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Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

sábado, 15 de junio de 2013

Copiar en los exámenes: vergüenza docente.


   Todos los años para estas fechas se repite la misma historia. Ha habido que reforzar las medidas de seguridad en los exámenes de selectividad de toda España para asegurarse que los alumnos no copien. En los últimos tiempos se han hecho famosos los botes y bolígrafos de "Tipp-Ex" con laterales transformables en largos textos extensibles, o las calculadoras y relojes con información  dentro, sobre todo de asignaturas como Historia o Filosofía. Esto no es nada nuevo. Siempre se ha intentado copiar en los exámenes y todavía se siguen haciendo experimentos de copia, cada vez más sofisticados. En nuestros tiempos se llevaba mucho lo de "grabar" en los laterales de plástico de los bolígrafos "bic" algo que no se  metía en la cabeza.




      Hace unos días pude ver en la sala de profesores de mi centro uno de esos “inventos” para copiar. Lo había "pillado" el profesor  en uno de sus exámenes. Cuando vi el invento del alumno me dio pena por él, pues suspendía el examen,  aunque lo que  verdaderamente me dio fue vergüenza. Sí, mucha vergüenza. Y no porque todavía hoy se mantenga esa tradición de falsear (eso es lo que es) el resultado de un examen trampeando y engañando, sino porque exista, en especial en las asignaturas llamadas de "letras", esa posibilidad. Me explico.  Los exámenes deben ser la comprobación de que el alumno ha asimilado una materia, estando dentro de esa asimilación muchos factores que no pueden confluir solo en el memorístico. Si un docente se empeña en querer que sus alumnos memoricen lo que viene en  apuntes o en un libro de texto (tendrían que ver algunos…) para después soltarlo por escrito en un examen se puede dar, como se da, esta situación vergonzosa.


     A mi juicio, creo que los verdaderos culpables de que esto se produzca son determinados profesores. Y quiero aquí excluir de esos "determinados" a la mayoría de los profesores de las asignaturas científicas y tecnológicas, que por la propia naturaleza de su materia hace que sea casi imposible el ejercicio de la copia masiva en los exámenes. Si alguien diseña un examen que puede ser copiado íntegramente por el alumno, demuestra ser  poco exigente consigo mismo en su perfil profesional y un tanto mediocre, ya que si entiende la docencia, por muchos años de experiencia que tenga como en algunos casos que conozco, como un vehículo conducente a desarrollar  únicamente la memoria  en vez del razonamiento, o la relación de ideas y conceptos, o incluso el discernir elementos o hechos coincidentes o contrapuestos de una materia, se convierte en un simple conductor o marcador de hasta qué página del texto llega la materia para un examen. Eso no es ser un profesor. Pero claro, de los centros de secundaria salen así de preparados para poder afrontar el examen que les hacen los profesores de la Universidad,  basados en el mismo criterio: memoria y más memoria.


     Por eso creo que cuando aparece en prensa  información referente a las artimañas de copia de los alumnos siento un gran rubor profesional. Primero porque sé que muchos  consideran el hecho casi divertido, cuando no lo es en absoluto; y segundo sé también que otros pueden usar este fenómeno para atacar aún más,  generalizando, al colectivo docente, al considerar que si hay alumnos que intentan copiar en un examen es porque el aprobar es tan sencillo que se consigue simplemente con memorizar un texto y soltarlo en un papel… o hacerse una buena chuleta. Y lo triste es que en muchos caso es verdad. Eso no es calidad de enseñanza, aunque, por suerte, no todo el profesorado ejerce una docencia así. Si la enseñanza es comprensiva y deductiva no hará falta hacer  exámenes exclusivamente  basados en la memoria.




1 comentario:

  1. Enrique me encanta pasear por tu blog.
    Cuídate amigo.
    Aunque muchas veces no escriba te leo siempre.
    Abrazo grande.

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