Impacto visual de las minas de Vallanca (Valencia). |
Todo el mundo sabe que hay una gran conexión entre ambas. Y
no solo por las supuestas subvenciones que las grandes multinacionales otorgan
a las también supuestas “organizaciones ecologistas” actuales, sino por la militancia
convencida que muchos tienen en relación con temas ecológicos y la conservación
de la naturaleza hasta que se propone una “compensación” económica a una
institución o comunidad para así
consentir, justificar, o minimizar un determinado proyecto urbanístico o
industrial en un lugar cualquiera.
La última comprobación de ello, o algo parecido, la he tenido hace unos días. Y además en
relación con la extracción de los "mármoles" de la localidad valenciana de
Vallanca, en el Rincón de Ademuz. En este
mismo blog publiqué no hace mucho una “entrada” sobre la geología del
lugar en cuestión, así como los inconvenientes ecológicos que se pueden
esgrimir respecto a la necesidad o no de abrir esa brecha para la extracción de
esas calizas marmóreas. Las personas con las que tuve el placer de reunirme en
casa de unos amigos no eran personas del pueblo llano, sino miembros de la
administración autonómica valenciana, tanto en la alta administración como ocupando un cargo
político en una consejería de la Generalitat Valenciana. Al tener una de ellas relación
personal con Vallanca, la localidad de la mina, comenzaron esgrimiendo, con una sutil oposición a la explotación del "mármol" por la
compañía minera Levantina, el gran impacto ecológico que el boquete hecho a
cielo abierto produce en el paisaje y entorno vallanquero. También su preocupación por el difícil anidamiento en
ese paraje de la famosa alondra Dupont,
ave esteparia muy apreciada por los ornitólogos y que hace poco tiempo que se documenta, al parecer, su presencia en esos parajes.
Tras varias explicaciones de carácter técnico hechas por mi
mujer, también geóloga, y yo mismo, respecto a que es preciso obtener de
nuestra tierra los recursos naturales que
vayamos a utilizar, y que eso supone un cierto nivel de destrozo del entorno,
aunque, por supuesto, exigiendo la adopción de medidas que lo minimice, la
conversación cambió de rumbo. Comenzaron entonces las consideraciones y preguntas del siguiente
tipo: ¿Y si a cambio de conceder la
explotación se hubieran obtenido ciertos beneficios económicos para el pueblo?
¿Y si se hubieran instalado las necesarias maquinarias transformadoras del
producto natural en la zona para que se crearan allí puestos de trabajo? ¿Cómo
era posible que el pueblo (en el que viven cerca de 180 habitantes) esté como está de descuidado con una mina extrayendo material
sin parar allí mismo? Y es aquí donde yo quería llegar. Esos comentarios, que
sin duda se hicieron y se hacen de forma habitual sin animadversión ni maldad,
no son exclusivos de este tipo de personas. Es normal encontrarse con multitud de gente, con variado
nivel de formación, que opina parecido o igual. Muchos son los que en los
últimos años, lógicamente sin formación medioambiental alguna o muy precaria,
se han subido al carro del conservacionismo, al menos, “oral”, y por diversos
motivos. Muchos por miedo o recelo a que
se les considere reaccionarios (cualquiera
se atreve a decir en público que la naturaleza les da igual); otros por puro snobismo, al querer aparentar
una cierta militancia y preocupación por
temas ambientales, tan de moda actualmente, lo cual, por otro lado, tiene
cierto mérito, pues al menos algo se han mirado para poder hablar de estos
temas; o incluso por un real y creciente
interés en sus vidas por lo ecológico, de lo natural, del conservacionismo en
general, sin seguir estereotipos mediáticos, aunque, la verdad, no suelen encontrarse muchos de estos últimos.
Extracción del "mármol" de Vallanca. |
Las respuestas tampoco se hicieron esperar: ¿La alondra
Dupont va a poder anidar de nuevo en la zona si se obtienen beneficios o
contraprestaciones económicas para el pueblo? ¿Si el ayuntamiento de la
localidad recibiera una compensación ya
se podrían extraer los “mármoles”? ¿El impacto visual de la mina desaparecería
si se crearan abundantes puestos de
trabajo? Como vemos hay dos vías paralelas en la consideración del problema, la
económica y la ecológica. Por desgracia, y es algo que llevo criticando desde
hace mucho tiempo, en muchas ocasiones el dinero ha tapado muchas bocas hasta
entonces vociferantes en contra de cualquier infraestructura industrial, turística,
o de comunicaciones, en cualquier zona
de nuestro entorno, algunas de ellas muy
destructivas. Pero a la vez, todos queremos tener los mejores materiales para
un mayor confort y modernidad de nuestras vidas: plásticos, coches, gasolinas,
móviles, aparatos de…cualquier tipo. ¿De dónde se piensa que sale todo eso? Debe
quedar claro que es de la Tierra de
donde nos abastecemos de todo lo que usamos, y que el nivel y calidad de vida
que se disfruta en estas latitudes se debe a ello. La única relación que
debiera tener la ecología con la economía es la de intentar, entre todos, un
verdadero desarrollo sostenible, que no consiste precisamente en dejar de
extraer de la tierra los materiales que se necesiten, sino en hacerlo de la
forma menos perjudicial posible e intentando que los que vengan detrás
encuentren un entorno poco impactado y sin contaminar.
Tenemos que ser más
coherentes. Se critican actuaciones, en este caso industriales, en plena
naturaleza, con sutiles argumentos conservacionistas, pero luego no tenemos
ningún remordimiento en hacer algo tan “natural” como el usar masivamente vehículos de tracción con gasolina para
desplazarnos donde queramos, pensando, o no sabiendo, la negativa repercusión ambiental que eso tiene. O comprar suelos
o algún objeto de “mármol” (cubrerradiadores, baños, lápidas…) para nuestras
viviendas, y digo para nuestras viviendas pues estoy seguro que nadie ha visto
en organismo oficial alguno ni rastro de mármol o similar. Los amigos de mis amigos (que creo después de
esta animada conversación empezaron a ver el tema desde otro ángulo), y los que
se acercan casi monte a través a ver las
instalaciones de las minas de Vallanca, por
novedosas, han ido hasta allí en coche (a
poder ser en todoterreno), pues están a unos quince kilómetros del pueblo yendo
por pedregosas pistas. ¿No se nos ocurre un método de transporte más ecológico
y acorde a nuestras ideas para visitarlas?
Hola, Yo soy de Ademuz, estoy en el paro y buscando empleo,si me dijeran de ir a trabajar a un sitio que perjudica a una ave en peligro de extinción NO iría.
ResponderEliminarPor cierto creo que han clausurado la mina por motivos de bajo rendimiento, o eso me han dicho.
Saludos!