Examen de selectividad
de junio de 2012 de la Universidad de Zaragoza. Ha ocurrido una vez más. El
alumnado de bachillerato se ha visto sometido al desprecio que supone que se le
examine de algo que se ha pactado a principio de curso que no va a formar parte
de esos exámenes. En este caso, de Matemáticas II. ¿Un fallo, error, o
simplemente un despiste del coordinador universitario encargado de diseñar la
prueba? Puede ser, no hay que descartar ninguna opción, pero si se tienen datos frescos como los que yo poseo, no se
concluye de ninguna manera en alguna de esas opciones. Y esto lo digo pues he
sido estos días vocal de un tribunal de selectividad para la asignatura de
Ciencias de la Tierra y medioambientales. La compañera de matemáticas del mismo
tribunal explicaba indignada cómo en una reunión con el coordinador de matemáticas
de la facultad, tras las numerosas
quejas y reclamaciones del alumnado que se examinó de matemáticas, el docto
profesor les hizo el siguiente comentario: “Yo no sé qué es lo que enseñáis en
los institutos”.
Se lo podemos decir, no hay que alarmarse, aunque esto es lo
de siempre. Es un comentario habitual, y casi se ha convertido ya en normal.
Resulta muy fácil oír este tipo de expresiones de muchos profesores universitarios
respecto al pésimo nivel que tienen los alumnos de bachillerato al entrar en la
universidad. Esto no es nuevo. ¡Qué
lástima que no hubiera estado yo! Le dije a la compañera de matemáticas. Le
hubiera contestado muy a gusto a ese profesor igual que lo he hecho ya en numerosas
ocasiones a otros de otras disciplinas, incluso más osados que ese. La
contestación que este tipo de iluminados se merece consiste en explicarles a
los pobres lo que se imparte en los institutos, que al parecer no lo saben.
Desde luego se enseñan muchas cosas que él no conocía a los 18 años, porque
nadie se las explicó nunca. Y no me refiero a valores éticos y morales, que también
seguramente a juzgar por su actitud, sino a datos, “ítems”, información conceptual
pura y dura, de la que a ellos les gusta
para pensar así que se tiene buen nivel. ¿Sabrá este personaje algo más que
matemáticas? No lo sé, pero, por experiencia, lo dudo, y mucho.
Pero el divinismo que sufren muchos profesores de la universidad
no se quita de la noche a la mañana. Es necesario hacerles ver la gran cantidad
de temas, vastos y variados conocimientos,
que aunque sencillos de comprender (desde luego no como
las matemáticas…) hacen falta tener a su edad para
entrar hoy en día a la universidad. Y eso incluye un buen número de asignaturas
que antes, “los bien formados”, no vimos ni de lejos. ¿Qué informática vio él
en sus estudios preuniversitarios? ¿Cuándo usó por primera vez un ordenador?
¿Estudió también dos idiomas? ¿Se formó en tecnología? ¿Qué le explicaron de medio ambiente,
geología o Tectónica de Placas (ahora se ve desde 2º de ESO)? En fin, podría
seguir haciéndole preguntas de esta índole, pero creo que no obtendría más que
respuestas negativas o confusas, como escabullendo el bulto. Y eso a este de
Matemáticas, que si se las hacemos a algunos de los llamados de “letras” la
divinidad de este no parecería la luz de una vela.
Yo no le preguntaría jamás a este señor qué le habían
enseñado en el instituto. Y tampoco le pondría en el compromiso de cuestionarle
en concreto sobre lo que sabe o deja de saber, ahora, a su edad, sobre otros temas no matemáticos, aunque, sin
malicia, y sin ánimo de avergonzar a nadie, sí le pondría algunos de los
exámenes que me resuelven perfectamente mis alumnos de 4º de la ESO de Biología
y Geología ( y digo de 4º para no abochornarlo con unos de 1º de ESO) y
comprobar así lo bien preparado que está
o que pareció que estaba cuando entró en su santuario docente.
No podemos hacer casi nada más. Pero lo que es seguro que no
podemos hacer es callar. Tenemos la obligación, los docentes de secundaria, de
reivindicar el más que aceptable nivel académico que consiguen nuestros alumnos
cuando acaban el bachillerato, que ya lo hubiera querido yo para mí. Y, a la
vez, arrinconar a estos casi seguro acomplejados profesores que desde su
púlpito universitario enturbian una institución que quizás no merece tenerlos
entre sus filas, pues la imagen universitaria que ofrecen es penosa. Puede que
tengan una gran inteligencia matemática, pero la social está claro que deben reforzarla.
He tenido noticia del asunto que origina tu comentario por un antiguo y común colega de matemáticas que estuvo como vocal en uno de los tribunales de selectividad. Comparto totalmente cuanto dices y lamento profundamente que un coordinador de la asignatura de Matemáticas II haga recaer su desidia en quienes no son culpables de nada contribuyendo además a dar una imagen falsa de los docentes de Secundaria. Porque seguramente, desidia es que no esté al corriente o no ponga en práctica las normas que él mismo acordó con dichos profesores en las reuniones de coordinación.
ResponderEliminarEn la Facultad de Extremadura nos pasa igual, mucho acordar el examen de Matemáticas II pero luego el ILUMINADO (Yo no llamo divino) de turno sale con lo que le da la gana como si el examen de Matemáticas fuese el único que deben hacer los alumnlos/as que están en la PAU.
ResponderEliminarSaludos.
Hay algo que todos parecen olvidar: No es mejor profesor quien mejor curriculum tiene, quien mejores calificaciones ha obtenido en su carrera universitaria, sino quien tiene el "don" de saber transmitir sus conocimientos a los alumnos. Aquél que sabe interesar y hacer que los alumnos amen su asignatura. Quien lea esto pensará que vivo en Utopía; pero todos hemos conocido a alguien así que nos ha demostrado que amaba tanto la asignatura que enseñaba, que nos decidió a especializarnos en ella. Gracias desde aquí a todos ellos. No me interesan profesores pagados de sí mismos, engreídos y en su pedestal; prefiero que "sepan" menos, pero que enseñen BIEN.
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