¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

domingo, 21 de octubre de 2012

Inundaciones y geología.

Río desbordado en Sádaba (Zaragoza)

     Se están pasando muy malos y problemáticos días en el este español, y en especial al norte de Aragón. Es debido a las inundaciones que  han arrasado literalmente muchas zonas y localidades próximas a varios cauces fluviales. No solo no ponemos en cuestión los gastos derivados de la necesaria intervención reparadora, sino que deseamos que todas las instituciones se vuelquen con las ayudas a todos los afectados por tan desagradable circunstancia. Una catástrofe de esa envergadura resulta difícil de solucionar técnicamente, además de dar respuesta  a toda la población afectada. Vaya aquí toda nuestra solidaridad.
     Pero si analizamos las imágenes que se han mostrado en prensa y las que muchos profesionales y  aficionados han sacado de esta penosa situación, no nos queda más remedio que decir que,  lejos de poder evitar que las inundaciones fluviales se  produzcan, sí que se podrían haber minimizado los daños humanos y materiales si se hubieran tenido en cuenta una serie de cuestiones relacionadas con las ciencias ambientales y la geología. Y este comentario entronca directamente con mi anterior entrada del blog relacionada con la eliminación de la asignatura de Geología en todos los centros educativos preuniversitarios, prevista en el anteproyecto de ley educativa enviada a las Cortes españolas.
Desbordamiento fluvial en Castiello de Jaca (Pirineo aragonés). Ver chalet adosado arrasado por estar en la llanura de inundación.
Inundaciones y arrasamiento de viviendas por su inadecuado lugar de costrucción.
     Si se observan esas fotos  se puede comprobar que la mayor parte de las zonas urbanas afectadas corresponden con áreas de nueva edificación. Construcciones casi nuevas que han servido de desahogo urbanístico a muchas poblaciones, sobre todo pirenaicas, que en aras de un desarrollo del pueblo que permita asentar allí población, o colaborar en el  auge turístico de su zona, ha permitido que se construyan numerosas urbanizaciones y casas particulares en áreas que técnicamente no pueden NUNCA albergar,  como dirían algunos políticos,  “soluciones habitacionales”. Si recorren mentalmente los cascos viejos de numerosos pueblos que ustedes conozcan, comprobarán que  en escasísimas ocasiones son objeto de atención mediática por el hecho de haberse inundado. No hay pueblos antiguos que hayan sufrido las inundaciones de ningún río en momentos puntuales. Esto es debido a que los caseríos de las poblaciones tradicionales en España están edificados en zonas seguras. Me explico. Se construyeron, en la mayoría de los casos,  en laderas de montañas, habitualmente orientados al sur, y bien alejados de los cursos fluviales que, lejos de desestimarlos, se consideraban como un recurso o riqueza necesaria, pero, a la vez, muy temible y peligroso. Los ríos y cauces fluviales estacionales sufren esporádicamente los efectos de las fuertes lluvias, puntuales pero fuertes, que son capaces de arrasar con todo lo que  encuentran a su paso. Y esto, los antiguos habitantes de esos pueblos lo sabían. Ahora no. Ahora resulta habitual ver, como en las fotos que acompañan este escrito, urbanizaciones levantadas en las últimas cuatro décadas, no junto a, sino en la llanura de inundación de un río. ¿Cómo no se van a ver afectadas en épocas de crecida fluvial? La tragedia está servida.
     Por eso, lo que no es de recibo es que, en la misma época en la que se construyen maravillas arquitectónicas en todos los lugares de la península y del mundo entero, tengamos que ver imágenes atroces de pequeños pueblos donde nadie medianamente formado haya asesorado debidamente respecto a dónde construir o no. Parece que todo vale. Saber cuáles son las zonas inundables de un área cercana a un río es el deber de cualquier técnico municipal que ostente un cargo  relacionado con el urbanismo o el medio ambiente, además del de los políticos, que  sé que es mucho pedir. Y eso se consigue si la gente tiene la oportunidad de formarse adecuadamente en cuestiones relacionadas con la geología y las ciencias de la tierra y medioambientales. Y no me estoy refiriendo a la consabida cantinela y presión mediática de los, en muchas ocasiones, recalcitrantes grupos conservacionistas, que suelen confundir lo anecdótico con lo necesario. Hay que saber geología y ecología de verdad, de la seria.  Por cierto, ¿dónde están ahora esos grupos  aconsejando sosteniblemente respecto a  la pertinencia de las actuaciones institucionales en caso de emergencia?
     Si dejamos que la nueva ley educativa consiga el desmantelamiento de los pocos estudios que se realizan hoy en día en cuestiones relacionadas con el medioambientalismo y sus principios geológicos, estaremos abocados a un incremento de la inoperancia e inutilidad de actuaciones en casos dramáticos, como los que estamos sufriendo en los últimos días en nuestros pueblos. Hace falta saber geología, y mucha,  para actuar adecuadamente en casos de dificultad ambiental. No hay otra manera. Solo hace falta que nuestros políticos y autoridades educativas se empiecen a dar cuenta. Ya sé que es difícil conseguirlo, pero es necesario y urgente.
Por favor, quien lea esto, y esté de acuerdo, que recomiende este enlace a sus conocidos. Cuantos más estemos en el asunto, mejor. Corre prisa, por el bien de todos.

1 comentario:

  1. Esas preguntas que te haces nos las estamos haciendo muchos. Me temo que estas inundaciones van a servir para que alguien machaque el río Aragón con enormes y artificiales escolleras y lo dejen como un canal... para poder seguir edificando sin problemas. No van a reconocer sus errores, dirán que hay que modificar el cauce del río por el bien del pueblo.

    Un saludo

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