No seré yo en estos momentos quien vaya, como muchos indocumentados, en contra del colectivo docente, al que pertenezco, pues bastante
tiene con aguantar la situación desastrosa que está sufriendo a partir de este
curso. Por todos es de sobra conocida la reducción de puestos de trabajo a los
interinos en enseñanzas medias, así como la eliminación de puestos de trabajo
ya existentes, algunos tan importantes como los dedicados a la enseñanza compensatoria de alumnos especiales o la eliminación de
personal de bibliotecas.
Pero me mueve a escribir esta entrada alguna que otra
intervención o manifestación que en las últimas semanas he estado viendo en mi
más próximo entorno zaragozano educativo. Resulta que muchos integrantes de las
manifestaciones vestidos con la popular camiseta verde en protesta por los
recortes educativos, vergonzosos ellos y no aceptados en absoluto por mi parte,
que quede claro, son, y han sido, miembros de los equipos directivos de
numerosos centros, de educación primaria y secundaria, que han salido a manifestarse
cuando han considerado oportuno, para expresar su repulsa por la situación de
ajuste actual. Incluso se inclinaron mediáticamente con la amenaza de dimitir
de sus cargos si la cosa continuaba y se empezaba el presente curso con las
nuevas condiciones de recortes. Pero una vez más, a muchos de estos, en mi opinión, falsos
progresistas, se les ha ido la fuerza por la boca. No solo no ha dimitido
nadie, que yo sepa, sino que además, están todos esos equipos directivos
disfrutando de la disminución de horas lectivas que la nueva normativa les
aplica. Así como el resto del profesorado ha tenido que ver aumentado su
jornada lectiva de 18 a 20 horas semanales, los miembros de los equipos
docentes, que tenían hasta ahora, en los centros de tamaño medio, una carga
lectiva que oscilaba entre 9 y 12 horas, se han visto “gratificados” por la
administración del PP con una sencilla y llevadera jornada lectiva semanal de 4
horas. Y eso los muy cumplidores, pues los dirigentes de algunos centros, como,
por poner un ejemplo, el señor director del instituto donde yo ejerzo mi docencia,
que imparte 2 horas semanales de clase directa con alumnos y tengo entendido, pues no figuran en el estadillo hecho público por él mismo, que se ha “autoadjudicado”
otras 3 horas lectivas dentro de un programa de salud en centros, al que le
corresponden esas 3 horas citadas, y en las que rozarse con un alumno es
pura casualidad. Eso sí, el mismo que manifiesta siempre
que puede el malestar que siente al haber tenido que cerrar la biblioteca del
instituto como consecuencia de los recortes de personal, ha ido vestido con
camiseta verde casi todo el final de curso pasado, e incluso en la recepción de padres del presente. Creo que sobran los comentarios respecto a este tipo de luchadores sociales.
Mención aparte, eso sí, merecen los grandes líderes democráticos
representados por los antiguos directores de centros, casi todos ellos muy
indignados con los recortes actuales (no es para menos), pero que no son
capaces de renunciar a cobrar mensualmente el complemento de dirección que
cobraban cuando estaban en activo en ese cargo y que, “democráticamente” consolidan en su nómina por estar 4 años seguidos en el mismo cargo , hasta el final de su vida laboral. Les
debe parecer un gasto necesario. Es algo parecido a lo de las pagas de pensión
máxima de los diputados del Congreso con 7 años de servicio cuando salen de su chollo, que
tanta tinta ha hecho correr, pero aquí
calladamente, y bajo la bandera progresista de lo “fetén” que representa ser
autoridad educativa afín al PSOE (lo
introdujo este partido) y, por tanto, poseedores de ejercer y aplicar (dicen) normas justas y “sociales”.
En fin, podría seguir comentando incoherencias educativas,
sociales y de comportamiento en nuestro entorno educativo, pero creo que por
ahora es suficiente. Desde luego, no podemos llevarnos las manos a la cabeza
cuando, conociendo estas cosas, la gente se escandaliza del colectivo educador.
No son todos los que estamos, pero los que están haciendo eso hacen un mal
impresionante al resto de los que nos tomamos nuestra profesión como algo
transcendente y profundamente importante para la sociedad, con o sin aumento de carga lectiva. Por favor, no nos
confundáis a muchos docentes, la mayoría, con esta gente que tanto se aprovecha de los demás, sin dar nada a cambio. Hay de todo en todos
los gremios, pero está claro que algo tenemos que hacer. Este puede ser el momento.
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