¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Llanuras de inundación.



     Es una obviedad pero se llaman así porque se inundan de vez en cuando. Los ríos estacionales como el Ebro tienen ese pequeño inconveniente, que  cada cierto tiempo  dejan la llanura de inundación totalmente anegada de agua, arrasando con todo lo que pillan a su paso. Esta vez el Ebro se ha portado como hacía muchos años que no lo hacía, dejando más de 28.000 hectáreas bajo las aguas.
     Que las autoridades técnica y políticas del momento podían haber hecho algo estos años atrás como medidas preventivas es algo evidente. Que los colectivos conservacionistas se oponen siempre a que ese “algo”  se lleva a cabo si se toca medioambientalmente el río y su entorno es algo habitual, pues no quieren que se intervenga modificando el ecosistema fluvial. Que la confederación hidrográfica diga, se desdiga, actúe o quiera hacer abundantes planes de actuación para un futuro que nadie sabe cuándo empieza, también es habitual. Y que los grupos ecologistas protesten y defiendan  que deberían haber “limpiado” las riberas, y haber “recuperado” los bosques de ribera es algo que, oírlo, clama al cielo cuando se supone que entre sus filas hay gente preparada.
Zaragoza y la llanura de inundación del Ebro cubierta por las aguas. Imagen de satélite.
     No estamos acostumbrados a escuchar soluciones para la gente por parte de ningún de estos colectivos antes citados. Que hay que recuperar los terrenos “ocupados” al río que fueron destinados secularmente para huertos, pues suponen una agresión ecológica,  no cuadra con la defensa que hicieron esos mismos grupos ecologistas cuando querían defender  al “ecosistema agrícola” del meandro de Ranillas para evitar hacer allí la EXPO de Zaragoza de 2008. No se entiende. ¿Han cambiado de preceptos ecologistas? Lo que ahora les parece una agresión  al entorno del río, como los huertos, entonces era defendible como ecosistema a preservar? Que se aclaren. Aunque lo deberían hacer en muchas otras cosas más si quieren ser creíbles.
     ¿De verdad piensan que hay que devolver al patrimonio natural del río los miles de hectáreas ocupadas desde hace cientos de años para uso agrícola? ¿Piensan que el ecosistema fluvial se cuida, se mima, se recupera así  de las garras especuladoras e hiperdesarrollistas  poco respetuosas con la naturaleza? ¿De qué habrían vivido estas centurias pasadas las gentes si no se hubiera usado la llanura de inundación de los ríos del planeta para cultivos? Nos dejan sin palabras, la verdad. Y que haya quien comulgue con ruedas de molinos (ruedas de ignorancia) con las ideas de estas gentes, aún más.
     No aportan soluciones, aunque la única que les he leído es la de hacer canales subparalelos al cauce como receptor de las aguas de avenida. ¿Eso es una solución ecológica? Que quede claro, ¡no!  Ni esa ni el hacer presas de laminado, dragados puntuales o hechos de vez en cuando, o  excavar áreas laterales, como recomienda el Colegio de Geólogos. Todas ellas, las proponga quien las proponga,  son agresivas, impactantes, demoledoras de una naturaleza que creíamos domesticada pero que nos arrasa y agrede cuando quiere. Son actuaciones que pueden prevenir o solucionar graves problemas, pero que son poco respetuosas con el ecosistema fluvial.  ¿Hay alguna alternativa respetuosa con el entorno?
     Si queremos dar alguna solución sensata al problema de miles de vecinos que han sufrido el devastador efecto de las inundaciones, habrá que hacer algo. Y si a los ecologistas de salón (esos que son extremadamente sensibles con la naturaleza pero son vecinos tuyos y usan todos los avances tecnológicos a su alcance, ¡o más!) les parecen inapropiadas, que den ellos una alternativa tan respetuosa con las personas y sus bienes como con la naturaleza. No podemos practicar un  ecologismo insolidario y frío con las muchísimas personas afectadas por catástrofes naturales. Es preferible una naturaleza domesticada,  a la vez que se respeta y  conserva,  al servicio de la gente, que decorados naturales vírgenes extraídos por la pseudociencia naturalista de la utilización racional humana.

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