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Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

sábado, 7 de enero de 2012

Cementerios nucleares

     Ya pasó. El Gobierno español decidió dónde tiene que instalarse el ATC (Almacén Temporal Centralizado) o cementerio de residuos nucleares que hasta ahora se mandaban, previo pago, a la vecina Francia para su almacenaje y ocultación. Hasta la fecha, además de en Francia, los residuos españoles de baja y media intensidad iban a la central de residuos de El Cabril, en Córdoba, y en las piscinas de las nueve instalaciones nucleares españolas. Pero para los de alta intensidad no eran el lugar apropiado. Desde luego es posible que a partir de ahora nos ahorremos unos millones de euros por tal servicio, pues ahora somos nosotros los que tendremos nuestro particular cementerio nuclear. La localidad agraciada ha sido Villar de Cañas, en la provincia de Cuenca, como ya sabe casi todo el mundo. Y la elección del lugar  ha sido realizada entre las numerosas localidades que se ofrecieron voluntarias para albergar ese cementerio.


     Y ahí es donde viene lo desconcertante y paradójico. Está claro que no estamos tratando de un tema superficial o que no suscite la respuesta social inmediata. Ha sido y será caldo de cultivo ideal para los grupos que están en contra radical de la energía nuclear, así como para muchos de sus simpatizantes, que con o sin idea, proclaman a los cuatro vientos sus reticencias e inconvenientes, sin que hasta la fecha se haya  oído alguna cuestión que tenga que ver con algo que siempre se olvida, se margina,  se ignora, cuando no se menosprecia: la geología del terreno elegido. Independientemente de posturas a favor o en contra de la energía nuclear, ¿han escuchado a alguno de los que protestan por el cementerio nuclear que ese no es un terreno geológico apropiado? Es muy posible que algunos de los lectores de este post se queden algo sorprendidos al ver que ellos tampoco habían pensado nunca en que para poder poner una instalación de ese calibre es necesario saber con total claridad las peculiaridades geológicas del lugar. Pues sí, hace falta saberlo. Y seguro que otros pensarán que los técnicos del ministerio de industria, o como ahora se llame, habrán  tenido en cuenta la geología del terreno para tal menester. Y la verdad, eso mismo pensaba yo hasta hace poco. Hasta que vi cómo un gobierno lanzaba, hace más de un año, a la opinión de los ayuntamientos españoles la idea de que ya estaba levantada la veda para ofrecer su municipio para instalar el cementerio nuclear español. Casi me caigo de espaldas al oírlo. ¿Cómo es posible que se haga esa oferta cuando se sabe que las condiciones geológicas del lugar son decisivas para poder tener una instalación que requiere una seguridad tectónica total? No todos los sitios son válidos para eso.



     La geología del lugar elegido para la ATC de Villar de Cañas consta fundamentalmente de materiales terciarios del mioceno inferior (Ageniense), sedimentarios, en estratigrafía suavemente deformada en forma de sinclinal, en la que alternan arcillas y yesos. Estos últimos materiales, los yesos, son tremendamente solubles, siendo los causantes de la formación de dolinas y otros desperfectos del terreno cuando se disuelven, como ha pasado y pasa muy a menudo en la depresión del Ebro. Así, en principio, no parece ser una estructura geológica potencialmente peligrosa, pero no es la totalmente adecuada para ello. Además, la proximidad a la cordillera Bética, donde se producen habitualmente terremotos de no tan baja magnitud, acordémonos de Lorca, creo que son datos suficientes para replantearse la decisión actual. ¿Habría sido elegida la zona para la instalación del cementerio si no se hubiera ofrecido su ayuntamiento? ¿El ministerio se hubiera interesado por este sitio por su adecuación para lo nuclear?
     Creo que casi todos tenemos la respuesta a esas dos preguntas anteriores, aunque se nos presenten dudas al hacerlo. Pero es que el error es de planteamiento. Solo después de ver qué zonas son las geológicamente más seguras y recomendables para ello  en España es cuando se puede acotar y restringir geográficamente la oferta social para optar, como localidad, a tener algo tan sensible, complejo y peliagudo como una central de residuos nucleares. Parece increíble y produce sonrojo tener autoridades que sean capaces de iniciar este proceso de la ATC  sin contar adecuadamente con los informes previos geológicos que afirmen y constaten qué zonas de nuestra geografía son las óptimas para ese fin, independientemente de ofrecimientos municipales deseosos de que les caiga la “lotería nuclear”. Estoy convencido de que si así hubiera sido, la localidad elegida no sería la conquense. El  Ilustre Colegio de Geólogos da el visto bueno a la construcción de la ATC, tal y como apareció en prensa, como solución totalmente temporal, pues se considera que es un AGP (Almacenamiento Geológico Profundo) el instrumento más seguro y definitivo para enterrar los residuos nucleares, y no necesaria y únicamente en Villar de Cañas.
¡Que no nos pase nada!

3 comentarios:

  1. Reconozco que formo parte de los que no se habían preguntado por la idoneidad del terreno, ¡ups!

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  2. Buenas, es lo primero que pensé al enterarme de la noticia.

    Pero no ha habido un estudio geológico en profundidad? No me lo puedo creer. HELP!!!

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  3. 1. Los residuos nucleares no se mandan a ninguna parte, se almacenan en las piscinas de las centrales existentes. Los únicos residuos que se MANDARON a Francia fueron los de la desmantelada central Valdellòs I.
    2. En cuanto a la idoneidad del lugar (no solo geológicamente) y los estudios previos, Villar de Cañas ocupaba el tercer lugar. ¿Decisión política...?

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