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Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

domingo, 5 de julio de 2020

Un SOS por Atapuerca




     Los yacimientos prehistóricos de Atapuerca vuelven a estar de actualidad. Y no precisamente por un importante nuevo hallazgo fósil o por algún otro acontecimiento paleontológico. Resulta alarmante la noticia aparecida recientemente en prensa. En ella se pone de manifiesto a través de dos investigadores en prehistoria y geología, relacionados con el Museo de la Evolución Humana de Burgos, de la larga espera de más de 20 años  (y al parecer todavía continúa)  para el depósito del material científico ya estudiado en el Museo de Burgos, que fuera extraído en su día de los yacimientos y  con el fin de poder disponer del mismo para la comparación y estudio por otros investigadores. https://www.eldiario.es/castilla-y-leon/investigadores-atapuerca-junta-castilla-leon_1_6050167.html

     Parece un tanto borroso el enfoque de esta noticia, o al menos parece un intento de denuncia de algo irregular que distorsiona  la hasta ahora imagen que en general se tiene de Atapuerca. Sobre todo estando acostumbrados a la casi machacona y estelar presencia mediática de los tres actuales codirectores del proyecto. Es habitual desde hace años ver en los medios a Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell  resaltar  la importancia de los hallazgos del yacimiento e intentar convencer de la  necesidad imperiosa de seguir invirtiendo económicamente para que la investigación continúe, o incluso dando su visión profética para la humanidad como en estos tiempos de pandemias.

Arsuaga, Carbonell y Bermúdez de Castro

     Aunque lo llamativo y chocante de esta noticia/denuncia no es de extrañar para muchos. En especial a algunos de los que formamos equipo investigador con el profesor Emiliano Aguirre entre 1980 y 1991, año de su jubilación, con el que se pusieron las bases sólidas de actuación en ese fantástico yacimiento, y en el que pude realizar mi tesis doctoral en bioestratigrafía de micromamíferos. El ser sustituida su dirección por la de los tres codirectores antes citados y el alejamiento de muchos de nosotros de allí, ha sido suficiente para ver desde la distancia cómo en nuestro querido Atapuerca se iban desarrollando trabajos que ni en sueños hubieran sido propiciados o avalados por Aguirre. En este mismo blog, en los últimos años, he publicado varias entradas en las que ponía de manifiesto mi opinión respecto a cómo se estaban haciendo allí las cosas. La datación de la Sima de los Huesos, por ejemplo,  que debería haber sido uno de los elementos punteros por ser el yacimiento de anteneandertales más importante del mundo del último medio millón de años de antigüedad, parece un embrollo de sucesivos y distintos datos que se han ido ofreciendo a la luz pública sin referencia estratigráfica en la que basarse. O la totalmente desconocida relación de los restos fósiles humanos con un determinado nivel o estrato del relleno kárstico de la Sima del Elefante, en la Trinchera del Ferrocarril (esto, incluso lo mencionan casi como una gracia los guías del yacimiento). O la poco clara asignación al nivel estratigráfico TD6 de Gran Dolina, también en la Trinchera (capillita incluida), de los restos de Homo antecessor,  en el que hay (o había) evidentes trazas de derrumbes o hundimientos de depósitos de niveles superiores, lo que puede cuestionar la localización exacta, en relación a su estrato, de unos restos humanos que les sirvieron para definir esa nueva especie de homínido, de entre 600 y 900 mil años, y que no demasiados especialistas en antropología la aceptan (por cuestiones puramente técnicas de tipo paleoantropológico) ni están dispuestos a incluir sin reparos en los esquemas filogenéticos para la evolución humana establecidos hasta la fecha.

     Pero aparte de la problemática planteada en los medios me resulta mucho más interesante poner de manifiesto que, como escribí en este mismo blog, Atapuerca es mucho más que hombres fósiles y su industria lítica asociada. Afortunadamente el inmenso registro paleontológico  de multitud de grupos de mamíferos del, al menos, último millón de años, está perfectamente referido a la distribución temporal y espacial de los estratos en los que se encontraron. Y ese dato de ubicación y distribución ha permitido descifrar cuál ha sido la sucesión de biomas en el tiempo, con las consiguientes implicaciones bioclimáticas y paleoecológicas y su posible aplicación en los estudios de los cambios climáticos, en cuanto a su origen y sus repercusiones. Por eso, Atapuerca ha sido, es y será el referente mundial para interpretar la evolución, no solo de humanos y otros organismos, sino de las variaciones a lo largo de decenas de miles de años de los “decorados ambientales” que han permitido a la humanidad llegar hasta el momento actual.

Emiliano Aguirre

     Se ha hecho mucho y queda mucho por hacer allí. La memoria del trabajo paleontológico realizado por Emiliano Aguirre en Atapuerca no puede emborronarse por actuaciones como las descritas últimamente en la prensa por el  aporte de varios investigadores hartos, seguramente,  de aguantar actuaciones o situaciones poco aceptables en quien se dedica a la ciencia y que deben generar repulsa. Esperemos que los próximos sustitutos de los actuales directores  estén a la altura de lo que un proyecto de investigación de la envergadura de Atapuerca se merece.

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