Todos los años para estas fechas se repite la misma historia.
Ha habido que reforzar las medidas de seguridad en los exámenes de selectividad
de toda España para asegurarse que los alumnos no copien. En los últimos
tiempos se han hecho famosos los botes y bolígrafos de "Tipp-Ex" con laterales transformables
en largos textos extensibles, o las calculadoras y relojes con información dentro, sobre todo de asignaturas como
Historia o Filosofía. Esto no es nada nuevo. Siempre se ha intentado copiar en los exámenes y todavía se siguen haciendo experimentos de copia, cada vez más sofisticados. En nuestros tiempos se llevaba mucho lo de "grabar" en los laterales de plástico de los bolígrafos "bic" algo que no se metía en la cabeza.
Hace unos días pude ver en la sala de profesores de mi centro uno de esos “inventos” para copiar. Lo había "pillado" el profesor en uno de sus exámenes. Cuando vi el invento del
alumno me dio pena por él, pues suspendía el examen, aunque lo que
verdaderamente me dio fue vergüenza. Sí,
mucha vergüenza. Y no porque todavía hoy se mantenga esa tradición de falsear
(eso es lo que es) el resultado de un examen trampeando y engañando, sino porque
exista, en especial en las asignaturas llamadas de "letras", esa posibilidad.
Me explico. Los exámenes deben ser la
comprobación de que el alumno ha asimilado una materia, estando dentro de esa
asimilación muchos factores que no pueden confluir solo en el memorístico. Si
un docente se empeña en querer que sus alumnos memoricen lo que viene en apuntes o en un libro de texto (tendrían que
ver algunos…) para después soltarlo por escrito en un examen se puede dar, como se da, esta
situación vergonzosa.
A mi juicio, creo que los verdaderos culpables de que esto se produzca son determinados profesores. Y quiero aquí excluir de esos "determinados" a la mayoría de los profesores de las asignaturas científicas y tecnológicas, que por la propia naturaleza de su materia hace que sea casi imposible el ejercicio de la copia masiva en los exámenes. Si alguien diseña un examen que puede ser copiado íntegramente por el alumno, demuestra ser poco
exigente consigo mismo en su perfil profesional y un tanto mediocre, ya que si
entiende la docencia, por muchos años de experiencia que tenga como en algunos casos que conozco, como un vehículo conducente a desarrollar únicamente la memoria en vez del razonamiento, o la relación de
ideas y conceptos, o incluso el discernir elementos o hechos coincidentes o
contrapuestos de una materia, se convierte en un simple conductor o marcador de
hasta qué página del texto llega la materia para un examen. Eso no es ser un profesor. Pero claro,
de los centros de secundaria salen así de preparados para poder afrontar el
examen que les hacen los profesores de la Universidad, basados en el mismo criterio: memoria y más
memoria.
Por eso creo que cuando aparece en prensa información referente a las artimañas de copia
de los alumnos siento un gran rubor profesional. Primero porque sé que muchos consideran el hecho casi divertido, cuando no lo es en absoluto; y segundo sé también que otros pueden usar este
fenómeno para atacar aún más, generalizando, al colectivo docente, al
considerar que si hay alumnos que intentan copiar en un examen es porque el
aprobar es tan sencillo que se consigue simplemente con memorizar un texto y
soltarlo en un papel… o hacerse una buena chuleta. Y lo triste es que en muchos caso es verdad. Eso no es calidad de
enseñanza, aunque, por suerte, no todo el profesorado ejerce una docencia así. Si la enseñanza es comprensiva y deductiva no hará falta hacer exámenes exclusivamente basados en la memoria.
Enrique me encanta pasear por tu blog.
ResponderEliminarCuídate amigo.
Aunque muchas veces no escriba te leo siempre.
Abrazo grande.