Es un lugar turístico. El nacimiento del río Cuervo, junto a
Tragacete (Cuenca), es anualmente visitado por miles de personas que
aprovechan, la mayoría, su excursión a Cuenca y la ciudad encantada para
acercarse hasta este lugar. Muy cerca de los Montes Universales, la zona está
nutrida de abundantes nacimientos de ríos tan señeros en nuestra geografía como
el Tajo, el Cabriel, el Ebrón, o el mismo río Cuervo, entre otros.
El río Cuervo presenta un punto de nacimiento verdaderamente
excepcional. Las aguas de lluvia y escorrentía son recogidas en las zonas altas
de las muelas y resaltes calcáreos de la zona, infiltrándose en grandes
cantidades por las grietas y fisuras que abundan en esos relieves debido a la
existencia de un desarrollado modelado kárstico. El recorrido de las galerías y
salas de esas cuevas allí formadas alcanza en profundidad hasta unos potentes
niveles de dolomías y margas, que por su naturaleza más impermeable impide que
las aguas infiltradas sigan en su recorrido natural hasta más abajo, por lo que
afloran en superficie a través de surgencias por encima de esos niveles, al ser
cortados por el relieve, y dando lugar a las famosas caídas de aguas del
entorno natural del nacimiento del río.
Esa agua favorece la formación de tobas travertínicas
debido a la gran cantidad de carbonato disuelto que lleva, generando un bello
espectáculo de cascadas, caídas y resaltes a modo de “estalactitas” que decoran
y tapizan la ladera montañosa desde el nacimiento hasta el nivel del cauce ya bien formado río abajo.
Desde un punto de vista geológico, aunque peculiar, se trata
de un tipo de nacimiento común. Muchos ríos nacen en relación con fenómenos
kársticos, aunque hay que reconocer que no es habitual el contemplar imágenes
así de vistosas como las que nos ofrece el río Cuervo. Sin embargo, uno de los principales
atrayentes que este nacimiento de río tiene se basa en su fácil acceso hasta el
mismo punto de afloramiento de las aguas en la roca. Y es muy posible, (lo
desconozco hasta ahora, aunque es su práctica habitual), que haya colectivos
conservacionistas que hayan emitido su crítica opinión respecto a la
masificación de visitantes que supone el hacer “tan fácil” el acceso y visita a
este espectáculo natural. Y, sobre todo, que no se hayan oído opiniones
contrarias a la intrincada infraestructura de madera instalada para acceder
hasta el mismo punto del amanadero de agua, resulta muy significativo y casi
sospechoso.
La instalación permite el acceso a todo tipo de personas,
con o sin minusvalía física, por lo que ha sido necesario modificar el entorno
de una manera contundente. Desde verjas metálicas aislando zonas de especial
relevancia botánica en el camino de ascenso, hasta plataformas de madera
flotantes que impiden que se pise el suelo y, por tanto, se deteriore con el
pisoteo constante. Pero, sin duda, lo más sorprendente es el acercamiento de
estas plataformas y senderos “artificiales” hasta el mismo punto de salida del
agua del río Cuervo. Parece increíble, pero así es. El público puede disfrutar
de esta belleza natural a no más de 5 metros de la salida por una grieta del
abundante caudal del río.
Infraestructuras de acondicionamiento del afloramiento: verjas, y plataforma volante de madera protectora del suelo. |
Pues bien, aunque no sea objeto de protesta ecologista este
tipo de infraestructura artificial distorsionadora de este entorno natural, y
sea más que cuestionable el impacto ecológico que supone el acceso continuado
(al menos en temporada turística) de tantas personas que irrumpen en un entorno de gran valor natural, creo que esta
iniciativa de desarrollo debe ser valorada muy positivamente. En primer lugar,
la adecuación para la visita de este nacimiento fluvial es la base de su más
que aceptable conservación actual. En segundo lugar, cuando los entornos
naturales se conocen y aprecian por su belleza tienden a ser mayoritariamente
respetados y valorados por la sociedad.
Y para ello, hace falta que se facilite el acceso y se acondicione el lugar
para el disfrute de la mayor parte posible de la población. La naturaleza solo
se respeta si se sabe el valor patrimonial natural que ofrece, y para ello hay
que dar a conocer lo mejor posible las
características más peculiares del lugar a conservar. Por eso, la socialización
de estos lugares naturales tan emblemáticos permite que una mayoría de personas
los conozca y disfrute, lejos de ser exclusivos para expertos montañeros o
especialistas en las ciencias naturales, lo que favorece la aceptación por
parte de esa sociedad de las numerosas normas, restricciones, y requisitos exigidos para la visita que
la propia administración de la naturaleza impone para su conservación. Y en este
sentido el nacimiento del río Cuervo es un buen ejemplo de cómo usar turísticamente un entorno natural conservándolo a la vez.
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