¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

martes, 18 de marzo de 2014

Ocho kilos.



Cordillera del Himalaya.
     Esos son los kilogramos de basura que las autoridades nepalíes exigen ahora a los alpinistas que bajen de la cima del mundo, en el Everest, cada vez que suban. Parece mentira pero es verdad. Miles de toneladas de basuras se esparcen por las montañas del Himalaya dejadas por los muchos montañeros que suben hasta allí, no sé muy bien para qué.
¡Basuras ecológicas!
 

Basuras en el Himalaya. ¿Esto es necesario y no evitable?
     Resulta que en muchas ocasiones los estamentos públicos subvencionan generosamente a estas cuadrillas de héroes mediáticos para que cumplan sus sueños subiéndose a las montañas más altas del planeta, como las himalayas. Y está claro que no suben “a pelo” ya que para llegar a más de 8.800 metros de altura hacen falta unas infraestructuras y  medios materiales, además de la  ayuda humana de los locales, que solo se consiguen en el mundo occidental. Mochilas, vestimentas sintéticas, calzados especiales, cuerdas, alimentos casi imperecederos, dispensadores de oxígeno, además, dicen ellos, de mucha “preparación psicológica”. Nada de lo que parece ser necesario para subir tan alto tiene tintes de “natural”. Todo ello es fabricado con ese fin desde los más especializados talleres europeos y norteamericanos que se encargan de utilizar las  tecnologías más avanzadas para que estas gentes puedan clavar en lo más alto del mundo la banderita de su país, comunidad,  ciudad , o de la empresa que subvenciona.
Cadáver humano en las faldas del Everest: ¿basura?
 
Campamento de montañeros.
     Toda la parafernalia montañista puede ser admirada o criticada. Puede parecer algo “normal” o una extravagancia. Puede parecernos incluso una actividad deportiva (es como nos lo venden). O incluso la consecución de grandes logros para la especie humana al demostrar  que algún ejemplar de la misma (cada vez más)  es capaz de llegar a la cima del mundo, ¡casi nada! Pero lo que resulta alarmante desde un punto de vista medioambiental es la gran incoherencia que supone el practicar el montañismo, actividad aparentemente teñida de amor por la naturaleza, y pertenecer al colectivo que causa uno de los mayores impactos ecológicos sobre la montaña. Las toneladas de basura (principalmente inorgánica) dejadas al aire libre en las laderas del monte, en especial en la cordillera del Himalaya, además de abundantes cadáveres humanos, no es de recibo ni propio de gente que, en apariencia, rezuman ecologismo por todos los poros de sus cuerpos. Esos desperdicios, contaminantes y muchos de ellos  de largos periodos de descomposición, no son dejados allí por los recalcitrantes hiperdesarrollistas urbanos que solo pretenden ganar dinero a costa de lo que sea, incluida la naturaleza. Son dejados por exquisitos defensores, por lo menos dicen serlo aquí abajo, de la ecología, lo natural y supongo que también de la limpieza. Aunque visto lo visto es para dudar de todos ellos. ¡Será que no son tan conservacionistas! ¿No se le ocurrirá a Ecologistas en Acción o Greenpeace hacer una campaña dirigida a los alpinistas para que no ensucien por donde pasen? ¿Por qué no protestan por ese asunto tan vistosamente como ellos saben hacerlo? No se entiende nada. ¿O sí…?
 
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