Se inaugura este mes de diciembre. Se trata del Museo de
Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, que estará ubicado en el
precioso edificio del arquitecto Magdalena concebido en su día como facultades
de medicina y ciencias de la universidad. Allí van exponerse parte de las
colecciones del jesuita Longinos Navás, así como las “colecciones” del ya
extinto museo de paleontología del departamento homónimo universitario. En este
último museo, dirigido por el catedrático de paleontología Eladio Liñán, se
mostraban, desde la década de los 80 del pasado siglo, una serie de piezas
fósiles de distintas edades y grupos de organismos, en una pequeña sala habilitada
para ello en las dependencias universitarias. Si bien es cierto que a cargo de
proyectos de investigación promovidos desde este pequeño museo, y subvencionados
por la Diputación General de Aragón, se
han formado varios investigadores en paleontología, cabía esperar una “puesta
en escena” de cara al público un poco más didáctica, moderna y dinámica de la que ha habido hasta recientes
fechas.
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Vitrinas del museo de paleontología de la Universidad de Zaragoza |
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En Dinópolis, Teruel. |
Esperemos que ahora todo cambie para mejor. En primer lugar,
hoy en día es inconcebible llamar “museo” a una simple colección de piezas
fósiles expuestas en vitrinas, casi amontonadas, y sin un apoyo museográfico informativo
adecuado. Ha sido muy habitual en este tipo de museos paleontológicos el
confundir el concepto de museo con el de exposición y el de colección.
Seguramente razones presupuestarias han lastrado la mayoría de las
instalaciones que se han realizado, además de no tener en cuenta la importante
componente social que un museo de verdad requiere. En ese sentido es necesario
reseñar la calidad museística que presenta el Museo Paleontológico Aragonés,
ubicado en las instalaciones de Dinópolis de Teruel, donde se ha compaginado
una cuidada exposición de restos fósiles con la necesaria vertiente didáctica
que estos montajes requieren. Esperemos que el público aragonés se encuentre
ahora en Zaragoza con un museo de calidades y cualidades adecuadas a las
necesidades educativas actuales de la población. Además de desear que este
nuevo Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza esté concebido
y diseñado con modernas técnicas
museísticas, sería necesario también dar una solución digna (se quedan sin
museo…) a la Asociación de Amigos del Museo de Paleontología de la Universidad
de Zaragoza (SAMPUZ), muy querida y conocida por la sociedad aragonesa, en general, y que
con su esfuerzo y trabajo durante todos estos años atrás han sabido conectar la
paleontología con la sociedad, muchas veces, con más ahínco y dedicación que
los principalmente interesados en ello, como deberían ser los mismos investigadores.
Veremos en qué queda todo esto.