Bisonte de Altamira. |
Ubicada
a 30 km al noroeste de Santander, cerca de la localidad de Santillana del Mar de la región española de Cantabria, está la Cueva de Altamira, famosa por sus
pinturas rupestres con representaciones de fauna silvestre y siluetas de manos
humanas del Paleolítico superior. Utilizando el método de datación uranio-torio
se estima que las pinturas de Altamira son de hace entre 25.000 y 35.000 años.
La
cueva se compone de diversas cámaras y galerías cubiertas de pinturas. Estas
fueron creadas usando como materiales carbón y hematites (un óxido de hierro).
Un ejemplo de la capacidad artística de sus autores es el hecho de que incluso
los salientes naturales de las paredes de las cuevas se aprovecharon para crear
un efecto tridimensional. La parte más famosa de la cueva de Altamira es un
techo policromado (sala de polícromos) con una manada de bisontes, caballos, un
gran ciervo y un jabalí.
Plano de la Cueva de Altamira. |
Hace
aproximadamente 13.000 años, la entrada de la cueva fue cerrada por un
desprendimiento de rocas. Este hecho hizo que se conservara el contenido de la
cueva hasta su casual descubrimiento en 1879 por el arqueólogo Marcelino Sanz de Sautuola. Este arqueólogo
diría que las pinturas de la cueva eran del Paleolítico. Sus declaraciones
sobre la cueva de Altamira provocaron una gran polémica y burlas porque en ese
tiempo se creía que el hombre prehistórico no era lo suficientemente
inteligente para producir arte. La calidad artística suprema y el excepcional
estado de conservación de las pinturas rupestres llevaron a que Sautuola fuese
acusado de falsificación. En 1902 se encontraron otras pinturas rupestres prehistóricas en España, lo que obligó
a la sociedad científica a reconocer públicamente su error.
En 1977, la cueva se cerró al público debido a que las pinturas resultaban dañadas por el dióxido de carbono producido por los visitantes. Y ello por los resultados de varios trabajos de investigación geológica llevados a cabo en el interior de la cueva de Altamira por personal, sobre todo, del estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Este proceso deteriorante de las pinturas se basaba, según se averiguó entonces, en la gran acción disolvente realizada por el vapor de agua ambiente sobre las paredes carbonatadas de la cavidad (ayudado por una acción microbiana), junto al dióxido de carbono (CO2) que emitían los muchos visitantes que la cueva recibía, más de 8800 al día, produciéndose así un importante fenómeno de disolución kárstica que distorsionaba el aspecto original de las pinturas hechas directamente sobre la caliza. Uno de los investigadores de este fenómeno de Altamira, junto a otros sedimentólogos del karst, fue Manuel Hoyos (+1999) que era a su vez responsable de la sedimentología de Atapuerca en la década de los 80 y parte de los 90, lo que facilitó nuestro acceso a información directa y veraz sobre lo que acontecía en Altamira durante el periodo de reflexión en el que se decidía el cierre o no de las cuevas al público.
Se cerraron en
1977, pero se abrieron de nuevo más tarde en 1982 con un acceso muy limitado (40 personas diarias) hasta que
se completó una réplica de la cueva en el año 2001. En 1985 se declaró patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y en 2002 se volvió a cerrar a la vista del deterioro carbonatado-microbiano de las pinturas.
Hoy
en día se ha planteado de nuevo la posibilidad de su visita eligiendo entre los
visitantes al museo réplica de Santillana del Mar unas "8 personas" diarias.
Seguramente esa pequeña cantidad de dióxido de carbono emitido por esas personas no afectará de manera
urgente la integridad de la cueva y pinturas, pero se deberían tomar otras
iniciativas de protección de las
pinturas realmente eficaces y duraderas en el tiempo. Esto es desproteger esas pinturas Patrimonio de la Humanidad, y no nos lo podemos permitir.
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