A finales de abril se despidieron del IES Ramón y Cajal de
Zaragoza los alumnos del máster de Educación Secundaria que han realizado sus prácticas en el
instituto durante mes y medio. Este curso provenían de varias especialidades,
como Lengua y Literatura, Geografía e
Historia, Física y Química, y de Biología y Geología. Muchos de ellos son
licenciados e incluso doctores universitarios que han acabado sus tesis en la
universidad o proceden de un mundo laboral del que han salido un tanto “quemados”
por la experiencia explotadora sufrida. Decidieron hacer el máster, comentan, fundamentalmente
para poder presentarse a las duras oposiciones a docentes de la educación secundaria
aragonesa, o en la que se tercie, pues ahora es requisito
imprescindible para ello.
En el instituto llevamos desde que empezó a impartirse el
máster en la universidad como centro
colaborador de prácticas en la formación docente de los futuros profesores. Y
desde entonces recibimos y oímos las mismas críticas de los alumnos en relación
con la calidad del máster que están recibiendo. Este se realiza, salvo
los periodos de prácticas, en las instalaciones de la universidad, donde ejerce
un protagonismo importante la docencia impartida desde la Facultad de Educación.
Y siempre, cada año, se repite la misma crítica del alumnado. Al parecer,
además de un gran número de horas empleadas (ellos usan otro verbo) en aprender
argumentos y materias de naturaleza
puramente psicopedagógica (que supongo que también harán falta), hay contenidos
sustanciales impartidos por
especialistas en educación que suelen
ser y les resultan, año tras año, defraudantes, vacíos de contenido, y de poca aplicación práctica en
las aulas.
Conozco personalmente a bastantes de los profesores del
antiguo “Magisterio” y ahora de la flamante y nueva Facultad de Educación de la
Universidad de Zaragoza. Y me consta que desde hace muchos años la mayoría
hacen lo que buenamente pueden y saben para formar a los maestros del futuro. Procedentes
ellos de facultades poco relacionadas con la educación, como Geológicas o Biológicas,
han tenido que reciclarse laboralmente a enseñar a enseñantes para ganarse la
vida. Pero estoy seguro que muchos de los principios y propuestas didácticas
que hacen, que se empleaban como punteras y novedosas en décadas anteriores, puede que no sea muy apropiado y efectivo el
aplicarlas hoy en día. El panorama docente y social, al menos en secundaria que
es lo que conozco algo, ha cambiado tan drásticamente en los últimos tiempos que resulta imposible y contraproducente
estancarse con prácticas didácticas de otras épocas. Y, seguramente, si conocieran un mínimo la dinámica vida de un
centro educativo de secundaria actual, con una presión de carga docente en la que
los temarios a impartir en la ESO y Bachillerato son inmensos y muy densos en contenidos, comprenderían que antiguas propuestas constructivistas no
tienen cabida o sirven de poco en la
ajetreada vida académica de los alumnos de secundaria.
Puede que sus iniciativas didácticas y supuestamente
innovadoras tengan sentido para su aplicación profesional en Educación Primaria, pero un centro de Secundaria
requiere un nivel formacional del docente alto, muy alto (como han podido
comprobar los alumnos de máster), por lo que ese nivel no puede presentarse con
resquicios actitudinales en los que quepan intervenciones con el alumnado que,
basadas en dinámicas de grupo un tanto obsoletas, hacen que el acto docente se
transforme en una sucesión de simples actividades recreativas para niños. En secundaria, al menos, no.
Sería deseable que las reiteradas propuestas en relación con la “innovación educativa” o la
”motivación del alumnado” que se hacen
desde el máster de educación tuvieran un episodio de filtrado conceptual y seria autocrítica con el fin de adecuar y
actualizar de una vez los contenidos de un máster que se exige para ser
profesor de Educación Secundaria. De lo contrario se terminará convirtiendo, si
no lo ha hecho ya, en un mero trámite burocrático más en el que la gente, en
vez de disfrutar aprendiendo a enseñar, se siente cada vez más decepcionada.
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