Hace ya un tiempo que tengo la intención de escribir una
breve entrada sobre este tema. Los parques de las ciudades, esos "refugios de
naturaleza en la selva de asfalto", como algunos han llamado en ocasiones, creo
son merecedores de alguna consideración, aunque sea breve, pero distinta
a lo habitual. A fecha de hoy el grupo Ecologistas en Acción ha denunciado la
gran contaminación en las abarrotadas calles madrileñas, siendo los parques urbanos los
únicos sitios, según ellos, donde se puede respirar con cierta normalidad y sin
peligro de perjudicarse la salud. Y seguro que tienen razón. Si visitan las
páginas webs de parques españoles comprobarán que incluso hay un concurso on line en vigor en el que se pretende
elaborar una lista con los diez parques más "bonitos". Y es que ¿quién no se ha
maravillado alguna vez en un parque urbano con sus elementos decorativos? El Retiro de Madrid, el de Maria
Luisa de Sevilla, o la Ciudadela de Barcelona son casi de visita obligada en
esas ciudades, pudiendo comprobar in situ
la gran cantidad de dinero que allí se invierte en "conservar" y "adecentar"
sus instalaciones. Se usa una naturaleza domesticada por el hombre para solaz y
descanso visual de los habitualmente ajetreados urbanitas. Si serán sitios
adecuados medioambientalmente que incluso se respira bien allí, en relación, claro está, con el resto de la
ciudad. Pero, ¿qué tienen esos parques urbanos, en general, de "refugios naturales"?
Parque Oliver, Zaragoza. |
Zona de juegos en Parque Oliver, Zaragoza. |
Viviendas junto al Parque Oliver, Zaragoza. |
Lo único que no solemos tener en cuenta muchos de los que
nos preocupamos por la conservación del medio ambiente es algo tan sencillo
como comprobar si ese precioso decorado "natural" es el que corresponde al ecosistema propio del
área climática en el que está la ciudad en cuestión. No nos damos cuenta ni
nosotros ni los guardianes de la ortodoxia ecologista, pues no he tenido la ocasión de ver ni una sola reivindicación de
grupos conservacionistas que pida o exija a la administración que el principal
criterio a usar en toda intervención dirigida a la realización de un espacio de ocio
de tipo "natural", como un parque, no
puede saltarse a la torera las leyes que la propia naturaleza impone. Y respecto
a este asunto les propongo que recuerden las imágenes que retuvieron en sus
retinas de sus visitas a los parques urbanos en los últimos años. Si lo hacen
comprobarán que el diseño actual de esos parques, lejos de aproximarse al
ecosistema circundante, quiere mostrar al visitante una distribución de
espacios obtenida de un sesudo diseñador, habitualmente minimalista y creyéndose muy
concienciado ecológicamente, que no dudará en dejar su impronta artística
personal, justificando que ese diseño se ajusta a las verdaderas
necesidades humanas en cuanto al auténtico contacto con la naturaleza. Por eso
recordarán que los parques actuales se conciben, sea cual sea la ciudad
española, con unas grandes extensiones abiertas de césped, sin apenas arbolado
y cobijos, con lo que el impacto visual que se percibe en esos recintos explica y justifica una naturaleza sometida por completo, siempre bajo
nuestros pies. Seguro que conocen otros tipos de parque, pero estos que
describo someramente son los que en las dos últimas décadas han decorado los
nuevos barrios de nuestras ciudades.
Pero el problema no es de ese especial diseño, en sí mismo, sino de lo apropiado o no que resulte teniendo en cuenta las condiciones
ambientales del lugar donde se construya. Que una gran extensión de verde
césped se disponga en un parque de Asturias o Galicia a nadie le puede parecer
extraño, pues todos sabemos el nivel de precipitaciones de esas zonas. Pero es que, casi tomando modelo
del londinense Hide Park, se hacen igual en Andalucía, Valencia, Murcia o
Aragón. Y se habrán fijado que las tres primeras comunidades citadas son,
dicen, deficitarias en aguas. En Aragón, ya saben, "sobra agua" para muchos,
pero eso no significa que se puedan hacer parques como los que se ven en las
fotos. Se trata del Parque Oliver, en el barrio zaragozano del mismo nombre,
inaugurado en 1993 tras una larga insistencia de la asociación de vecinos que
desde años atrás pedía tener en su barrio un parque como los demás. Y ya ven, les
hicieron "eso": grandes extensiones de césped, un lago con patos, grandes
corredores con bancos, ¡ah! y sin olvidarse de unos pequeños huertos para
jubilados. Un "completo". El vecindario del barrio quedó encantado, se entusiasmó
con el nuevo parque y desde entonces es centro de actividades recreativas. Lo
curioso es que no vimos jamás una protesta o reproche ecologista respecto al
diseño y construcción de un parque en el que para su conservación hacen falta miles y miles de litros de agua
para mantener verde una gran extensión de terreno (130 ha) inmersa en el bello
ecosistema estepario, seco y gris, de los alrededores de Zaragoza. Y lo más
grotesco es ver a los mismos responsables medioambientales de la ciudad que protestaban
por las escolleras de las riberas del Ebro cuando la Expo 2008, defender unos
años antes, y promover socialmente, un parque con unas necesidades hídricas
descabelladas. Ante su insistencia para que usáramos didácticamente el parque
durante nuestra práctica docente en el barrio, se les contestó que lo usábamos, pero para
explicar cómo NO debería ser un parque.
Comprenderán después de estas consideraciones que sigue resultando urgente un proceso de intensa formación de la
ciudadanía en temas de naturaleza ecológica, sin extremismos ni demagogias. No
debemos confundir nunca “verde” con “bonito”, y ni mucho menos con algo “natural
y ecológico”. Pueden ser sinónimos, pero de casualidad.
Enrique, tu reflexión me parece muy acertada, sensata y equilibrada y estoy conforme contigo en que la base de este problema -como el de tantos otros- es la educación... Pero si la mayoría carece o carecemos de una buena educación general, ¿cómo vamos a tener formación medioambiental? Con todo, tus observaciones me parecen estupendas y necesarias: poco a poco irán calando en la sensibilidad común y ayudándonos a entender mejor el medio ambiente y el mundo donde vivimos; al menos eso espero... Saludos.
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