Los yacimientos prehistóricos de Atapuerca vuelven a estar
de actualidad. Y no precisamente por un importante nuevo hallazgo fósil o por
algún otro acontecimiento paleontológico. Resulta alarmante la noticia
aparecida recientemente en prensa. En ella se pone de manifiesto a través de
dos investigadores en prehistoria y geología, relacionados con el Museo de la
Evolución Humana de Burgos, de la larga espera de más de 20 años (y al parecer todavía continúa) para el depósito del material científico ya
estudiado en el Museo de Burgos, que fuera extraído en su día de los
yacimientos y con el fin de poder
disponer del mismo para la comparación y estudio por otros investigadores. https://www.eldiario.es/castilla-y-leon/investigadores-atapuerca-junta-castilla-leon_1_6050167.html
Parece un tanto borroso el enfoque de esta noticia, o al
menos parece un intento de denuncia de algo irregular que distorsiona la hasta ahora imagen que en general se tiene
de Atapuerca. Sobre todo estando acostumbrados a la casi machacona y estelar
presencia mediática de los tres actuales codirectores del proyecto. Es habitual
desde hace años ver en los medios a Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de
Castro y Eudald Carbonell resaltar la importancia de los hallazgos del yacimiento e intentar convencer de la necesidad imperiosa de seguir invirtiendo
económicamente para que la investigación continúe, o incluso dando su visión
profética para la humanidad como en estos tiempos de pandemias.
Arsuaga, Carbonell y Bermúdez de Castro |
Aunque lo llamativo y chocante de esta noticia/denuncia no
es de extrañar para muchos. En especial a algunos de los que formamos equipo
investigador con el profesor Emiliano Aguirre entre 1980 y 1991, año de su
jubilación, con el que se pusieron las bases sólidas de actuación en ese
fantástico yacimiento, y en el que pude realizar mi tesis doctoral en
bioestratigrafía de micromamíferos. El ser sustituida su dirección por la de
los tres codirectores antes citados y el alejamiento de muchos de nosotros de
allí, ha sido suficiente para ver desde la distancia cómo en nuestro querido
Atapuerca se iban desarrollando trabajos que ni en sueños hubieran sido propiciados
o avalados por Aguirre. En este mismo blog, en los últimos años, he publicado
varias entradas en las que ponía de manifiesto mi opinión respecto a cómo se
estaban haciendo allí las cosas. La datación de la Sima
de los Huesos, por ejemplo, que debería
haber sido uno de los elementos punteros por ser el yacimiento de
anteneandertales más importante del mundo del último medio millón de años de
antigüedad, parece un embrollo de sucesivos y distintos datos que se han ido
ofreciendo a la luz pública sin referencia estratigráfica en la que basarse. O
la totalmente desconocida relación de los restos fósiles humanos con un
determinado nivel o estrato del relleno kárstico de la Sima del Elefante, en la
Trinchera del Ferrocarril (esto, incluso lo mencionan casi como una gracia los
guías del yacimiento). O la poco clara asignación al nivel estratigráfico TD6
de Gran Dolina, también en la Trinchera (capillita incluida), de los restos de Homo antecessor, en el que hay (o había) evidentes trazas de
derrumbes o hundimientos de depósitos de niveles superiores, lo que puede
cuestionar la localización exacta, en relación a su estrato, de unos restos
humanos que les sirvieron para definir esa nueva especie de homínido, de entre
600 y 900 mil años, y que no demasiados especialistas en antropología la aceptan (por cuestiones puramente técnicas de
tipo paleoantropológico) ni están dispuestos a incluir sin reparos en los
esquemas filogenéticos para la evolución humana establecidos hasta la fecha.
Pero aparte de la problemática planteada en los medios me resulta
mucho más interesante poner de manifiesto que, como escribí en este mismo blog,
Atapuerca es mucho más que hombres fósiles y su industria lítica asociada.
Afortunadamente el inmenso registro paleontológico de multitud de grupos de mamíferos del, al
menos, último millón de años, está perfectamente referido a la distribución
temporal y espacial de los estratos en los que se encontraron. Y ese dato de
ubicación y distribución ha permitido descifrar cuál ha sido la sucesión de biomas
en el tiempo, con las consiguientes implicaciones bioclimáticas y paleoecológicas
y su posible aplicación en los estudios de los cambios climáticos, en cuanto a
su origen y sus repercusiones. Por eso, Atapuerca ha sido, es y será el
referente mundial para interpretar la evolución, no solo de humanos y otros
organismos, sino de las variaciones a lo largo de decenas de miles de años de
los “decorados ambientales” que han permitido a la humanidad llegar hasta el
momento actual.
Emiliano Aguirre |
Se ha hecho mucho y queda mucho por hacer allí. La memoria
del trabajo paleontológico realizado por Emiliano Aguirre en Atapuerca no puede
emborronarse por actuaciones como las descritas últimamente en la prensa por el
aporte de varios investigadores hartos,
seguramente, de aguantar actuaciones o situaciones
poco aceptables en quien se dedica a la ciencia y que deben generar repulsa. Esperemos que los próximos sustitutos
de los actuales directores estén a la
altura de lo que un proyecto de investigación de la envergadura de Atapuerca se
merece.
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