Durante este mes de febrero se están celebrando en las
diferentes comunidades autónomas españolas las pruebas de la Olimpiada
geológica. Es el cuarto año que se celebran, muy por detrás de las olimpiadas
de las ciencias tradicionales: Matemáticas, Física, Química y Biología. Como
siempre la geología se ha incorporado con retraso a eso de ponerse a prueba en
cuestiones de ciencia. El día 8 de febrero se celebraron en las instalaciones
del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza las
correspondientes a Aragón. Más 80 alumnos residentes en la comunidad aragonesa pertenecientes a 4º de ESO, 1º y 2º de
bachillerato se presentaron a las mismas, desarrollándose las pruebas en tres
exámenes sucesivos. A tres de ellos les esperan las pruebas nacionales en Gerona.
Independientemente de quienes ganaran en esa prueba
geológica, resulta muy significativo en estos momentos de tribulaciones y dudas
razonadas respecto al futuro de la
geología en los planes de estudio que la nueva LOMCE pronostica, que se tenga
el entusiasmo suficiente como para organizar (un 10 por la organización en
Zaragoza, todo sea dicho de paso) como por participar. Y sobre todo, hay que
valorar muy alto el nivel de preparación que muchos alumnos de esos niveles
académicos que se presentaban demostraron tener al contestar unos cuestionarios
con preguntas cuyas respuestas y contenidos muchos de los profesores que les
formamos ahora en geología pudimos aprender en los años de carrera
universitaria. Sin embargo, ahora,
chavales de entre 16 y 18 años se prestan a demostrar sus conocimientos
geológicos ante una prueba puesta por la universidad sin miedos a hacer el ridículo.
Ellos demostraron que su nivel era más
que aceptable y bueno.
Todo esto sé que contrasta enormemente con la consabida
cantinela de que los alumnos llegan ahora a la universidad mucho peor
preparados que antes. Eso, simplemente, es mentira. Menos PISA y más realidad.
En geología lo acabamos de ver.
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