El cambio climático mata más que el coronavirus. |
Al principio del confinamiento por la pandemia actual nos
cansamos de oír y leer las recomendaciones de ilustres investigadores de que el confinamiento debía y podía ser productivo.
Que nada impedía que durante la temporada de reclusión en casa se hiciera el
esfuerzo de seguir trabajando con interés y esfuerzo con el fin de que no
fuesen unos días o meses perdidos. Ponían, recuerdo, ejemplos como la actividad
en su reclusión como enfermos de Darwin o Newton, los cuales dieron a la
sociedad mundial el fruto de sus estudios domésticos con los resultados científicos que muchos conocen.
Nada que objetar y la enhorabuena sincera a los investigadores capaces de abstraerse en estos tiempos para
dedicarse a producir su obra científica, literaria, o de otro tipo. Desde luego
es para considerarles como unos héroes.
Pero aún resultan más chocantes algunos de los artículos
periodísticos que se publican estos días en relación con la importancia,
positiva y negativa, que la pandemia genera en relación a temas ecológicos.
Hasta hace unas semanas una de las grandes preocupaciones, que los medios
decían de la sociedad actual, era la repercusión en el planeta del cambio
climático y el comportamiento poco ecológico de muchos de sus habitantes. Se han
llegado a publicar estando confinados artículos con llamativos titulares donde se afirma que el cambio
climático mata más que el coronavirus (https://www.lavanguardia.com/natural/cambio-climatico/20200311/474086979261/el-cambio-climatico-es-mas-mortal-que-el-coronavirus-recuerda-y-destaca-la-onu.html). Y lo que parece un tanto “frívolo” e inmoral es el apresuramiento para colgar
en redes sociales el artículo por parte de sesudos pensadores científicos, que
parecen no entender nada del dolor humano. No se sabe muy bien para qué (no lo
explican), pero es fácil adivinar que el objetivo de hacerlo no encaja muy bien
con un comportamiento ético y moral medianamente aceptables. ¿De verdad alguien
cree que se hace un favor a la causa ecologista y la concienciación medioambiental
de la gente el decir eso tan poco empático con los que sufren en estos momentos?
Otros titulares abundan en lo muy limpio que está quedando el
aire con la bajada de contaminación atmosférica debido a la disminución brutal
de emisión de gases procedentes del petróleo. Tienen razón, está quedando muy
limpio, según indican los parámetros medidos. Pero, y en relación con la
contaminación, uno de los fundamentales pilares
de la lucha ecologista de estos tiempos ha sido y es la reducción de los plásticos y sus derivados. ¿Se puede
pensar que el sistema sanitario, y toda nuestra vida moderna, podría valerse, antes y ahora, sin el
plástico? Se investiga, se descubren y aplican nuevos materiales sintéticos, pero
prácticamente todo lo que se usa en medicina como instrumental necesario para
salvar vidas está relacionado con, fundamentalmente, dos tipos de materiales.
Por un lado, varios metales que son escasos o poco abundantes en la naturaleza,
como por ejemplo el Titanio o la Plata y, por otro, el plástico, que como se
sabe es un subproducto del petróleo. No seríamos nada sin él. Naturalmente la
evidencia de uso masivo de plásticos en la vida, sobre todo, y proporcionalmente,
en países desarrollados, no disminuye lo
muy importante que resulta fomentar en la sociedad una básica formación medioambiental
que permita realizar su buen uso,
retirada eficaz, y reciclado total del material plástico después de utilizarse,
y que evite contaminaciones ambientales de todo tipo. Pero hoy, más que nunca,
nos resulta imprescindible en nuestra vida, y para preservarla eficazmente.
Resulta significativo recordar las recomendaciones o
exigencias de muchas agrupaciones ecologistas en relación al uso, sobre todo el doméstico, del
plástico. Sus exhortaciones a la reducción y sustitución del mismo por “otros”
materiales resultan hoy en día casi grotescas si las extrapolamos a las
necesidades sanitarias actuales. Podemos poner ejemplos cotidianos de hoy, además de los muchísimos que antes de la
pandemia se podían poner, como bolsas de basura, guantes de los supermercados
para la compra, viseras de protección, envasados de alimentos higienizados,
etc. Y esto por no añadir respiradores, intubadoras, máscaras, y multitud de otros elementos médicos tan necesarios
ahora.
Si nos fijamos bien, aparte de unos pocos artículos
colaterales en prensa, estas semanas de
reclusión están yermas de las tradicionales apariciones o intervenciones
ecologistas de los grupos más reivindicativos. Solo Greta Thumberg ha decidido
publicar que está dispuesta a donar 100.000$ (para ser una adolescente tenía
bien llena la hucha) para cuidar y paliar daños a los niños por el coronavirus.
¿Les dará apuro salir pletóricos de alegría por la recuperación ambiental del
planeta debido a la pandemia teniendo en cuenta la sangría de vidas que estamos
padeciendo? ¿O estarán preparando en su productivo confinamiento el manual
ecologista para la “nueva normalidad” que se nos avecina? Espero y deseo que,
aunque así sea, lo veamos.
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