¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

domingo, 10 de marzo de 2019

Amando a Teruel.






     Desde el interior peninsular despoblado se ven las cosas de otra manera. Y desde zonas desarrolladas y pobladas a veces se tergiversan los mensajes o se emiten solo los políticamente correctos. Los intentos de resucitar la denominada Serranía Celtibérica por parte de algunos profesores muy bien intencionados de la universidad, como Francisco Burillo en Teruel, no parece que den sus frutos ni a corto ni a medio plazo. Casi todo sigue igual que hace más de un decenio que es cuando empezó todo este empeño de revitalizar la zona con repercusión mediática. No es extraño tampoco ver mensajes de cariño y amor hacia el lugar de origen de más de uno, el cual se abandonó por temas de subsistencia, al que solo se vuelve en vacaciones, y pidiendo además una acción urgente para impulsar de nuevo la vida del lugar.

     Desde luego, los oficios tradicionales que algunos reivindican, como la artesanía del mimbre o el  esparto, la miel, o los quesos, no son ningún revulsivo para casi ningún emprendedor que pudiera aventurarse en el relanzamiento de un área despoblada, casi olvidada, de varias regiones del interior español y de casi toda la provincia turolense y parte de la de Zaragoza, o lo que es igual,  nada menos que la mitad de Aragón.

     Si alguien se atreve a revisar los documentos que articulan y argumentan los criterios que se proponen seguir para revitalizar la zona queda tan impactado por una jerga redundante, oficialista, normativa y con escasísima claridad verbal, que resulta poco o nada atrayente para cualquier interesado en el tema y, desde luego, supongo que casi repelente para muchos de los políticos encargados de tratar estos asuntos a nivel estatal o europeo. La verdad, tal y como están las cosas, no veo a la casta política actual con formación y sentimientos suficientes como para entender qué hace falta hacer en estos lugares olvidados. ¿Qué piden estos ahora? se preguntarán.

     Lo que sí que queda claro es el montón de argumentos que se dan desde el mundo más conservacionista y más “puro” (aunque ellos se consideren muy defensores del medio rural…) en relación con lo que se debe hacer o no en estas áreas deprimidas, vacías, casi yermas. Por ejemplo, cuando se propone tramitar la iniciativa privada de explotar una cantera de arcillas en Aguilar de Alfambra (Teruel) se dice que con el trasiego de camiones de la explotación se alterará la vida de los habitantes de la localidad, por lo que se pide que se reconsidere la autorización para iniciar los trabajos. O cuando se quiere construir, por fin, un digno hospital en la ciudad de Teruel se esgrime que en la zona hay una falla tectónica (de las muchísimas que recorren la zona) que puede  activarse en cualquier momento, aunque en los últimos 7000 años no lo haya hecho, por lo que se retrasa y altera el proyecto de edificación. O que cuando se quieren poner varios aerogeneradores en pueblos de la  sureña Sierra de Javalambre, fuera del  área protegida, se dice que generarán un impacto visual difícil de asumir en un ecosistema tan puro. Y lo que es peor, muchos de los que son tan exquisitos con las purezas de lo rural no dudaron de irse a la gran ciudad en su momento a trabajar y vivir, aun pudiendo optar por quedarse en la ciudad turolense, sintiéndose entonces muy dolidos por los comentarios de los que se quedaban respecto a ellos, a los que denominaban sarcásticamente como  los de “hacer Teruel”.

     No tengo soluciones seguras para Teruel y demás áreas de la Serranía Cetibérica. Pero estoy seguro que con dinero se puede hacer algo. Dinero como el que podría ahorrarse la gente que viva allí en impuestos ordinarios, en eliminación de impuestos de actividades económicas a los emprendedores que se instalen y creen puestos de trabajo en los pueblos de la zona. E incentivos  importantes por asentarse allí y tener  hijos. Si la gente se ve tentada económicamente de quedarse en la zona, emprendiendo, muchos lo intentarán y su presencia generará la necesidad de cubrir servicios que pueden favorecer un desarrollo. Aunque  las fuerzas vivas políticas de siempre parece que no se enteran de la película, y los asaltantes de cielos varios no saben ni dónde está Teruel, seguiremos insistiendo… Como decía Labordeta “somos… como esos viejos árboles”.

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