¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

martes, 13 de noviembre de 2012

Becas Erasmus y formación.


     Me escribe hace unos días Alfonso, un antiguo alumno mío, que está disfrutando de una beca Erasmus en el Reino Unido. Desde el día que se entusiasmó con irse fuera de casa durante un curso entero, al extranjero, y que además le servía como un curso realizado en España, no faltaron sus comentarios y preguntas en relación a la eficacia, necesidad, y bondad de la decisión. Por otros muchos casos que yo conocía de primera mano le aconsejé que se informara bien de cómo era la facultad de geología donde le recomendaban ir; que indagara sobre el nivel que allí se obtiene, y si realmente le merecía la pena.
     Por todos los comentarios que hicimos antes de irse, la verdad es que se enfrentó a su aventura con decisión, aunque un tanto precavido ante lo que allí se podía encontrar. Le cabían todas las dudas posibles, y no solo respecto a la necesaria adaptación al idioma, costumbres locales y horarios, sino  respecto a la calidad educativa que iba a recibir; si estaría  bien preparado con lo que aquí le habían formado como para afrontar unas clases en una nueva universidad; y si de verdad podría estar a la altura de las circunstancias y conocimientos  allí exigidos teóricamente. Todas esas dudas se le vienen a uno a la cabeza cuando tienes la necesidad de dar la talla intelectual en un lugar extraño, lejos de tu casa, y con la sola arma conceptual que tu bagaje cultural patrio, tan vapuleado y despreciado en los últimos tiempos.
 
 
     Esa colección de recelos con los que mi amigo exalumno se fue estaba alimentada, sin duda, por el gran recelo educativo que aquí se tiene. No hay día en el que no se exponga mediáticamente que nuestra educación es de las peores de Europa. Que debemos hacer un gran esfuerzo educativo en este país para poder enfrentarnos a los numerosos retos con los que la vida actual nos sorprende a diario. Miramos a los “lumbreras” de los finlandeses (nunca habíamos oído hablar de ellos) como algo inalcanzable.  Se nos hace tener una autoestima educativa nefasta. Creemos, o mucha gente cree,  que salimos de los centros de secundaria y bachillerato tan mal preparados que no seremos capaces de afrontar y superar nada que nos venga de fuera. Parece que estamos acabados académicamente: somos lo peor de lo peor. Sin remedio.
     Pues bien, ante esta situación penosa que aquí se nos hace creer, cual patito feo transformado en cisne, este joven aragonés educado en colegio e instituto público durante toda su etapa preuniversitaria, y ahora estudiante de geológicas en la pública también Universidad de Zaragoza, ha visto cómo sus conocimientos geológicos y medioambientales aquí recibidos, no solo le han servido para poder seguir con normalidad las clases y seminarios que recibe ahora, sino que están muy por encima del supuesto maravilloso nivel que en esa universidad se imparte. Según comenta, los temarios, puestas en común, conferencias recibidas, y relaciones académicas que allí establece, son tan inferiores a las que porta desde aquí que casi no se atreve a comentar en alto muchas apreciaciones académicas ante la posibilidad de evidenciar a alguien, corriendo el riesgo de quedar por  listillo, o el típico empollón.
     Su carta, además de alegrarme enormemente por saber de él, me hace sentir muy orgulloso de lo que aquí hacemos, sabemos, y enseñamos. Era algo que muchos sabemos de sobras. Se conoce a la perfección esta situación desde hace bastantes años, pero parece que es más noticiable ponernos verdes a nosotros mismos, sin la mínima piedad. Puede que haya que reformar muchas cosas en educación, soy el primero en reconocerlo, incluso luchando con fuerza para que no se elimine la Geología y otras materias  en el nuevo bachillerato que se ha inventado esta gente, pero mucho de lo que hacemos lo hacemos bien, sin complejos. Digámoslo bien alto. El tan manido término “fracaso escolar” habrá que enmarcarlo dentro de los porcentajes estadísticamente normales referentes a un sistema educativo universal, donde todos tienen cabida, quieran o no desarrollar su intelecto. Pero eso es una cortina de humo. Aunque parezca mentira, desde hace años que recibimos alumnos europeos del norte en nuestros institutos para hacer aquí el bachillerato. Y es fácil comprobar sus precarios y escasísimos conocimientos en las asignaturas de ciencias, por ejemplo. ¿Pero no recibían en sus países una formación académica mucho mejor que la de aquí? ¿El fracaso escolar allí de verdad es menor  viendo a alumnos que salen fuera de su país a estudiar tan mal preparados? ¿Por qué los informes PISA  dicen todo lo contrario a lo que vemos en las aulas? Algo pasa. La información que recibimos no debe ser todo lo exacta que debería. Alguien está empeñado en amargarnos la vida. Y hay que averiguar para qué.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario