Les llaman "profesionales del deporte" o "deportistas de élite". Son gente que desde
pequeños son animados a involucrarse más y más en actividades "deportivas" tan
relajantes y sanas, aunque ridículas,
como salto de altura, de vallas, o de longitud. Resulta muy difícil de creer
que una persona intelectualmente normal, joven y sana se dedique ocho horas al día, o más, a entrenar para ser los
mejores de su pueblo, comunidad, país, continente, o planeta en una actividad
de ese calibre. ¡Hay gente "pa tó"! como decía un famoso torero del pasado
siglo, pero además es que no se oye ni una crítica en contra de estas vidas
semiesclavas. Al contrario, hay que añadir a esto una marea humana detrás,
animando, ensalzando y queriendo circo para divertirse. Porque eso es a lo que
se asemejan, a unos artistas circenses
con musculitos.
¡Pobre gente! ¿No se
darán cuenta, ya de adultos, de que son utilizados por muchos que viven de
ellos? ¿De verdad su interés en la vida puede ser el conseguir situarse como
número 1 en esas especialidades atléticas? ¿A quién le importa que se salten más de 4 metros de altura o casi 9 metros de
longitud? ¿Qué se consigue personalmente con ello en una vida? No suele haber
respuestas coherentes a estas respuestas. Yo cuando se las hago a los pocos
alumnos míos que se dedican a estos menesteres suelen contestar un escueto y casi decepcionante "es que me
gusta". Y no los sacas de ahí.
Estamos habituados a ver las caras de fronterizos de muchos
deportistas consagrados en la actualidad, aunque estén rodeados y cubiertos de
oros, coches y otros lujos debido al dineral que ganan por hacer de algo tan
bello como el deporte una competición desmedida y una dedicación exclusiva en sus vidas. Y ese
es el verdadero peligro. Miles de jovencitos adolescentes se emocionan al ver
los destellos mediáticos de sus ídolos, por lo que quieren seguir sus pasos
sacrificando sus vidas personales, muchas veces animados y empujados por sus
familiares, sin darse cuenta que en realidad van encaminados a una caída en picado, en especial cuando descubren,
más bien les dicen después de
exprimirlos unos años, que "no sirven" para el deporte. Pero claro, el negocio
está siempre por delante de las formaciones académicas de los chavales. Entrenadores
entusiastas, clubs exclusivos, acciones sociales de cajas y bancos, y sobre
todo, gigantescas empresas dedicadas a la venta de material deportivo no dejan
de ser los encargados y los más interesados en manipular mentes para que se
defienda, promocione y se extienda la "práctica deportiva" de competición, que
es muy sano, dicen. Y en esto no hay orientaciones, recomendaciones, protestas
de asociaciones ni acciones reivindicativas para liberar a la juventud de la
adicción al éxito deportivo que muchos sufren en esta sociedad. Nada de nada.
Todo parece estar bien.
Lo que no dicen ni advierten a los que se inician es del desmoronamiento personal que muchísimos de estos incautos sufren, incluso en casos de relumbrón,cuando
tienen que dejar de ser "saltimbanquis", por lesiones, por edad, por forma física inadecuada, y tener que "retirarse"
a hacer otras cosas. Pero, ¿qué cosas? ¡Si los pobres no saben hacer la O con
un canuto! Entonces surgen los negocios
sucios y fáciles, las depresiones, los
ingresos hospitalarios y el morbo mediático. Y en algunos casos se llega a la
muerte prematura. Pero es igual, no pasa nada. Siempre hay gente de recambio…
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