Homo heidelbergensis. Reconstrucción. |
Mucho
se ha escrito en los últimos tiempos sobre la edad de los restos humanos
encontrados en la Sima de los Huesos de Atapuerca. Los paleoantropólogos responsables de ese yacimiento acaban de
modificar la edad de los humanos allí encontrados, una vez más, y esta vez
llegan hasta casi los 600.000 años. Es
necesario recordar que la costra estalagmítica que recubría el sedimento de la
sima fue datado en los primeros estudios que se hicieron en cerca de
350.000 años, lo que resulta un tanto paradójico con la nueva datación.
Pero además de esta discusión sobre la edad del relleno de esa cueva, la explicación de cómo llegaron hasta allí los restos humanos y de osos también es objeto de interpretaciones un tanto fantásticas. La idea más divulgada se centra en explicar dicha acumulación ósea a través de ritos funerarios humanos. Oficialmente se estableció la existencia en Atapuerca de una ancestral tradición funeraria en la que los humanos preneandertales (Homo heidelbergensis) eran capaces de honrar a sus muertos con ciertos ritos consistentes, en esencia, en un “enterramiento” basado en arrojar sus restos al fondo de esta sima de casi 17 metros de profundidad. Una de las pruebas que apoyarían estas ideas sería el hallazgo entre los sedimentos y huesos de un bifaz de cuarzo (el famoso “excalibur”) considerado como ofrenda especial a esos muertos.
La verdad
es que esta cinematográfica hipótesis queda hasta bonita. A no ser por la
coincidencia de que ese mismo sedimento
haya ofrecido miles de huesos de oso (Ursus deningeri), los cuales no parece
muy posible que nadie los echara allí a propósito. Esta hipótesis del
enterramiento podría quedar más bien como idea exótica y pionera en el mundo
entero en cuanto a una posible reconstrucción paleoecológica y comportamientos
humanos se refiere de los homínidos de Atapuerca.
Se han pensado otras posibilidades a la hora de
explicar el origen de la amalgama de
huesos de la sima. Una de las ideas muy a tener en cuenta, en mi opinión, es la de acumulación de restos por la llegada
de flujos masivos de sedimentos con
humanos y osos como consecuencia de avalanchas de sedimentos producidas en el interior
de la cueva. Estas se producirían a causa de
episodios exteriores de lluvia torrenciales, puntuales pero intensos,
cuyos lodos arrastraban los restos
humanos desde las amplias salas kársticas situadas en cotas por encima de la
sima. Además, no han aparecido ejemplares humanos completos en el relleno de la Sima de los Huesos, solo un 40% de los esqueletos aproximadamente, lo que desmantela
la hipótesis de los enterramientos voluntarios de cuerpos muertos. ¿Qué pasó
con el resto de las piezas esqueléticas? También la presencia masiva de osos
(aunque no son la única especie registrada) se puede justificar con el mismo argumento de arrastre
por lodos de restos acumulados en oseras
del interior de la cavidad. La depredación y/o carroñerismo interespecífico
permite explicar la asociación de estas especies en el yacimiento.
Esquema de la Sima de los Huesos. Atapuerca. |
Emiliano
Aguirre, primer director del Proyecto Atapuerca entre los años 1979 y 1990 y
Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica de 1997, y
a cuyo equipo tuve el honor de
pertenecer, ha argumentado y expresado en numerosas ocasiones la
posibilidad de la depredación y arrastre posterior de restos humanos y de osos.
El gran proyecto de investigación de la Sierra de Atapuerca se vio sometido
desde la jubilación de Emiliano Aguirre en 1991 a una codirección que es responsable
de lo que mediáticamente se ha dado a conocer de ese yacimiento, incluida la
hipótesis de los enterramientos rituales de humanos en el fondo de la Sima de
los Huesos. Pero quedan muchos datos poco explicados o muy confusos. ¿Cómo se
explica en un enterramiento humano masivo la ausencia de casi el 60% de los cuerpos
estando el 40% restante con signos de mordidas en sus huesos por otros animales?
¿Y la acumulación masiva de osos en el mismo lugar? ¿Y cómo se justifica paleontológicamente
la amalgama, cual barro “granosostenido”, de tantos huesos en general, en un poco
potente sedimento arcilloso? ¿Y por qué no se diferencian niveles o subniveles en ese registro estratigráfico cuando son
(eran…) totalmente reconocibles? ¿No se han visto? ¿Y qué explicación se da a
la falta significativa de otras especies de mamíferos grandes en ese relleno?
Esta y otras muchas preguntas deben ser seriamente contestadas a la sociedad
por el colectivo científico responsable del estudio de Atapuerca en la
actualidad.
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