¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Las ciudades y su "skyline".


Skyline de Torrebaja (Rincón de Ademuz, Valencia).
Dibujo de Mario Monterde, 2014.
     Es difícil no asombrarse cuando se ve recortada en el cielo la imagen lejana de una ciudad, que eso es a lo que se refiere el término anglosajón “skyline”. Y más cuando la ciudad es una de las grandes del planeta. Nueva York, Paris, o Madrid presentan unos skylines verdaderamente espectaculares. Y en esa asombrosa vista tiene mucha importancia la abundancia de edificios singulares o especiales que allí haya. Sorprende y causa gran admiración a muchos esta visión de las ciudades, pero para otros resulta algo tan  agresivo para sus conciencias medioambientales que podría  parecer  que ellos  vivieran en lugares sin ningún tipo de skyline y que su lugar de residencia fuera algo totalmente acorde  y respetuoso con la naturaleza. Todos los lugares donde la humanidad habita, desde una favela en Río de Janeiro hasta la urbanización más exclusiva de Dubai son agresiones al entorno original que allí habían antes de edificarse.

Valencia

Zaragoza

 
     Y aunque todo lo que en un famoso skyline  se contempla  y admira sea habitualmente el  fruto de la más rancia actividad del desarrollismo a ultranza que en las últimas décadas se ha impuesto como sinónimo de avance social y desarrollo de la población (zonas residenciales, rascacielos, aeropuertos, puertos marítimos, monumentos, etc…), no dejan de ser también sorprendentes algunas concepciones un tanto inmovilistas, cuando no ya muy trasnochadas, de determinados grupos conservacionistas respecto a las acumulaciones humanas en ciudades y sus necesidades urbanísticas. Construcciones de viviendas unifamiliares del extrarradio urbano o  altos edificios en el entramado  de las ciudades, por ejemplo,  no parecen ser del agrado de estas gentes que aparentan desear vivir en “otros entornos”, los cuales quedan  sin especificar, por supuesto. Suelen ser colectivos de personas muy concienciadas con el medio ambiente (dicen), pero que viven fundamentalmente en ciudades. Las usan,  aprovechan  las facilidades de vida que allí se ofrecen, y no suelen hacer ascos a la multitud de comodidades de las que en esos lugares se dispone. Pero es igual. Su conciencia ecológica les dicta que todo lo que les rodea hace daño al entorno, es algo agresivo con la naturaleza, y `por tanto, algo deleznable y evitable. Aunque nunca nos enteramos de cuál es su alternativa a ese modelo de vida, si es que tienen alguna.  Dejo aquí un enlace del artículo referente a la ciudad de Barcelona publicado por Ecologistas en Acción, que puede ser ilustrativo respecto a lo que aquí se dice: http://www.ecologistasenaccion.es/article14726.html.

París
     Desde luego que nuestra vida en las ciudades debe ser más cuidadosa con lo natural de lo que es, en general,  y no deberíamos conformarnos con actitudes pseudoecológicas como el reciclado masivo, sin antes empeñarnos en consumir bastante menos y mejor. Las ciudades pueden y deben cambiar mucho ambientalmente. Es tarea de todos, como lo es el exigir a las instituciones que se regulen muchas prácticas sociales que son contrarias al desarrollo de un comportamiento socioambiental correcto. Pero todo esto no puede enturbiar la sana admiración y regocijo que  muchos sienten con la contemplación de algo tan humano y asombroso técnicamente como un  cielo recortado en el horizonte por la línea de altos edificios de una ciudad. En algunos casos es, simplemente, fascinante.
Nueva York.
 

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