¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Aguafiestas


Impresionante derroche en iluminación navideña. Calle Alfonso I, Zaragoza.

       No resisto la tentación de comentar el artículo publicado en Heraldo de Aragón del día 9 de diciembre de 2011, de la agencia EFE, titulado:
"Los ecologistas denuncian el derroche de luz en las fiestas navideñas", donde se especifica:
       Ecologistas en Acción ha denunciado la iluminación de unas fiestas "insostenibles" que llenan las calles de las ciudades españolas con millones de luces "en un acto de derroche" cuyo objetivo claro es el de "fomentar el consumo".
       La ONG defiende que la iluminación navideña se debe limitar a días señalados, en un horario más reducido que el actual, y con electricidad proveniente de fuentes renovables.


      


       Esto no es nuevo ni novedoso. Están en su papel. No hay forma ni nadie que se encargue como ellos de hacer sentirse mal a la gente en cuestiones medioambientales, en cualquier fecha del año. Todo, absolutamente todo se hace mal, a destiempo, desproporcionadamente, y siempre con afán destructor de la naturaleza, con o sin conocimiento de ello. Es tan ingente la cantidad de CO2  que se emite a la atmósfera con la iluminación navideña que es necesario alertar a la población de semejante mal. Y además, se “fomenta el consumo”. De libro. ¿Si esa iluminación se hiciera como en Sevilla, donde dicen que se obtiene la energía lumínica navideña del Sol (eficiente y renovable), se evitaría fomentar el consumo? Se refieren sin duda a la gran cantidad de regalos y comidas especiales que se hacen estos días navideños, aunque no creo que tengan en cuenta los desvelos  de nuestros responsables económicos que dicen que hay que reactivar el consumo para así activar la economía y ayudar a la salida de la crisis. Ni tampoco habrán caído en la cuenta de que para que ahora mismo estemos escribiendo esto, y ustedes leyendo, nos hemos tenido que enterar de su  angelical y oportuno mensaje a través de un sistema informático o comprando (maldito consumo) un periódico donde ellos han querido que se expresara su opinión. Y digo yo que eso también es una forma de colaborar en la emisión de gases a la atmósfera, que tanto nos preocupa. Parece que  les preocupa más que a la gente les vaya bien la venta en sus negocios esta Navidad, y no tengan que cerrar; que la gente pueda vivir unos días un corto paréntesis temporal con cierta ilusión, aunque sea ficticia; y sobre todo, que, y como argumentan desde la asociación valenciana Ecollum, les preocupa algo tan echado de menos en las últimas décadas por la sociedad como lo expuesto en el párrafo siguiente  sacado de las páginas del periódico El País: “Frente a la belleza con la que pretenden dotar los ayuntamientos a los municipios, los ciudadanos pasean en Navidad bajo un cielo contaminado lumínicamente, en el que todo rastro de naturaleza ha desaparecido”. De postal, ¿no?

       Sin embargo, no faltarán abundantes referencias ecologistas de alabanza a las sociedades de los países nórdicos, tan ecológicas ellas en sus actos cotidianos, pero muy parecidas a otras en temas socioeconómicos. Por ejemplo, la verde  Noruega ha encontrado un negocio perfecto. Por un lado se enriquece vendiendo su gas y su petróleo, y por otro lado vende el sobrante de su cuota de CO2 posiblemente a aquellos mismos que le compran el gas y el petróleo. Noruega le dio el Premio Nobel de la Paz a Al Gore por combatir el cambio climático y no para de transmitir a los cuatro vientos su preocupación por el calentamiento global. Esto está muy bien de cara a la galería y marketing ecologista, pero su política real consiste en firmar un acuerdo con Rusia para perforar en busca de petróleo en el mar de Barents. Los periódicos europeos, siempre en alerta y políticamente correctos con quienes quieren, armaron gran escándalo cuando se debatía en Estados Unidos la posibilidad de perforar en el Ártico, frente a las costas de Alaska, pero parece que su propio lado del Ártico no les preocupa tanto, ¿o es que a la ecologista Noruega le perdonamos todo? En formas de vida en consonancia con la naturaleza se nos hace ver que son un ejemplo a seguir, pero en alguna cuestión navideña tampoco difieren tanto de nosotros, y no solo en temas de iluminación callejera. La foto de abajo está tomada en Oslo,  dos minutos después de las campanadas de Noche Vieja. Son fuegos artificiales. ¿Increible, no? Parece un incendio, pero no lo es. Hace tanto frío en Enero que las autoridades no organizan fuegos artificiales porque nadie iría a la calle a verlos. Sin embargo, parece que todo el mundo sale a su jardín o a una ventana, enciende su fuego artificial y vuelve a entrar en casa. Eso sí, puntuales como buenos nórdicos.  ¿Eso no es derroche, consumo innecesario y produce contaminación atmosférica? Quiero imaginar que la campaña de Ecologistas en Acción  de Noruega, si existe, será implacable.

Oslo (Noruega) en la Noche Vieja.

       Y después de todo esto, saben qué es lo peor, pues que en el título del artículo de Heraldo de Aragón pone “Los ecologistas…”. Eso no es correcto. De la “parte” no puede concluirse o interpretarse el “todo”. Aquí somos muchos los que estudiamos y nos preocupamos por el medio ambiente y la ecología. Somos de ideas ecologistas, y sin pertenecer a asociaciones subvencionadas por instituciones públicas. Algo hay que corregir…, y sin echar cohetes artificiales. Insistiremos.

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