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Iglesia y castillo de Calatorao (Zaragoza). |
Las calizas negras de Calatorao, también conocidas como el “Mármol
de Calatorao” se obtienen de varias canteras situadas en las proximidades de
esta localidad zaragozana de la comarca de Valdejalón, junto a La Almunia de Dª Godina y Épila. Estas canteras, o explotaciones mineras a cielo abierto, por lo
general de pequeño tamaño, de las que se obtienen rocas industriales,
ornamentales o áridos, se conocen en funcionamiento desde el siglo XVI, aunque
se tienen datos de la utilización de
estas rocas con anterioridad, pues de época musulmana hay referencias de extracción de caliza para la elaboración de piezas relacionadas con
estructuras de riego locales. Es a finales del siglo XIX cuando se “industrializa”
la explotación de las canteras, quedando registro del envío en 1876 de muestras de roca a una exposición
internacional en Filadelfia (EEUU), estando a mediados del pasado siglo XX a pleno rendimiento.
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Actividad minera en la cantera de caliza de Calatorao. |
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Cantera de calizas en Calatorao. |
Las rocas calizas que afloran en la zona y que son objeto de
extracción industrial para uso sobre todo ornamental, son de la formación
Chelva, del jurásico medio, correspondientes a los pisos Bajociense y Bathoniense, lo que les confiere
una antigüedad que ronda los 170 millones de años. La estructura geológica de
la explotación se corresponde con un laxo anticlinal jurásico perteneciente a
las primeras estribaciones mesozoicas de la Cordillera Ibérica, rama aragonesa,
en contacto con los materiales terciarios de la Depresión del Ebro. Al ser suave
la curvatura del pliegue de esos materiales, los estratos de calizas, que no
superan los 2 m de espesor o potencia, afloran aparentemente en lechos casi
horizontales, lo que facilita su extracción. Estas calizas, cuyo origen
sedimentario hay que situarlo en una plataforma
marina de no mucha profundidad, presentan un gran contenido en materia
orgánica que se depositó a la vez que el carbonato en condiciones fuertemente
reductoras, razón por la que su color es negro en sección pulida, apareciendo de
color gris en corte natural. Los sucesivos estadios diagenéticos de
transformación de estos sedimentos calcáreos en roca completaron y facilitaron
consolidar su excelente grado de cristalinidad, lo que le hace ser tan
apreciada como roca ornamental. Algunos de los niveles estratigráficos de estas
calizas llegan a contener tal cantidad de materia orgánica que resulta muy fácil comprobarlo al ser sometidas a un fuerte
impacto puntual, detectándose de
inmediato un fuerte y desagradable olor pútrido, por lo que se les denomina también como “calizas fétidas”.
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Formaciones y facies aflorantes de la Cordillera Ibérica
a lo largo de los tiempos geológicos. |
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Corte geológico esquemático con los niveles del jurásico (en azul) donde se encuentran las canteras de Calatorao. |
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Estratos de calizas en la cantera de la formación Chelva (Jurásico medio). |
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Bloques de caliza. Canteras de Calatorao (Zaragoza). |
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Gran extensión de terreno ocupada por bloques calcáreos extraídos de la cantera. |
Numerosos edificios religiosos y civiles del renacimiento,
barroco y neoclásico aragonés, con especial mención al Pilar de Zaragoza, contienen revestimientos decorativos usando los
mármoles
o calizas de Calatorao, que por su homogéneo y bello color negro, en
pulido, permite hacer juegos cromáticos con otras rocas más claras, como las
calizas algales de la Puebla de Albortón, de tonos amarillentos. En las últimas
décadas la caliza de Calatorao ha sido muy utilizada en las restauraciones de
antiguos palacios aragoneses, así como
para el adoquinado ornamental y
señalización con bolardos de muchas de las calles del Casco Viejo de Zaragoza,
donde puede encontrarse en numerosas vías urbanas.
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Bolardo de caliza de Calatorao, en Zaragoza. |
Al menos cuatro marcas empresariales se encargan de la
explotación de las calizas en Calatorao. Y lejos de ser una actividad discreta
y silenciosa, cualquiera que quiera acercarse hasta las canteras en activo
podrán comprobar la gran extensión de terrenos intensamente afectados para la
extracción mecánica de la caliza, así como para su posterior tratamiento de
corte en bloques y láminas; pulido y almacenaje; proceso que termina en un necesario transporte del
material desde las canteras hasta los lugares desde los que se solicita el
producto. Es por todo ello que sorprende el inhabitual silencio de los grupos
conservacionistas, tan aparentemente sensibles en otros casos de agresiones
ambientales, que hasta la fecha no ha
manifestado públicamente el acostumbrado e incisivo reproche respecto al
destrozo del suelo, fauna y vegetación
de la zona afectada, con el consiguiente
impacto ambiental. Hay que reconocer que ese gran impacto se produce de manera inexorable si se
quiere extraer un recurso minero, en este caso el de Calatorao, por lo que todas
las previsiones, precauciones y cuidados son pocos en el adecuado tratamiento
medioambiental que debe darse al entorno
del lugar de la explotación minera.
Sin embargo, parece que las conocidas manifestaciones
ecologistas que pretenden preservar de la mano destructora del hombre a la
naturaleza, casi siempre y en toda situación, aquí no se producen. Resulta
sorprendente que grupos conservacionistas como Greenpeace, que es capaz de movilizarse mediáticamente saliendo en todos los informativos televisivos
cuando intentan rescatar desde una barca
a una ballena encallada en el Ártico, enmudezcan ahora ante el gran impacto
ecológico y visual generado desde hace muchos años (siglos) por la explotación
a cielo abierto de este recurso geológico. Ello puede ser debido por, a mi juicio, el
gran interés socioeconómico que las canteras suponen a la comarca entera de
Valdejalón, donde el número de puestos de trabajo directos, junto a los
indirectos y derivados de la explotación minera, son lo suficientemente numerosos y necesarios para la vida de la zona
como para que la protesta ecologista se difumine o desaparezca por completo. De
ser esta suposición cierta cabría pensar que las actuaciones y reivindicaciones
ecologistas, además de pasar una peculiar criba selectiva, y desde luego con criterios
un tanto desarrollistas, podrían interpretarse como trufadas de extraños
intereses y objetivos, por lo que disminuiría drásticamente la confianza que
muchas buenas gentes, aunque ignorantes en temas de ecología, ponen hoy en esos
grupos.
De todas formas, y al
margen de aceptar ciegamente los muchos
y claros inconvenientes ambientales que una intervención humana en la
naturaleza como la de estas canteras genera, es necesario sopesar también las
muchas ventajas de su explotación, no sólo económicas, sino las sociales, de
dinamización y puesta en valor de una zona rural que no pretende más que
utilizar estos recursos geológicos de su entorno con el fin de mantener un
nivel y calidad de vida de sus habitantes equiparable al de las sociedades
urbanas modernizadas. Una actuación
minera de la trayectoria histórica y dimensión como la de Calatorao, junto al
silencio ecologista, hace pensar que quizás se esté llegando allí a algo parecido
al “desarrollo sostenible”…
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Escultura realizada con caliza de Calatorao. |
Fotografías: del autor y José María Sesé.
Gráfico: página web de unizar.es: patrimonio natural aragonés.
Las calizas de Calatorao tienen para mi un significado emocional. Cuando llegué a Zaragoza en 1975 las visité con Antonio -de Calatorao y alumno de Geologia - Fue mi bautizo geológico en Aragón..
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