El alumnado que cursa el máster para ser profesores de Educación Secundaria del presente curso académico se incorporará a
los centros educativos para realizar allí
su período de prácticas (Practicum II y III) a partir del 14 de marzo. Durante casi mes y medio, aunque este periodo
incluye las vacaciones de Semana Santa, se dedicarán a intentar poner en práctica lo “aprendido”
durante los meses precedentes en la
facultad y tomarán contacto directo con los alumnos y sus entornos.
No todos los centros y tutores de los centros colaboradores
se involucran por igual, aunque está establecido que en total deben impartir al
menos 6 clases con los grupos de alumnos que el tutor del centro les asigne,
así como participar lo más activamente
posible en la vida del centro educativo: reuniones de departamento, preparación
de prácticas, evaluaciones, excursiones, etc. Esta preparación debe ser
fundamental en su formación como profesores, de tal forma que puedan conseguir
así su acreditación para poder presentarse a las oposiciones de la especialidad
académica a la que pertenecen de origen.
Hasta aquí, todo es normal y comprensible. Lo que cuesta un
poco más asumir es la extraña
posibilidad que se les ofrece a los alumnos del máster a la hora de elegir
centro educativo en el que realizar sus prácticas docentes. Resulta paradójico
que para poder optar a ser funcionarios de educación a través de una oposición,
por tanto para poder trabajar en un centro público docente, se les oferte
también la posibilidad de realizar las fases prácticas de su máster en centros educativos
privados. Y además tutorizados, lógicamente, por los profesores de esos centros, los cuales
no son funcionarios docentes, y consiguieron su puesto laboral, a juzgar por los muchos casos
que se conocen, sin competir ni demostrar conocimientos y destrezas docentes,
pero utilizando tan valorables e
importantes puntos de su currículo como ser conocidos, familiares, exalumnos, o
“enchufados” de los responsables empresarios de la educación privada de turno,
sean seglares o no.
Desde que se estipuló la necesidad de cursar ese máster de
educación para poder presentarse a las oposiciones de secundaria, el departamento de Ciencias Naturales de
nuestro instituto Ramón y Cajal de Zaragoza ha participado en la preparación
práctica de los alumnos matriculados en el mismo. Y desde el comienzo los
alumnos adjudicados al centro han comentado el desasosiego que muchos de sus
compañeros sufrían a la hora de esperar la asignación de centros de prácticas. Este
malestar se debía a que muchos de ellos, la mayoría, preferían realizar las
mismas en centros privados con la esperanza de ser contratados después en ellos
para trabajar como profesores. Curiosamente son pocos los que parecen tener decidido con antelación realizar
en centros públicos sus fases de
prácticas docentes. E independientemente de lo poco o muy significativa que pueda parecer
esta circunstancia, también se ha constatado, año a año, la escasa atención y
desinterés con el que a algunos de ellos, según han manifestado en conversaciones privadas, se
les trató en esos centros privados, tan
preocupados por el marketing y la
propaganda de cara a la galería, relegando
a un segundo plano el objetivo fundamental de la formación en prácticas de un
docente moderno, comprometido, y con acceso fácil a recursos didácticos.
Aunque parece que estos atributos no son muy valorados por todos a la hora de “formarse”
en educación, no cabe duda que deberían
instruirse preferentemente en un ambiente educativo sin ningún tipo de atadura
ideológica, sobre todo cuando realizan su periodo de formación a través de un
máster organizado e impartido desde una
institución universitaria pública estatal.
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