¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Conservacionismo hiperdesarrollista.


   Es un término que se sitúa en el extremo contrario al de hiperdesarrollismo pseudoecológico (http://dejadmevivir.blogspot.com.es/2013/09/hiperdesarrollismo-pseudoecologico.html). El despertar en nuestra sociedad del desarrollo sostenible durante los últimos lustros ha tenido una respuesta social un tanto desenfocada de la verdadera práctica respetuosa con el medio ambiente. Los grupos conservacionistas que conocemos tienden a demostrar con acciones muy vistosas sus reivindicaciones y protestas, dejando poco espacio a la comprensión de especiales necesidades de determinados colectivos sociales. Aún recuerdo cómo las protestas vecinales de la localidad turolense de Libros para que sacaran del casco urbano la carretera nacional,  en la que se habían producido numerosos accidentes, contaron con la oposición de grupos conservacionistas de Teruel los cuales defendían  el hábitat de una plantita endémica de los alrededores por los que se preveía el paso de la nueva vía. ¿No se podía llegar a un acuerdo en el posible trazado y mostrar más solidaridad con la gente del pueblo?


  Se nos recomienda, por ejemplo, la práctica de la compra de proximidad en las ciudades, descartando así las “innecesarias” y contaminantes visitas (por las emisiones de CO2 y otros gases que emiten los vehículos con los que se va)  a los alejados centros comerciales, cuando a la vez se patrocina el conocimiento y visita de parques naturales y/o nacionales que se suelen encontrar, en muchas ocasiones,  a centenares de kilómetros de los lugares habituales de residencia de la gente. ¿Para ir a un sitio sí se contamina y para el otro no? Se articulan acciones encaminadas al reciclado de papel, cartón, vidrio y plástico (muy necesario) pero se “olvidan” de, a la vez, hacer campañas encaminadas a reducir el consumo de productos con demasiados residuos o envoltorios no siempre efectivos. El uso de tetrabriks o  latas de todo tipo de bebidas es algo habitual y visto con total normalidad y tolerancia por parte de numerosos grupos sociales que no dudan en reivindicar el reciclado pero sin mostrar nunca una clara condena en contra del uso abusivo de ese tipo de envoltorios. ¿No podríamos solicitar una vuelta atrás en la distribución de, por ejemplo, la leche, que antiguamente se hacía en envases de vidrio?



  Pero sin duda los más significativos en eso del conservacionismo hiperdesarrollista son los que, embutidos en un perfecto “disfraz ecologista” tratan de enseñar a los demás lo concienciados que suelen estar en eso de respetar y amar la naturaleza. Sus pantalones bombachos y de corte moruno; sus camisetas de rayas moradas y negras; unas cuidadas rastas; un par de piercings en la cara; sandalias étnicas; insignias con un “nuclear, no gracias” o con el símbolo del amor, hacen que la gente poco preparada en temas ecológicos se derrita ante esa indumentaria “tan natural”. No se dan cuenta que la ropa que llevan es sintética en su casi total proporción, es decir, hecha con derivados del petróleo; los piercings son de metales poco oxidantes y tratados químicamente para no producir infecciones (eso se creen ellos…); y las sandalias son de piel curtida de animales criados para ese fin. Además, como todos, llevan un buen teléfono móvil fabricado con el superconductor COLTÁN, extraído en minas tercermundistas por niños esclavos. Ah, y con el pelo bien teñido en colores estridentes sin saber lo muy contaminantes del agua que son esos productos. En fin, un lote medioambiental de primera división, como vemos. Si a eso añadimos el verlos  bajando de un flamante coche con el que se desplazan para ir a trabajar, y/o salir del mismo con una especie de pequeña nave espacial para pasear a su bebé, es para terminar parpadeando como el de la “empanadilla de Móstoles”. Pero de referencia ecológica NADA de NADA, que quede claro. Viven como muchos, pero con disfraz. Son, simplemente, CONSERVACIONISTAS HIPERDESARROLLISTAS.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Hiperdesarrollismo pseudoecológico.

Carretera ecológica.

     El medioambientalismo ha dado en los últimos lustros un sinfín de términos, aparentemente extraños, respecto a las diferentes actuaciones del hombre en la naturaleza. Los más conocidos son  el hiperdesarrollismo, que resumidamente consiste en el uso indiscriminado de los recursos naturales con el fin de lucrarse o generar riquezas sin prever consecuencias nefastas para el entorno, o no importarle; el conservacionismo a ultranza, que representa un movimiento crítico con el anterior y tendente a la preservación del entorno sin valorar los posibles beneficios que para el hombre pudieran obtenerse de él; y el desarrollo sostenible, que acercando posturas entre los dos anteriores pretende un desarrollo social regulado y respetuoso,  alterando lo mínimo posible a los ecosistemas sobre los que el hombre se asienta.

Detergente ecológico.

     Sin embargo, es fácil descubrir a través de los medios informativos multitud de propuestas de actuación, desde la administración o privadas, que intentar mostrar la cara amable de una intervención sobre algo. ¿Quién no ha visto la propaganda de un coche argumentando que no es, o es mínimamente, contaminante? O la construcción de chalés con “piscinas ecológicas”; o incluso campos de golf en los que usan “aguas residuales” para evitar así la tentación de acusaciones de malgasto de agua. Es lo habitual. Y eso se produce, estoy convencido, por la estrategia industrial/comercial de hacer “ecológico” algo que no lo es tanto.

Piscina ambientada en un entorno "natural".

     ¿Qué ocurre, entonces? ¿Nos están engañando? Pues seguramente sí, pero con mucho estilo… Nos están aplicando este concepto que creo que extracta lo que en los últimos tiempos nos están haciendo: hiperdesarrollismo pseudoecológico. Consiste en acallar muchas voces discordantes con el “sentir” conservacionista que mucha gente tiene, o cree tener. Es tan  obsesiva, aunque a la vez superficial, la campaña concienciadora  respecto a la conservación del entorno natural, que aun teniendo mucho de bueno, tiene  grandes fisuras. La principal es la falta real de formación ecológica que la mayoría de las personas tienen, derivada sin duda del paso fugaz de temas medioambientales en los contenidos educativos de las sucesivas leyes de educación de nuestro país. Y esa falta de formación  hace tragar con todo lo que se  barniza de verde y ecológico, que es lo que se lleva y da credibilidad. Si oyen o leen que algo tiene en cuenta la conservación del entorno, o es respetuoso con los valores naturales del lugar,  es suficiente para tirarse en plancha a aceptar o recomendar, o por lo menos a no desechar, el producto ofrecido.

Parque urbano .

     Ejemplos engañosos conocemos todos, aunque no nos hayamos dado cuenta de su finalidad real. Que se anuncia que los detergentes no llevan fosfatos (sin ver qué más llevan…),  pues entonces son ecológicos y es bueno usarlos; que los supermercados nos cobran las bolsas de plástico para así “reducir residuos” y generar conciencia ecológica, pues les creemos a pies juntillas y encima alabamos la propuesta; que nos construyen en las ciudades parques con grandes extensiones de césped, pues pensamos que verde está  más bonito  y que el ayuntamiento, además,  hace lo adecuado por crear “zonas verdes”, mucho más ecológicas que  si son de otro color. Pero nadie, incluso formado ecológicamente, expone su oposición a que, por ejemplo, los millones de productos para teñirse el pelo  lleven contaminantes del agua; o que sea innecesario emplear masivamente envases de cartón o metal para leche, vino, o envoltorios de plástico en numerosos alimentos, etc. Parece que ecológicamente esté permitido, y nos deja la conciencia tranquila, el uso en nuestra vida  de productos que proceden  de un complicado proceso industrial, extracción agresiva de materias primas, o que su uso genere abundantes residuos y elementos contaminantes. Eso nos da igual, al parecer, o se ignora por lo general. ¿Por qué? Pues porque hay todo un complicado e interesado movimiento que hace  lo posible para que creamos que lo necesario en nuestras vidas occidentales ha pasado por los controles  ambientales suficientes y necesarios: son, aparentemente, productos o actuaciones  ecológicamente aceptables. Eso es el hiperdesarrollismo pseudoecológico. Un engaño. Necesitamos formación y vista de lince para no caer en su trampa.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Geología en vivo: fumarolas en las Azores.

Calderas volcánicas de Sete Cidades en san Miguel, Azores.

     Casi no voy a escribir nada, pues esta entrada es para "verla". Se trata de contemplar la belleza de las fumarolas que en la isla de san Miguel, en Las Azores, se pueden contemplar. Las fumarolas son un fenómeno geológico consistente en emanaciones de gases y vapor de agua desde zonas profundas de la tierra como consecuencia de fenómenos volcánicos asociados.

   
  

     Las islas Azores se encuentran en mitad del Océano Atlántico, junto a la gran brecha que supone la Dorsal Centroceánica Atlántica, que recorre este océano de norte a sur. Al ser de naturaleza volcánica los espectaculares elementos visuales que allí se contemplan están relacionados con fenómenos propios de los volcanes, siendo una de sus manifestaciones más representativas las fumarolas. Estas están allí en permanente emanación de gases debido a la constante relación entre el nivel freático del terreno, abonado por la gran y exuberante vegetación de la isla, y el próximo en superficie foco caliente del subsuelo, lo que favorece la aparición de las fumarolas. Veamos algunas de Sete Cidades y Furnas, en la isla de san Miguel:

Sete Cidades, san Miguel.

Sete Cidades, san Miguel.

Furnas, san Miguel.

Agua en ebullición.

Furnas, san Miguel.