¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Razones para enseñar Geología.



     Seguro que resulta extraño leer un título así hoy en día. Responde al estado de alarma que entre los geólogos, especialmente los docentes, se ha producido ante el nuevo proyecto de ley de educación (LOMCE) que el gobierno de la nación ha mandado a las Cortes para su tramitación. En ese proyecto desaparece la asignatura Geología del conjunto de materias a impartir en el nuevo bachillerato que se propone. Y no es la primera vez que ocurre. La anterior reforma educativa también eliminaba esta materia, aunque algunas comunidades autónomas la mantuvieran como optativa en 2º de bachiller.
     Puede que mucha gente crea que no es tan grave. Que las protestas y reivindicaciones que se están iniciando a nivel estatal, en todos los lugares de nuestra geografía, son oportunistas y de tipo político. O que piensen que  la Geología no es necesaria en la formación preuniversitaria para nada. Incluso he conocido gente que comenta que los geólogos estamos “acabados”, sin futuro, y sin posibilidades de competir con otras materias que tienen una gran proyección social, como es la Geografía. Supongo que se dice por pura ignorancia. Como botón de muestra de esta ignorancia, y esto es comprobable, hace unos días he visto publicado en un periódico aragonés (Heraldo de Aragón)  un artículo sobre la enseñanza de la Geología, refiriéndose a Geografía. ¡Se confunde el término desde ámbitos periodísticos, que ya es caer bajo!
 
     En Aragón,  hace 40 años que se imparte con mucho éxito y aceptación en la Universidad de Zaragoza la licenciatura (ahora Grado) de Geológicas. Ese sería un buen motivo para mantener la opción de estudiar en el bachillerato la asignatura de Geología, pero desde luego no es, a mi juicio, ni debe ser, la principal razón por la que mantener esos estudios vigentes. Existen verdaderos argumentos sociales por los que defender su existencia en los planes de estudio. El principal debe enfocarse no solo desde el puro y académico conocimiento de la Tierra  y sus recursos minerales, sino desde la perspectiva más egoísta del ser humano, que es su defensa y autoprotección ante la multitud de riesgos derivados de los fenómenos geológicos que todos conocemos. De ellos, los volcanes y terremotos son los más vistosos y conocidos mediáticamente, pero no hay que olvidar otros que en nuestras latitudes nos afectan  y hacen sufrir sobre manera: inundaciones, hundimientos,  avalanchas y desprendimientos. Todos ellos estudiados, detectables y evaluables desde la Geología, y por geólogos.
     Muchos piensan, por supuesto incluyo aquí a los políticos, que los servicios estatales de Protección Civil están para evitar los daños producidos por los fenómenos antes citados, sin pararse a pensar en la necesaria formación geológica que esos efectivos deberían tener para poder enfrentarse a ellos. En referencia a este asunto, me consta que muchos efectivos integrantes de las abundantes y  populares “brigadas medioambientales” (conozco a bastantes),  que muy dignamente ayudan en la extinción de incendios y realizan trabajos en el monte,  desconocen por completo  el más simple concepto o técnica cartográfica o de reconocimiento geológico de un lugar. Otros creen que los estudios de ordenación del territorio hechos desde organismos estatales, autonómicos o municipales, por personas relacionadas, técnicos dicen ellos, con el urbanismo, mediambientalismo y paisajismo, son un aval para pensar que donde ellos decidan hacer cualquier infraestructura pública o privada es un lugar adecuado para ello. Por supuesto, en muchas de las evaluaciones de impactos ambientales (EVA) preceptivas para realizar esas obras y obtener permisos, y en esto se ha avanzado mucho en los últimos tiempos, brillan por su ausencia cualquier tipo de informe geológico del lugar elegido, aunque el documento lleve todas las firmas pertinentes del  político de turno, “técnico medioambiental”, o consejero de guardia. Y por ese motivo se ven y sufren desastres como el producido en 1996 en el camping de Biescas (Huesca), construido en el cono de deyección de un torrente;  las múltiples  inundaciones  de lugares habitados a lo largo de nuestra geografía, por permitir construir, eso sí con todos los permisos legales, en zonas de llanura de inundación fluviales;  o agrietamientos y derrumbes de edificios por levantarlos en  áreas de deslizamientos de rocas, fallas,  o de producción de dolinas.
     Por mucho que se esfuercen los geógrafos, dicho esto con todo mi respeto hacia los mismos, en ocupar puestos de responsabilidad social en diferentes organismos,  los informes pertinentes para decidir lo adecuado o no de un  lugar para una actuación urbanística o de ejecución de grandes infraestructuras, deben ser realizados por geólogos. Y solo por ellos. Y para que esto sea así, deben formarse geólogos en nuestras universidades. Y para que los alumnos tengan la iniciativa de enfrascarse en la realización de una carrera universitaria como esa, deben ser iniciados en esos conocimientos geológicos en sus estudios preuniversitarios. Y para ello debe conservarse, aunque sea como asignatura optativa, la Geología en los niveles de bachillerato.  Por todo ello esta sociedad debe seguir formando geólogos, pues los necesitamos. ¡Son imprescindibles!
 
     Por eso no entendemos que la administración central pretenda eliminar de su proyecto de ley educativa una materia tan necesaria como esa.  Sin embargo no se olvida de incluir otras, algunas de ellas incluso en el bachillerato científico,  que son interesantísimas y muy necesarias en una adecuada formación académica, pero que seguro que pueden salvar menos vidas que la Geología, como  Griego, Literatura universal, o Historia de de Filosofía, entre otras. Por poner, finalmente, un ejemplo, cuando enfermamos y  vamos al médico y nos tiene que hacer un análisis de sangre, queremos que los resultados estén  cuanto antes y con el mínimo margen de error, los cuales serán  emitidos con la alta precisión que nos  da una máquina diseñada para ese fin. Pues bien, seguro que comprendemos que ese aparato  no lo ha diseñado alguien experto en Literatura universal ni en Griego.  Pues igualmente, cuando queremos que se nos prediga cuándo se va a producir un terremoto, o qué terreno es inundable, o se analice la estabilidad de una ladera, tampoco recurriremos  al especialista en Lengua o Historia de la Filosofía, sino al geólogo.  No queremos competir con nadie. Solo deseamos que esta sociedad se dé cuenta  del gran daño que puede hacerse a sí misma si decide eliminar las enseñanzas de Geología de la programación de bachillerato. Hay que seguir enseñando Geología, nuestro futuro y calidad de vida está en juego.
 

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