Es un término que se sitúa en el extremo contrario al de hiperdesarrollismo pseudoecológico (http://dejadmevivir.blogspot.com.es/2013/09/hiperdesarrollismo-pseudoecologico.html). El despertar en nuestra sociedad del desarrollo sostenible
durante los últimos lustros ha tenido una respuesta social un tanto desenfocada
de la verdadera práctica respetuosa con el medio ambiente. Los grupos conservacionistas
que conocemos tienden a demostrar con acciones muy vistosas sus
reivindicaciones y protestas, dejando poco espacio a la comprensión de especiales
necesidades de determinados colectivos sociales. Aún recuerdo cómo las
protestas vecinales de la localidad turolense de Libros para que sacaran del
casco urbano la carretera nacional, en
la que se habían producido numerosos accidentes, contaron con la oposición de
grupos conservacionistas de Teruel los cuales defendían el hábitat de una plantita endémica de los
alrededores por los que se preveía el paso de la nueva vía. ¿No se podía llegar
a un acuerdo en el posible trazado y mostrar más solidaridad con la gente del pueblo?
Se nos recomienda, por ejemplo, la práctica de la compra de
proximidad en las ciudades, descartando así las “innecesarias” y contaminantes visitas (por las emisiones de CO2 y otros gases que emiten los vehículos con los que se va) a los
alejados centros comerciales, cuando a la vez se patrocina el conocimiento y visita
de parques naturales y/o nacionales que se suelen encontrar, en muchas ocasiones, a centenares de kilómetros de los lugares
habituales de residencia de la gente. ¿Para ir a un sitio sí se contamina y
para el otro no? Se articulan acciones encaminadas al reciclado de papel, cartón,
vidrio y plástico (muy necesario) pero se “olvidan” de, a la vez, hacer
campañas encaminadas a reducir el consumo de productos con demasiados residuos
o envoltorios no siempre efectivos. El uso de tetrabriks o latas de todo tipo de bebidas es algo habitual
y visto con total normalidad y tolerancia por parte de numerosos grupos sociales que no dudan en reivindicar el reciclado pero sin mostrar nunca
una clara condena en contra del uso abusivo de ese tipo de envoltorios. ¿No
podríamos solicitar una vuelta atrás en la distribución de, por ejemplo, la
leche, que antiguamente se hacía en envases de vidrio?
Pero sin duda los más significativos en eso del conservacionismo
hiperdesarrollista son los que, embutidos en un perfecto “disfraz ecologista”
tratan de enseñar a los demás lo concienciados que suelen estar en eso de
respetar y amar la naturaleza. Sus pantalones bombachos y de corte moruno; sus
camisetas de rayas moradas y negras; unas cuidadas rastas; un par de piercings
en la cara; sandalias étnicas; insignias con un “nuclear, no gracias” o con el símbolo del amor, hacen
que la gente poco preparada en temas ecológicos se derrita ante esa
indumentaria “tan natural”. No se dan cuenta que la ropa que llevan es
sintética en su casi total proporción, es decir, hecha con derivados del
petróleo; los piercings son de metales poco oxidantes y tratados químicamente
para no producir infecciones (eso se creen ellos…); y las sandalias son de piel curtida de animales criados para ese fin.
Además, como todos, llevan un buen teléfono móvil fabricado con el
superconductor COLTÁN, extraído en minas tercermundistas por niños esclavos.
Ah, y con el pelo bien teñido en colores estridentes sin saber lo muy
contaminantes del agua que son esos productos. En fin, un lote medioambiental de
primera división, como vemos. Si a eso añadimos el verlos bajando de un flamante coche con el que se
desplazan para ir a trabajar, y/o salir del mismo con una especie de pequeña
nave espacial para pasear a su bebé, es para terminar parpadeando como el de la
“empanadilla de Móstoles”. Pero de referencia ecológica NADA de NADA, que quede
claro. Viven como muchos, pero con disfraz. Son, simplemente, CONSERVACIONISTAS HIPERDESARROLLISTAS.
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