que se ofrecen hoy en día. El día 6 de febrero se
celebrarán las VI Olimpiadas de Geología de Aragón. Y allí estaremos. Esta vez
solo con mis dos únicos alumnos de Geología de 2º de bachillerato (así están
las cosas…), Jorge Nogueras y Pablo Aguilar, muy buenos estudiantes y personas.
Veremos cómo nos va, pues la competencia es fuerte y el nivel de las pruebas
cada vez más alto.
Y esto de que el
nivel de las pruebas es cada vez mayor es otra de las cosas que mucha gente
tampoco se cree o pone en duda. Además de pasar una prueba inicial con multitud
de preguntas de casi todas las especialidades de la geología, han de superar
una prueba práctico-teórica, a modo de gymkana por la facultad en la que se les
pone “pistas” de tipo geológico o paleontológico con las que elaborar una
hipótesis-conclusión sobre un acontecimiento terrestre importante. La del año
pasado consistía en deducir en qué momento de la historia geológica de la
Península Ibérica se había producido la apertura de la Cuenca del Ebro hacia el mar Mediterráneo.
¡Casi nada! Me gustaría saber cuántos
profesores que diseñaron las pruebas de la olimpiada sabían deducir a sus 17/18
años, antes de entrar en la universidad, este tipo de cosas. Yo, desde luego,
no. Por eso la preparación del alumnado para que se puedan presentar a estas
pruebas es ardua y difícil. Y en eso estamos.
No es cuestión de regalar nada a nadie, y menos unas pruebas
donde se marca, de alguna manera, el nivel que en la comunidad se tiene de
geología entre los alumnos de bachillerato. Pero tampoco en querer aparentar
gran nivel en el diseño de las pruebas, o pretender que los alumnos lleguen a
la facultad con una capacidad hipotético- deductiva que
seguramente muchos de los responsables han desarrollado en sus años de
doctorado, o después. Este hecho contrasta con la habitual protesta de parte
del profesorado universitario respecto al “mal” nivel con el que llegan los alumnos
a la facultad, en cuanto a contenidos, capacidad de expresión oral y escrita, o
escasa capacidad de razonamiento, cosa que en muchos casos puedo atestiguar que
no es cierto. Tanto los que se presentan, en general, como los que las superan,
en especial, son gente concienciada y
bien preparada, con ganas e ilusión geológica. Y aunque esto es tema de otro tiempo que no toca ahora, recuerdo
la confusión que teníamos respecto a estas virtudes personales antes descritas
cuando éramos alumnos nosotros de esa facultad, hace 30 años, pues a muchos de
los, les llamaremos profesores por educación, no resultaba nada fácil el saber
de qué hablaban en sus clases. Y no se sabía no por ser cortos o limitados los
alumnos, sino por sus grandes limitaciones dialécticas (muchos acababan de
aterrizar en Zaragoza usando un andaluz cerradísimo ininteligible), de
capacidad de transmisión de conocimientos, de organización profesional
didáctica, y de intercomunicación con el alumnado. ¡Llegamos a pensar que era
dificilísimo e inalcanzable el contenido de alguna asignatura! Y no era así. Después, con los años de la práctica docente,
comprobamos que eran gente poco “apropiada” y “preparada” para dar clase en la
universidad. Algunos de ellos aún siguen por allí, y espero que lo hagan mejor.
Tengo la certeza que ellos no sabían entonces cuándo se abría la cuenca del
Ebro hacia el Mediterráneo…, ¡y ahora se
les pide a los chavales de bachillerato!
Pero por suerte hay, además, en nuestra facultad de geológicas actual de
Zaragoza, una buena colección de
profesores, preparados, entregados y con ganas de sacar adelante la
geología aragonesa, que se enfrascan en
esto de llevar a cabo las olimpiadas geológicas, lo que supone tiempo y
dedicación. El generar entusiasmo entre el alumnado es fundamental para que se
conozca y respete cada vez más todo lo relacionado con la geología y sus
aplicaciones, tan distorsionadas y desenfocadas en los últimos tiempos desde
ópticas conservacionistas pseudocientíficas. No sé si se conseguirá, aunque intentaremos
ayudar lo que haga falta, entre otras acciones, con nuestra participación en
las VI Olimpiadas Geológicas en Aragón.
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