¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

martes, 19 de octubre de 2021

En memoria del profesor Emiliano Aguirre Enríquez

   


    En la tarde del día 11 de octubre de 2021 fallecía en Madrid Emiliano Aguirre Enríquez a los 96 años de edad. Bien conocido en el mundo de la geología y la paleontología, no solo deja como huérfanos de “padre científico” a un buen grupo de especialistas en esas disciplinas, sino que genera un verdadero tsunami de sentimientos al recordar su labor, su prestigio científico y, sobre todo, su gran calidad humana.

    Lejos de querer reseñar aquí una biografía científica más de Emiliano, al escribir estas líneas para Naturaleza Aragonesa resulta inevitable resaltar el recuerdo indeleble que dejó en su breve paso por la Universidad de Zaragoza como catedrático de Paleontología entre 1977 y 1979. La investigación en los yacimientos de Atapuerca, como gran proyecto científico de Emiliano, se nutrió en sus inicios con su alumnado zaragozano de geológicas, del que se obtuvieron años más tarde tres tesis doctorales en paleontología de mamíferos del terciario y cuaternario. A la vez, consolidó el departamento y coordinó sus líneas de investigación con personajes tan significativos en la paleontología española actual como son Leandro Sequeiros y Eladio Liñán, que en etapas sucesivas dirigieron el mismo y las labores de un cada vez más nutrido elenco de especialistas en diferentes grupos de fósiles y edades, lo que ha permitido el magnífico desarrollo, prestigio y consideración social de la paleontología aragonesa. Ya en Madrid, Emiliano nunca abandonó Aragón, ni siquiera físicamente. Fue asiduo asistente y colaborador principal de numerosas jornadas paleontológicas celebradas en Ricla, en las que su maestría y humildad le hacían merecedor de todas las consideraciones y respetos. 

    Pero al margen de las innegables calidades científicas de Emiliano, siento la necesidad de resaltar aquí la gran capacidad que tenía para entusiasmar y convencer, desde para hacer ver la necesidad de estudio del fósil más insignificante, hasta la interpretación certera de los grandes acontecimientos evolutivos de la historia de la vida. Además, su gran sentido común le confería gran facilidad de comprensión de las limitaciones personales ajenas, lo que le permitía acercarse y adaptarse a las distintas capacidades de los demás. Pero, sin duda, la virtud que considero tuvo por encima de cualquier otra, fue su enorme humanidad, lo que le hizo ser grande, en el sentido más puro y digno del término. Grande por no tolerar nada, pues la tolerancia puede hacer creer que se está por encima de los demás y Emiliano era incapaz de expresar superioridad ante nadie. Por eso, lejos de falsas grandezas, comprendía las actitudes y comportamientos de los otros, sin juzgar nunca. Todos estos atributos: entusiasmar, convencer, sentido común y humanidad, hicieron de Emiliano Aguirre alguien único e inigualable. 

    Si alguien me pidiera que describiera a Emiliano lo mejor posible, con tan solo un calificativo o expresión, no usaría jamás ninguna consideración relativa a sus valores y logros científicos, sino que optaría con decir, simplemente, que Emiliano fue una buena persona, que es, a mi juicio, lo mejor que se puede decir de alguien en la vida. 

Enrique Gil Bazán 
Doctor en Paleontología

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