¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

martes, 17 de mayo de 2016

Un máster de educación mejorable.




     A finales de abril se despidieron del IES Ramón y Cajal de Zaragoza los alumnos del máster de Educación Secundaria  que han realizado sus prácticas en el instituto durante mes y medio. Este curso provenían de varias especialidades, como  Lengua y Literatura, Geografía e Historia, Física y Química, y de Biología y Geología. Muchos de ellos son licenciados e incluso doctores universitarios que han acabado sus tesis en la universidad o proceden de un mundo laboral del que han salido un tanto “quemados” por la experiencia explotadora sufrida. Decidieron hacer el máster, comentan, fundamentalmente para poder presentarse a las duras oposiciones a docentes de la educación secundaria aragonesa,  o en la que se tercie, pues ahora es requisito imprescindible para ello.
     En el instituto llevamos desde que empezó a impartirse el máster en la universidad  como centro colaborador de prácticas en la formación docente de los futuros profesores. Y desde entonces recibimos y oímos las mismas críticas de los alumnos en relación con la calidad del máster que están recibiendo. Este se realiza, salvo los periodos de prácticas, en las instalaciones de la universidad, donde ejerce un protagonismo importante la docencia impartida desde la Facultad de Educación. Y siempre, cada año, se repite la misma crítica del alumnado. Al parecer, además de un gran número de horas empleadas (ellos usan otro verbo) en aprender argumentos  y materias de naturaleza puramente psicopedagógica (que supongo que también harán falta), hay contenidos sustanciales impartidos por especialistas en educación que  suelen ser y les resultan, año tras año, defraudantes, vacíos de contenido, y de poca aplicación práctica en las aulas.


 
     Conozco personalmente a bastantes de los profesores del antiguo “Magisterio” y ahora de la flamante y nueva Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza. Y me consta que desde hace muchos años la mayoría hacen lo que buenamente pueden y saben para formar a los maestros del futuro. Procedentes ellos de facultades poco relacionadas con la educación, como Geológicas o Biológicas, han tenido que reciclarse laboralmente a enseñar a enseñantes para ganarse la vida. Pero estoy seguro que muchos de los principios y propuestas didácticas que hacen, que se empleaban como punteras y novedosas en décadas anteriores,  puede que no sea muy apropiado y efectivo el aplicarlas hoy en día. El panorama docente y social, al menos en secundaria que es lo que conozco algo, ha cambiado tan drásticamente en los últimos tiempos  que resulta imposible y contraproducente estancarse con prácticas didácticas de otras épocas.  Y, seguramente,  si conocieran un mínimo la dinámica vida de un centro educativo de secundaria actual, con una presión de carga docente en la que los temarios a impartir en la ESO y Bachillerato son inmensos y  muy densos en contenidos, comprenderían que  antiguas propuestas constructivistas no tienen  cabida o sirven de poco en la ajetreada vida académica de los alumnos de secundaria.
     Puede que sus iniciativas didácticas y supuestamente innovadoras tengan sentido para su aplicación profesional en Educación  Primaria, pero un centro de Secundaria requiere un nivel formacional del docente alto, muy alto (como han podido comprobar los alumnos de máster), por lo que ese nivel no puede presentarse con resquicios actitudinales en los que quepan intervenciones con el alumnado que, basadas en dinámicas de grupo un tanto obsoletas, hacen que el acto docente se transforme en una sucesión de simples actividades recreativas para niños. En secundaria, al menos, no.
     Sería deseable que las reiteradas propuestas  en relación con la “innovación educativa” o la ”motivación del alumnado” que se hacen desde el máster de educación tuvieran un episodio de filtrado conceptual y  seria autocrítica con el fin de adecuar y actualizar de una vez los contenidos de un máster que se exige para ser profesor de Educación Secundaria. De lo contrario se terminará convirtiendo, si no lo ha hecho ya, en un mero trámite burocrático más en el que la gente, en vez de disfrutar aprendiendo a enseñar, se siente cada vez más decepcionada.
 


 

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