¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

martes, 4 de septiembre de 2012

Incendios e impactos visuales en Canarias.


     Lo de todos los veranos. Las islas afortunadas (¿?) arden por los cuatro costados en los meses estivales sin que se pueda hacer otra cosa, al parecer, que lamentarse y apagar los fuegos como se puede. Desde la península uno se pregunta cómo es que se producen allí tantos incendios, provocados intencionadamente o no.
Mar de nubes en Canarias, generador de la humedad necesaria para la cobertera vegetal.
     La especial y difícil orografía de las islas impide ser eficaces en la extinción de los incendios. Para los que no lo sepan, la exuberante vegetación de gran parte de esas islas no se nutre casi de aguas pluviales, sino que es la humedad acumulada por los vientos alisios los que permiten que se mantenga una cubierta vegetal en un terreno casi intratable para la mayoría de los humanos. Los abundantes parques nacionales que se distribuyen en el archipiélago no son el resultado de un mimo especial de esos territorios por parte de los isleños. Esos ecosistemas se conservan así debido a que el terreno es tan endiabladamente difícil e improductivo desde un punto de vista agrícola, que se ha dejado que la naturaleza haya colonizado esos parajes en un proceso natural inmemorial.
Tres imágenes (esta y las dos de abajo) de las cientos de urbanizaciones de viviendas en las islas.


     Ese proceso natural de sucesión ecológica ha facilitado que los ecosistemas que ahora se protegen activamente, y se enseñan al visitante como auténticas joyas naturales, ayuda, y mucho, a que el turismo isleño  sea una realidad. Esos parques no son así de bellos como resultado de un concienzudo y responsable empeño de conservar lo natural, sino más bien  se protege y enseña casi intacto como consecuencia de la no utilización por el hombre, por su improductividad. Miles de kilómetros cuadrados de malpaís volcánico, de coladas de lava arisca e inabordable, o de fantástica laurisilva conservada hace millones de años tal cual, sin tocar, no es el fruto de una especial sesibilización humana por lo natural, lo bello, lo auténtico del  paisaje, o lo maravilloso que resulta el contemplar la casi totalidad del terreno de las islas sin poder cultivar algo que llevarse a la boca. Es posible que algunos me recuerden ahora las famosas plantaciones de plataneras canarias o los vinos de Lanzarote, sin pensar antes  que las hectáreas dedicadas a esos cultivos requieren de materiales muy determinados y escasos en casi todas estas islas, como son el lápilli, puzolava (perdón, pero se llaman así) o la ceniza volcánica. Esos materiales de diminuto tamaño de grano, de origen también volcánico, es el más adecuado para los cultivos controlados, por lo que se realizan allí en reducidas zonas, casi todas ellas costeras.
Franjas de cultivos en la costa isleña de La Palma.
Aridez y zona improductiva en los alrededores del volcán Teneguía (La Palma).
Colada de lava. Ahí se quedó.
Malpaís: bellísimo paisaje improductivo.
     Pero además de esto, resulta curioso, junto a la tajante oposición ecologista (Green Peace)y de las autoridades canarias para la extracción de petróleo cerca de Fuerteventura por razones ecológicas y de negativo  impacto visual para los cinco millones de turistas que cada año visitan las islas, que esos mismos estamentos no controlen adecuadamente la gran dispersión de la población canaria. Si se dan una vuelta por allí, por cualquier isla, verán que las muy empinadas laderas volcánicas, estén o no cubiertas de vegetación, aparecen tapizadas de versicolores viviendas unifamiliares, que por su aspecto no parecen tener más de una veintena de años las más antiguas, dotadas con el correspondiente sendero hasta las mismas desde las carreteras, sus conducciones  aéreas de cableado de red eléctrica, sus garajes, depósitos de agua,  sus… todo. Como si se tratase de una urbanización de las afueras de cualquier ciudad a las que tanto se critica ecológicamente, pero, por lo general, mucho más modestas o “cutres”. ¿Eso no es un impacto visual? ¿No se generan así más incendios (el generado este verano en La Palma ha sido en una de esas “urbanizaciones”)? ¿Eso facilita o entorpece las labores de intervención inmediata en caso de peligro natural o antrópico? ¿Por qué no vemos a las organizaciones ecologistas arremeter contra esta forma de vida isleña cuando no es más que una agresión feroz a los paisajes y ecosistemas de la zona? ¿Eso es defendible? ¿Decimos que los molinos aerogeneradores de electricidad NO, por impacto visual, pero SÍ a cientos de casitas dispersas? Pero lo más triste de todo esto es ver que cuando se queman los preciosos bosques canarios (con la desgracia de haberse quemado siempre alguna o más casas cercanas…), la topografía es tan agreste y difícil que únicamente se pueden apagar con hidroaviones. Aparatos que llegan hasta allí, al igual que el resto de los turistas, usando eso que para su extracción genera tantos inconvenientes por parte de  ecologistas indocumentados o supuestos e  interesados amantes de la naturaleza.  ¿Cómo apagarían ellos los incendios? ¿Dónde se meten en época de crisis ecológica?
El Remo (La Palma). Aprovechamiento de la línea de costa.
El Remo (La Palma). Preciosa urbanización junto al mar.
 ¿La habrán visto los de Green Peace?
 ¿Las autoridades canarias autorizan esto?
Parque Nacional de la Caldera de Taburiente (La Palma).

2 comentarios:

  1. Amigo Enrique como siempre un artículo que nos lleva a la reflexión y que nos plantea muchas de nuestras posiciones.
    Llevas toda la razón con respecto al tema de las cientos de viviendas, y urbanizaciones en terrenos sin urbanizar, lo que conlleva más cableado, pozos para extraer agua, pozos negros y fosas sépticas, etc… Y este es un problema no sólo de las Islas Canarias, sino de la práctica totalidad de las zonas costeras españolas, así como de las rodalías de las grandes ciudades; que te voy a contar de Andalucía, Murcia o Comunidad Valenciana…
    Lo que hace unos días yo me preguntaba y hablaba con unos amigos… ¿cuánto habrán costado las labores de extinción de los fuegos?; estoy seguro que mucho más que las labores de prevención del fuego. A esta afirmación contestó otro de los conversadores, ¿y no estarán las empresas dedicadas a la extinción de los fuegos detrás de la provocación de los mismos?... la verdad es que eso también nos llevó a un gran debate.
    La cuestión es que mucho trabajo hay que hacer en materia medio ambiental, en materia de concienciación, y sobre todo en materia de urbanismo en nuestro país.
    Como siempre un placer pasear por tu blog.

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    1. Gracias Óscar por comentar la entrada. Posiblemente lleve razón tu conversante sobre el "negocio" de las extinciones de fuegos. Creo que lo importante es no creer que en esto del comportamiento y la sensibilización ecológica se trata de un juego de buenos y malos.Como dices, hay mucho trabajo por hacer... Un abrazo.

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