Ese es un gran dilema para muchos alumnos en estas fechas
todos los años. No saben muy bien qué hacer a la hora de elegir una opción
entre la larga lista de carreras universitarias, ni con sus vidas. Se les hace
definirse en 3º de la ESO para que se orienten hacia lo que se denominaba antes
como “ciencias” o “letras”. En 4º de ESO tienen ya decantado su futuro de cara
a cursar un bachillerato científico-tecnológico, o de sociales, o humanístico.
Y una vez superados esos dos duros años se tienen que enfrentar a la difícil
decisión de tener que elegir lo que más les conviene y/o interesa. Y muchos de
ellos no saben por qué optar.
Si se les aconseja en una dirección concreta ellos mismos te
argumentan que en eso que les dices no hay casi salidas profesionales y que,
además, no termina de gustarles. ¿Pero
cómo les puede gustar una carrera si en su educación secundaria se les ha dado
una simple pincelada de sus contenidos, o ninguno? Está comprobado que después
de una serie famosa de televisión hay mucha más demanda en la universidad de la
carrera que allí era la protagonista. Si se ve CSI, la gente quiere ser
biotecnólogo, genetista o investigador privado. Si gusta una serie de médicos,
lo mismo. ¿Cómo, entonces, elegir bien?
Resulta difícil, desde luego. Suelo decir a mis alumnos que si tienen tres
o cuatro preferencias, en cualquiera de ellas pueden sentirse cómodos, que les
puede gustar mucho, y que una vez metidos en la misma van a descubrir una
infinidad de perfiles desconocidos para ellos que les resultarán maravillosos. La
cosa es intentar ser el mejor alumno de una especialidad determinada, dedicarse
por entero, que después ya vendrá la
época de buscar trabajo de ese grado, pero que eso es otra historia, aunque
ahora parezca lo primordial. La cuestión es cursar esa disciplina de la forma
más entusiasta y entregada posible. No se puede elegir una profesión, a la hora
de iniciar una carrera en la universidad, analizando solamente sus salidas
profesionales. Si se elige teniendo en cuenta ese criterio esa carrera puede convertirte en un desgraciado
profesional de adulto. Si durante el bachillerato hay una o varias disciplinas
que les han gustado y se sienten identificados con su dinámica,
desarrollo y finalidades sociales, será cuestión de tenerlas en cuenta a la
hora de “decidir” qué es lo mejor para un futuro que, aunque ahora resulte
confuso y oscuro, puede ser perfectamente “su futuro” profesional.
Aunque haya que arriesgar a la hora de decidir carrera, en la vida, siempre hay que elegir, en todo. Y
esa opción por lo que consideras mejor
ni invalida en absoluto lo desechado ni debe hacer pensar en una equivocación.
No se elige mal, simplemente se opta. Y al final del bachillerato hay que dar
ya un paso importante en la vida que nadie, excepto uno mismo, debe darlo. Eligiendo
con firmeza una de las opciones favoritas se hace lo que hay que hacer, que es
lo importante. Comienzas a ser el dueño de tu propio destino.
Pues sí, es una decisión difícil y también importante, lo que aumenta la dificultad de asunto. De momento tengo la sensación encontrarme en un autobús, con una venda en los ojos y cuando acaben los dos baches que quedan, toca elegir parada. Es lo que toca en estos momentos y no se si será de oírtelo pero estoy casi convencido de que al final, se escoja lo que se escoja, estará bien. Chán, chán, chááááán...
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