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Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

domingo, 10 de junio de 2012

Dataciones por el método del carbono 14 (C14).


     Es un método de datación muy conocido. Se utiliza habitualmente, desde hace décadas, para realizar dataciones más o menos precisas de determinadas obras de arte o documentos  históricos, como la Sábana Santa de Turín, o de  numerosos yacimientos arqueológicos. Recuerdo cómo,  a comienzos de los 80, el entonces Director General de Arqueología mencionó en una entrevista, y ante la sorpresa de muchos que nos dedicábamos a situar en el tiempo acontecimientos geológicos usando fósiles, que habían utilizado el método del C14 para datar al recientemente descubierto “Hombre de Orce”, en la cuenca geológica de Guadix-Baza, en Granada, asignándole una edad de, nada más  ni nada menos, que de 1,6 millones de años.
     El método se basa en que  el C14 y el C12 son dos isótopos del carbono que se encuentran tanto  en  la atmósfera como en los seres vivos, formando parte de sus estructuras anatómicas. El C12 es el isótopo ordinario del carbono, mientras que el C14 se produce en la atmósfera como consecuencia del bombardeo de los rayos cósmicos sobre átomos de N14 (nitrógeno 14). Este C14 así originado se mezcla con el oxígeno atmosférico produciendo CO2, que es absorbido por los seres vivos en la misma proporción que el compuesto por C12. Mientras los animales o plantas están vivos, ambas proporciones se mantienen igualadas, pero al morir, el C14  emite  partículas beta, pasando de nuevo a convertirse en nitrógeno (N), que pasa de nuevo a la atmósfera.  Se comprueba entonces en una muestra orgánica la proporción que queda o registra entre las cantidades de  C12 y C14, que ya no estarán equilibradas, pudiéndose deducir la edad aproximada a la que el proceso de desintegración  comenzó. Para ese propósito hay que tener en cuenta el período de semidesintegración (T), es decir, el tiempo en el que un gramo de C14, inestable, se reduce, por desintegración radioactiva, en la mitad, es de “solo” 5700 años. Este hecho permite  únicamente el uso de este método  en dataciones relativamente recientes de elementos orgánicos, como restos de árboles, semillas, hojas, o huesos,  de hasta  entre 40.000 y 60.000 años, como mucho.


     Si tenemos en cuenta esta edad máxima a la que se puede llegar con una datación con C14 se explica el asombro ante el dato antes expuesto de 1,6 millones de años para el supuesto homínido granadino. En este caso de Orce, claramente demostrado el error inicial, y  en otros muchos ofrecidos por numerosos  estudios arqueológicos respecto a sus dataciones de yacimientos con el método del C14, es necesario ser cautos y precavidos antes de “fiarse” del dato obtenido.  Quede claro que en absoluto se pone en cuestión el método científico, ni su resultado, en el que se registra la relación C12/C14 de una muestra, pero la pregunta que creo debemos hacernos es ¿qué es lo que se está datando?  Para contestarla hay que insistir en que únicamente muestras de restos orgánicos son válidas para aplicarles el método del C14. Solo orgánicas, y eso significa que,  por tanto, no sirve ningún tipo de restos cerámicos, fragmentos de roca tallados, enterramientos, abalorios de piedras preciosas, recipientes de cristal o roca,  o los famosos molinos de piedra “neolíticos” que se venden en el desierto del Sahara casi como recuerdo, tildándolos de “muy antiguos”. Por tanto, solo la tergiversación  interesada de datos o la ignorancia pueden  justificar determinadas aseveraciones de “especialistas” cuando informan de los resultados a los que han llegado en la datación de algo, en especial cuando ese algo no es orgánico.

Huevo de avestruz con el Nilo y las tres pirámides.
Detalle del huevo de avestruz, datado en 8.000-9.000 años.

     Uno de los casos paradigmáticos para ilustrar esta confusión reinante en esto de las dataciones, es el de las pirámides de Egipto. La datación “oficial” que los arqueólogos  nos ofrecen según sus “investigaciones” es de 4.500-4.600 años. ¿Cómo lo saben? ¿Qué han datado exactamente para ofrecer ese dato numérico si se ha conseguido con el método del C14? Que sepamos en el interior de la pirámide de Keops, la más alta, que es la más estudiada, no ha dado resto orgánico alguno de enterramientos, si los hubo allí, ni otros utensilios de esa naturaleza  que se hubieran podido utilizar en las dataciones “oficiales”. A parte de contar reinados  de los faraones de las diferentes dinastías egipcias, generación tras generación, pues tampoco quedan inscripciones significativas interpretables ni en su exterior ni  interior,  y hacer un cálculo cercano a la posible extensión temporal de los diferentes reinados, no hay más datos. ¿En qué se basan entonces para datar? Al parecer,  en una fumigación de insectos que se hizo en los años 1945-46 en el interior de la pirámide se encontraron  una esquirla de madera y una falange humana entre dos bloques de la pirámide. Estos restos se pusieron a disposición en el año 2.000, tras muchos vericuetos,  del turolense y televisivo escritor Javier Sierra, director entonces de la revista Más Allá de la Ciencia, para ser datados. El estudio se realizó en el Laboratorio de Geocronología del Instituto de Química Física Rocasolano.  La información que se obtuvo es de  2215 +/- 55 años, antes del actual, para la esquirla de madera y de 128 +/- 36 años,  para la falange humana. Juzguen ustedes, pero todavía nadie sabe con certeza qué se ha usado para datar las pirámides en casi 4.500 años. Y esto se complica aún más si admitimos el dato, también ofrecido por arqueólogos, de un yacimiento con enterramientos del Sudán, basado en la  datación de un huevo de avestruz decorado con un grabado en la parte exterior de su cáscara de una escena compuesta por  un río (el cercano Nilo)  junto a tres pirámides,  que los investigadores insisten en decir que son tres montañas. Pues bien, la datación “oficial” del yacimiento  sudanés es de entre 8.000 y 9.000 años. La confusión está servida.

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