La asignatura de Geología que se imparte en el bachillerato
fue materia examinable en las pruebas de acceso a la universidad hasta que hace ya unos cuantos años se eliminase de las mismas. Pasó a ser
considerada desde hace más de una década como “optativa”, y por tanto, de menor
rango que las de ciencias tradicionales como la Química, Física, Matemáticas o
Biología. En estos momentos, y tras muchas vicisitudes y esfuerzos de muchos
colectivos geológicos, se ha conseguido que las ciencias geológicas estén en
igualdad de oportunidades de elección que el resto por los alumnos de
bachillerato. Y veremos cómo queda en las nuevas pruebas de selectividad
previstas.
Pero la batalla no está ganada del todo. En cuanto a
discriminación, no solo hay que luchar con los estamentos políticos encargados
de hacer, rehacer, remodelar, o politizar, los currículos académicos que se
imparten en la educación secundaria obligatoria y en el bachillerato, sino que
hay que dar la talla para conseguir una adecuada aceptación y una consideración de la geología
como ciencia de primer orden por parte de muchos compañeros, sobre todo, de
otros departamentos científicos de los centros educativos. No se trata aquí
de exponer un lamento victimista en
relación con la situación que actualmente se vive la geología en muchos
centros, pero sí puede hacer un breve
análisis de lo mucho que queda por hacer al respecto.
Quien tenga un mínimo de relación con profesores
universitarios del ámbito de las ciencias antes citadas se habrá percatado de
la consideración que sobre la geología tienen algunos, por no decir muchos o
casi todos. La geología es considerada por ellos como la hermana pequeña de las
ciencias, la “maría” de todas ellas, por, argumentan, su simplicidad y casi
infantil relato en todos sus campos o especialidades. No da la talla, dicen,
como una ciencia “de verdad”. Por supuesto, los geólogos estamos para ellos muy
por encima (son muy considerados…) de los profesionales de carreras
universitarias consideradas de “letras”, como geógrafos, historiadores,
filósofos, maestros, traductores, etc. En su opinión, estas gentes están en el
tercermundismo académico respecto a los conocimientos que un universitario de
altura debe tener. Esto puede
comprobarse fácilmente en algunas sutiles respuestas en entrevistas a
científicos, en reportajes escritos, o
en famosas series televisivas (Big Bang
Theory, por ejemplo). En cada reunión anual de coordinación de la asignatura “Ciencias de
la Tierra y mediambientales”, que se realizan en la facultad de geológicas, se suele hacer
referencia a este tipo de encasillamiento académico y discriminación que sufre
la geología, tomándolo en general con resignación y sin ver una posible
solución inmediata, aunque entre abundantes risas y con buen humor.
Pero no solo es en la universidad donde se tiene así de bien
considerados a los geólogos. En muchos departamentos docentes de ciencias de los centros de secundaria
también hay ciertas reticencias respecto al “nivel” científico que se tiene
siendo geólogo. Y no solamente viene este tipo de desprecio por parte de
físicos, químicos y matemáticos, sino que en ocasiones (no siempre ni todos, por supuesto) son los propios
compañeros del departamento de Ciencias Naturales, los biólogos o veterinarios,
los que más demuestran su falta de consideración profesional hacia los
geólogos. Seguramente muchos de los geólogos profesores de secundaria que lean
esto habrán pasado por alguna experiencia penosa que habrán tenido que sortear
con cierto ingenio y humor geológico, ante las miradas por encima del hombro
sufridas por sus sesudos colegas.
No soy psicólogo. Pero a lo largo de los muchos años de
experiencia docente se avivan una serie de percepciones con la gente, no solo
con el alumnado, que te permite saber con quiénes te estás jugando los cuartos,
en cuanto a desarrollo profesional se refiere. Y no se suele fallar en el diagnóstico cuando se analiza con detalle
el comportamiento de alguno de estos individuos que se creen algo especial por
el hecho de ser de otra especialidad científica que no sea la geología. Suele
ser habitual que esta gente padezca cierto nivel (normalmente muy alto) de
complejo de inferioridad. Cuando se sufre este complejo puede surgir (no
siempre) un impulso juzgador, autocomplaciente, agresivo y devaluador de todo
el que te rodea, sea quien sea, que les hace sentir mejor, que no bien, y les
hace su vida laboral un poco más llevadera en sus centros de trabajo, al menos
momentáneamente. Lo que no tienen en cuenta, los pobres, es que se les conoce.
Que casi siempre son observados por los demás como alguien que sufre, que
padece su propia personalidad, y que dan pena más que otra cosa. Por eso
pierden poco a poco la energía académica
necesaria para el día a día en un centro de secundaria (que es mucha),
terminando casi siempre en una especie de amargura personal muy difícil de
superar sin ayuda.
Por suerte, desde que en los centros docentes de secundaria
se han ido incorporando abundantes geólogos en los departamentos de Ciencias
Naturales, la percepción que consigue el alumnado de la naturaleza se ha
completado por fortuna de manera drástica, en cuanto a la comprensión
de fenómenos relacionados con la dinámica terrestre, la obtención de recursos materiales, y la
generación de una conciencia medioambiental basada en conocimientos también
geológicos. Y eso es debido, en esencia,
a la tendencia docente a
desarrollar con amplitud, en los currículos de los diferentes cursos académicos,
los bloques temáticos relacionados con
la geología, los cuales fueron impartidos en muchos casos y durante muchos años
como si se tratara de una pincelada sin importancia.
ResponderEliminarPor si es de vuestro interés o utilidad. Tenéis pdf con buena definición en el repositorio del CSIC, la Tabla(referente) está en español e inglés: https://digital.csic.es/cris/rp/rp06041, pongo a vuestra disposición. Abrazo desde Granada. Si consideráis lo podéis pasar a los compañeros.