Se refiere el término "Cultura Científica" al nombre de las nuevas asignaturas
que se imparten en 4º de ESO y 1º de Bachillerato. La de cuarto se implanta
este año y la de bachillerato comenzó su andadura el curso pasado. Cuando se
propusieron en el diseño de la nueva ley de educación (LOMCE) hubo muchos
pronunciamientos negativos y en contra de las mismas. Resultaba difícil de
entender que en un bachillerato científico, donde el peso fundamental del curso
lo tienen asignaturas de ciencias como la Física y Química, o Biología y
Geología, además de Matemáticas, se añadiera una asignatura con contenido
científico también y que es un recopilatorio de muchos temas de ciencia que
presentan un importante eco social, como los riesgos naturales, la evolución o
la biotecnología, entre otros. Se veía con mejores ojos para el bachillerato de
sociales y humanidades, pues allí es donde se detectan las mayores carencias
del alumnado en estos contenidos científicos.
Los matriculados en los niveles educativos en los que debe
impartirse “Cultura Científica” tienen unas edades en las que la enseñanza de
contenidos científicos no puede quedar limitada a una simple descripción de
acontecimientos naturales o leyes empíricas experimentales que les ilustren. La
sociedad actual imprime un ritmo muy acelerado a la educación y a los
enseñantes. Se pretende que sea percibida la necesidad de conocer temas
relacionados con diferentes disciplinas
científicas con el fin de ver su inmediata aplicación y utilidad. Ya no sirve
almacenar datos biológicos, geológicos, físicos o químicos simplemente. Es
necesario “enseñar” que gran parte de la ingente lista de contenidos
científicos que hoy en día se explican en un bachillerato sirven, son útiles
para la sociedad y, por tanto, es
imprescindible el conocerlos.
Si la juventud actual consigue formarse creyendo que es
fundamental conocer la base científica
de las especialidades tradicionales de la ciencia podrá verse protegida en el
futuro de verdaderas agresiones provenientes del mundo de la política. En
ocasiones por desconocimiento integral de temas relacionados con la ciencia, en
otras por intereses electorales, y otras muchas por los dos, de vez en cuando hay
que oír intervenciones esperpénticas que usan como anzuelo para conseguir votos
de muchos incautos ciudadanos. Una de las más recientes realizadas por un alto
cargo de un partido político es la de proponer, con el objetivo de reducir el
coste del recibo de la luz, el volver a utilizar en mayor proporción el carbón
español y eliminar casi por completo la importación de carbón extranjero.
Claro, esta propuesta, que para muchos seguidores de estos personajes les puede
resultar maravillosa por el matiz “social” que lleva implícita, no es más que
una demostración de desconocimiento del que la emite, o de un engaño
consciente, que no debería haberse producido ni debe consentirse. De forma muy
resumida, la razón por la que no se utiliza carbón español y debe importarse de fuera es por la malísima calidad del mismo.
Exceptuando algunos afloramientos de las cuencas mineras asturianas, la mayoría
del carbón extraído, por ejemplo, en las cuencas turolenses, es de bajísima calidad. Su alto contenido en azufre
hace que su quemado genere altas concentraciones de gases sulfurados que, al
hidratarse en la atmósfera, son la base
de la lluvia ácida, por un lado, además
de producir en su combustión un importante aumento en las proporciones
atmosféricas de este y otros gases invernadero que son los que causan una
aceleración del actual cambio climático. Y esto por no mencionar el altísimo
costo económico de extracción de sus minas. En fin, todo ventajas, como vemos. El futuro
energético debe fundamentarse en el uso de energías alternativas, limpias, no
contaminantes. La propuesta antes descrita es una aberración ecológica que
debería tener una airada contestación por parte de los grupos
conservacionistas, aunque es poco probable, pues parece que estén desaparecidos
últimamente, no se sabe muy bien si por voluntad propia o por estar sometidos o
“domesticados” por determinadas fuerzas
sociales.
Si explicando en estas asignaturas los principios básicos de
una aplicación correcta de los avances de las distintas ciencias, y su
repercusión en la sociedad actual, se consigue que los votantes del futuro sean capaces
de discernir quién les pretende confundir, engañar, o vivir del cuento, cuando
soliciten su voto, habremos avanzado mucho. Así que intentaremos aportar nuestro
granito de arena.
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