¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

martes, 14 de febrero de 2017

Dudosos apoyos al desarrollo de la “Serranía Celtibérica”.




     Gracias, sobre todo, a la intensa actividad del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza del Campus de Teruel, Francisco Burillo, cada vez es más conocida la zona del interior peninsular española conocida como Serranía Celtibérica. Provincias como Soria, Burgos, Guadalajara, o Teruel, entre otras, forman parte de un espacio casi desierto de humanos, con su muy escasa población envejecida, y con un nivel de desarrollo económico y de infraestructuras muy deficiente
     El empeño de muchos en que esto cambie suele ser noticia en muchos medios, los cuales creo que consideran este interés casi como algo reseñable al mismo nivel que cuando se contemplan las arquitecturas hechas con hielo de algunas ciudades en China, es decir, con curiosidad pero sin generar el más mínimo interés cultural ni motivación alguna. Conozco personalmente a personas muy involucradas en relanzar zonas degradadas y deprimidas del corazón geográfico de la Serranía Celtibérica, como  el valenciano Rincón de Ademuz, los cuales no dejan en esforzarse en decir que ellos están, que existen, que quieren seguir existiendo, y que hace falta que se les preste algo de ayuda.
     Del manifiesto que desde “Serranía Celtibérica” se emite en su página web quiero destacar una parte esencial de su contenido que creo resume a la perfección cuáles son sus pretensiones, y con las que me siento en total sintonía de fondo. Dice así:

 "Quienes vivimos en la Serranía Celtibérica y nos resistimos a abandonarla pedimos:

Al Gobierno Español y a los Gobiernos Autónomos que reconozcan la peculiar entidad territorial de la Serranía Celtibérica. Que, ante su crítica situación, apliquen la discriminación positiva y tomen medidas efectivas, no paliativas, en materia económica, fiscal y de infraestructuras, y que anulen las “fronteras” educativas y sanitarias. Que los fondos que destinan en materia de despoblación y envejecimiento se inviertan de forma finalista en los territorios despoblados.

A la Unión Europea que, como eurorregión poco poblada, tenga en cuenta su condición periférica y fronteriza y aplique las medidas legisladas en materia de montaña, ruralidad y despoblación. Que ubique en la Serranía Celtiberica el Centro de la UE de Documentación e Investigación del Desarrollo Rural

A la UNESCO que reconozca el Patrimonio Cultural de la Celtiberia como Patrimonio de la Humanidad (estuvo en su lista indicativa desde 1998 al 2006).

Necesitamos medidas efectivas de “repoblación”, que supongan la explotación sostenible de sus recursos, la promoción nacional e internacional de la riqueza potencial de la Serranía Celtibérica, de su patrimonio natural y cultural, de sus productos agroalimentarios, artesanales, gastronómicos y turísticos. ¡Y las necesitamos con extremada urgencia! Por que no hay nada más triste y desolador, para la mayoría de nuestros muncipios, que vivir en el vacío de sus calles en invierno, en la soledad de un pueblo sin niños, rodeado de casas que se van hundiendo, y a más de una hora de coche de cualquier servicio.

(Manifiesto desarrollado por el Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural y el Proyecto I+D+i: HAR2012-36549. “Segeda y la Serranía Celtibérica: de la investigación interdisciplinar al desarrollo de un territorio”, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia y los fondos FEDER, en el que participan 30 investigadores dirigidos por Francisco Burillo-Mozota, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza en el Campus de Teruel. Veáse el documento: Serranía Celtibérica (España). Un Proyecto de Desarrollo Rural para la Laponia del Mediterráneo)"


     Si se lee detenidamente puede comprobarse que se vigila la redacción con esmero. Hasta el punto de no descuidar la intervención cuidadosa y respetuosa con el medio ambiente de la zona. Este hecho, que hoy en día no resulta en absoluto novedoso, y que cualquier escrito reivindicativo o de defensa de un lugar incluye, resulta aquí especialmente relevante.
     Quizás sea el área de la Serranía Celtibérica una de las zonas peninsulares y europeas donde lo que consideramos “conservación de la naturaleza” sea lo más relevante de la zona. Y no porque haya habido un especial interés en que eso sea así allí, sino por el profundo desinterés en la zona para aplicar el desarrollismo a ultranza que ha estado tan de moda en otras zonas más pobladas. Aquí, en este tema, llegamos a tiempo para salvar, conservar y poner en valor los atributos naturales (paisajísticos, biológicos, geológicos y medioambientales) del lugar.
     Pero habrá que tener en cuenta que el futuro desarrollo (¡ojalá llegue!), con repoblación humana incluida, lleva consigo una serie de medidas que poco tienen que ver con un “conservacionismo reaccionario”. Y quiero utilizar este término tan poco convencional pues me consta que muchos de los que se apuntan al tirón defensivo de la Serranía Celtibérica no son precisamente unos fieles defensores de las acciones encaminadas a generar algún tipo de desarrollo en esas provincias, y con especial énfasis en la de Teruel, que es la que más conozco. Me explico. Durante estos últimos años hemos tenido que ver espectáculos tan poco edificantes como los protagonizados por determinados grupos ecologistas (eso dicen que son…) en contra de cualquier tipo de intervención de mejora de la vida de muchos turolenses. Por ejemplo, la negativa tajante ante la instalación de aerogeneradores en poblaciones cercanas al monte Javalambre, fuera del Parque Natural, para suministrar luz a aquellos “ricos y prósperos” municipios; o la contundente negación a que se saque del pueblo de Libros, al sur de Teruel, la sinuosa y peligrosa carretera nacional que por allí pasa argumentado que con las obras se podría producir un  grave deterioro de las poblaciones de la zona de una especie de planta poco común, a pesar de los muchos accidentes de tráfico sufridos por los habitantes de esa localidad. O la crítica feroz a la instalación de canteras de extracción de arcillas en Aguilar de Alfambra  por las molestias que sufrirían los vecinos por el ir y venir de los camiones.
     ¿Cómo es posible conciliar  las reivindicaciones que hace Serranía Celtibérica de construcción de carreteras varias en la zona con las  puristas exigencias medioambientales de los grupos conservacionistas? ¿Han tenido en cuenta estos responsables que las intervenciones de mejora, acondicionamiento, desarrollo en definitiva, lleva implícita una mínima e imprescindible agresión al medio ambiente que mucho aficionado medioambiental cerril no acepta? ¿Qué entenderán esos grupos por “desarrollo sostenible de los recursos” tal y como reza el manifiesto?  No lo sé, pero creo que se debería antes llegar a una fórmula consensuada de actuación para que cualquier intervención o manifestación reivindicativa no quede tan sólo en humo una vez desaparecidos los colorines de los mediáticos fuegos artificiales.
 

 

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