Embalses de
agua, claro. Y lo primero que tenemos que hacer es eliminar esa denominación que todavía hoy se encuentra
escrita en muchos carteles de señalización junto a los mismos, a pie de
carretera, en los que se les denomina “pantanos”. Pantanos son unos elementos
naturales que se dan en determinadas condiciones ambientales y que
representan unos ecosistemas muy concretos. Los embalses son grandes depósitos
artificiales de agua para la recogida y abastecimiento a núcleos
rurales y urbanos. Aclarado el concepto se puede hacer una doble
apreciación sobre el uso, diseño y valoración social de los mismos.
En primer lugar es de sobra conocida la
especial aversión que numerosos colectivos conservacionistas respecto a la realización o ampliación de embalses. Que
estos grandes depósitos inundan zonas
agrícolas o rurales no cabe la menor duda. Y que la inundación no es del
agrado de los afectados, tampoco. Pero, ¿qué otra solución se ofrece desde el conservacionismo,
para conseguir las necesarias reservas hidráulicas que son necesarias hoy en
día? Desde luego, se entienden las protestas encaminadas a la perfecta
ejecución de obras en los aledaños de las presas que se amplían, evitando y
eliminando a cero los posibles riesgos geológicos que esas obras llevan
consigo, pero una vez superadas esas reticencias, es difícil resistirse a que
la técnica no haga lo posible para que
la ciudadanía pueda disponer y beber agua de calidad. Y por otro lado,
resulta casi indignante el uso que se da desde la administración y medios de
comunicación de las evitables comparaciones que se hacen para relacionar
cuencas hidrográficas y cantidades de agua acumulada en los diferentes embalses
peninsulares. Recordarán artículos y noticias referentes al porcentaje de
cantidades de agua recogida en los
embalses pirenaicos, que en muchas ocasiones, o por lo menos cuando los nombran
con fines poco transparentes, suelen estar
por encima del 80% de su capacidad Sin embargo, los de la cuenca de los
ríos Guadiana o Guadalquivir, no se llega en muchas ocasiones al 45% del total. ¿Son comparables
esos porcentajes? ¿Para qué se hace? Su comparación resulta tan ridícula como el relacionar lo que
cabe en un dedal de costura con la capacidad del cubo de una fregona. Mientras los embalses del Pirineo
son minúsculos, los de esas cuencas citadas son inmensos, por lo que un 80% de
uno puede suponer, en metros cúbicos, la quinta parte de ese 45% del embalse “semivacío”. Es una cuestión de
números, pero, claro, la información confusa, poco clara, y con ciertas tendencias
políticas, son indispensables para justificar actuaciones poco respetuosas con
la naturaleza y conseguir la valoración social de muchos que no ven más allá de
los números.
Hola de nuevo Enrique, nunca me había planteado que no eran lo mismo embalse que pantano, o "pántano" como dicen en el pueblo de mi padre donde tienen el embalse de Contreras.
ResponderEliminarCon respecto a lo de las comparativas pues decirte que no puedo estar más de acuerdo.
Desde luego con el tema hídrico se han hecho muchas batallas políticas, a nivel autonómico, qué te voy a contar a tí que no sepas... desde las tierras valencianas, el Partido Popular hablaba del agua para todos, cuando las administraciones autonómicas de Aragón y Castilla la Mancha estaban en manos del PSOE, reclamaban agua del Ebro, del Tajo etc... ¿para beber? no que va, para seguir devorando el territorio, con la especulación urbanística, campos de golf y macro urbanizaciones han sido el modelo productivo del país valenciano durante las últimas décadas, de ahí que ahora tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria el batacazo sufrido haya sido brutal.
En fin amigo que como te digo siempre, un verdadero placer leerte, porque siempre siempre nos enseñas algo nuevo.
Un abrazo.
De acuerdo, Enrique. Me alegra que puntualices algo obvio pero que se confunde, la diferencia entre pantano y embalse, A mí siempre me ha llamado la atención esa confusión incluso desde instancias oficiales. En cuanto a las comparaciones porcentuales de llenado de los embalses, tienes toda la razón en que ese tipo de comparaciones lleva trampa, como ocurre a menudo también en muchas estadísticas. No son inocentes. Un abrazo
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