“En la calurosa tarde del miércoles 16 de mayo saltaba la
noticia: la profesora Martha Craven Nussbaum había sido elegida Premio Príncipe
de Asturias de Ciencias Sociales. Posiblemente, muchos de los lectores de este
periódico no habían oído nunca hablar de ella. Y esto es comprensible en el
marco de una sociedad como la nuestra que lo que se valora son los personajes
de oropel ligados a la prensa del corazón, al deporte profesional o a la
corrupción económica. Es comprensible pero ello no justifica la ignorancia
social de las personas que destacan en el mundo de las ciencias naturales o
sociales y que destacan por crear pensamiento en una sociedad que parece que le
incomoda pensar”.
He leído en
un artículo el párrafo de arriba. Es el primero de un escrito que incluyo
entero al final de esta entrada, donde se destaca la vida de la autora, su obra científica, y
explica brevemente sus fundamentos filosóficos, y es el párrafo al que hago referencia
íntegra aquí. Está realizado por un jesuita, teólogo, geólogo y catedrático
de paleontología jubilado, muy conocido
mío. Lo ha escrito él, pero podía ser de cualquiera de los muchos “cultos” y
refinados intelectuales que salpican con sus artículos las revistas y
periódicos de hoy. Pero su escrito me sirve para hacer una reflexión crítica
hacia este tipo de manifestaciones, muy habituales como digo en determinados
tipos de personas, y que en la actualidad llegan a herir sensibilidades, aunque
ellos no lo sepan y quieran, o sí, no lo sé muy bien.
Y me dispongo
a hacer una crítica porque creo que ya está bien. ¡Basta! Me siento
verdaderamente indignado con estas manifestaciones “culturetas” de muchas
personas que tienen sus vidas llenas de ocupaciones y menesteres que otros casi
consideramos de puro relleno o divertimento.
¿Quién conoce
a esta señora? ¿Quién ha leído algo de ella? ¿En qué ámbitos se le conoce, a
ella, y su obra? ¿Si tan importante es para la filosofía de la vida en ámbitos
culturales referentes a la mujer y las religiones en el mundo oriental, cómo es
que no se había oído hablar de sus ideas y sesudas manifestaciones hasta hoy?
¿Por qué se nos considera tan despectivamente a los que no la conocíamos?
De repente,
por arte de magia, aparece en escena y se le concede un premio importante a
alguien que casi nadie conoce. Y claro, en ese preciso momento empiezan a aparecer
“iluminados” que dicen conocer su importante obra, haber leído y compartido la
opinión vertida en sus escritos, y, en
fin, que según sus comentarios se puede llegar a pensar en qué habría sido del mundo sin personas como esta autora.
Estoy poco
ilustrado en esos temas filosóficos, lo reconozco, pero me tengo por alguien que
busca, investiga y procura estar al día en los temas culturales, humanísticos y
científicos, de mi tema o no, más relevantes del momento. Lo intento, digo,
aunque no lo consigo del todo, por supuesto. Sobre todo al ver que no conocía
de nada, repito, de nada, a esta señora tan importante y reconocida ahora en España.
Aunque esto tiene solución. Pero algo que me molesta sobremanera, y no creo que
sea al único, es que esta gente que sí dice conocerla, nos trate de incultos,
ignorantes, y seguidores incondicionales de los programas
deportivos y de corazón de la tele al no conocer su obra científica y literaria.
Veamos como
nos podemos defender de sus calificativos y adscripciones. En cuanto se conoce un poco, o se indaga, en el perfil personal de quien
dice estas cosas tan poco agradables de la población, se comprueba que tiene, o
suele tener, en mi opinión, un “tipo de vida” un tanto relajado o dispensado en
cuanto a obligaciones sociales tradicionales. En el caso concreto del autor de
las frases iniciales se trata de alguien soltero (aunque esto no es ningún
hándicap inicial, desde luego), sacerdote jesuita (para muchos ya está todo
dicho), sin preocupaciones familiares:
sin un matrimonio e hijos por los que preocuparse; sin los trabajos
colaterales propios de tener una familia, que no son pocos, como ir a la
compra, hacer la limpieza, cocinar, lavar la ropa, tender, planchar, y, además,
trabajar para poder pagarse lo que cuesta todo lo anterior.
Esta gente, no diré que vegeta, en el sentido
estricto del término, pero lo tiene casi todo hecho a pesar de lo que ellos piensan de sí mismos y su trayectoria laboral: viven en comunidades con
un “proyecto de vida”; tienen servicio (femenino, casi siempre); son célibes;
sin hijos (dicen), y tienen tiempo de sobra para pensar “en los demás” (también
dicen), por lo que, además de leer desenfrenadamente todo lo que pillan,
incluso de filosofía, escriben artículos sin parar; dan sus clases; adiestran
ideológicamente a los demás, si son niños y jóvenes mejor; hacen apostolado,
sobre todo los domingos, y se permiten el lujo de inculcar ideas, ahora desde
facebook, donde son o muestran ser muy solidarios con las causas sociales más
punteras del momento, como ir en contra de la homofobia (encomiable), del
diseño inteligente, o manifestar la esencia de la solidaridad con los pobres,
pero jamás les oyes o lees una palabra de protesta en contra de su, al parecer,
aceptada jerarquía católica que dirige ortodoxamente sus vidas. Parece que
jueguen a “poli bueno-poli malo” con sus jefes ensotanados para dar una imagen
al pueblo de confrontación de ideas interna, dentro de una pensada estrategia
del “aparato”. Los demás, los que no tenemos
ni tiempo para rascarnos una oreja, con trabajo, familia, y alguna que
otra relación social, tenemos que aguantar de ellos que se nos diga que somos
parte de una sociedad que se fija en cosas banales, sin importancia, llenas de
estupidez, y no realmente en lo que importa de verdad en la vida, que es, por ejemplo, lo que
escribe esa señora tan famosa a partir de ahora y que ellos ya conocían, pues
están al tanto de todo lo sesudo y “fetén” en la culta y selecta estirpe a la
que pertenecen los de su club.
No voy a
explicarles nada de la vida, ni de la mía ni de la de muchos, a estos lumbreras. Solo diré
que me siento muy orgulloso de haber criado y educado, con mucho esfuerzo y
dedicación, a dos maravillosos hijos. De haber atendido mi matrimonio como creo
que es debido. De tener una vida profesional y cultural adecuada a mi criterio
y formación académica, y de acordarme, además, de vivir, intentando aplicar
criterios de sentido común, honradez y honestidad a cada paso que doy. Con mi
familia, con mis amigos y con mi entorno, 24 horas al día. Aunque no conozca a
la nueva Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012 y su obra, no me
considero un ignorante social. Quien la conozca o diga conocerla bien, o tiene
una vida sumamente vacía en contenidos de otro tipo, o, como diría mi amigo
arqueólogo de Atapuerca, Eudald Carbonell, “tú fardas mucho, ¡eh!”. Sabrán mucho de filosofías, pero lo tengo
claro: a esta gente les “falta un hervor”.
Artículo de referencia:
Martha
Nussbaum,
premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2012)
En la calurosa tarde del miércoles 16 de mayo saltaba la noticia: la profesora Martha Craven Nussbaum había sido elegida Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Posiblemente, muchos de los lectores de este periódico no habían oído nunca hablar de ella. Y esto es comprensible en el marco de una sociedad como la nuestra que lo que se valora son los personajes de oropel ligados a la prensa del corazón, al deporte profesional o a la corrupción económica. Es comprensible pero ello no justifica la ignorancia social de las personas que destacan en el mundo de las ciencias naturales o sociales y que destacan por crear pensamiento en una sociedad que parece que le incomoda pensar.
La doctora Martha Craven Nussbaum nació en la ciudad de Nueva York el 6 de mayo de 1947. Ha cumplido 65 años hace una semana. Su profesión es la de filósofa. Y dentro del vasto campo de la reflexión sobre el ser humano sus intereses se han centrado en la filosofía antigua, la filosofía política, la filosofía del derecho y la ética, las religiones y la autonomía de la mujer. Hija de George Craven, un abogado de Filadelfia, y de Betty Warren, ama de casa. Estudió teatro y lenguas clásicas en la Universidad de Nueva York dedicándose posteriormente a la reflexión filosófica. Contrajo matrimonio con Alan Nussbaum, del que se divorció en 1987.
Enseñó filosofía y letras clásicas en la Universidad de Harvard en los años setenta y a principios de los ochenta, antes de trasladarse a la Universidad de Brown. Uno de sus libros más influyentes, La fragilidad del bien: fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega (The Fragility of Goodness), publicado en 1986, convirtió a Martha Nussbaum en una figura reconocida en el ámbito de las ciencias sociales. Posteriormente, la valía de su trabajo la hizo merecedora de títulos honoríficos en más de 25 instituciones.
Durante la década de los ochenta, Nussbaum comenzó un trabajo en colaboración con el economista indio Amarthya Sen (Premio Nobel de Economía en 1998) en temas relacionados con el desarrollo humano y la ética. En conjunto con Sen, promovió el concepto de "capacidades" (algo así como "derechos o libertades sustanciales" a todo ser humano). “Capacidades” tales como la posibilidad de vivir una larga vida, la de llevar a cabo transacciones económicas, o la participación en actividades políticas.
Estas “capacidades” son partes constitutivas del desarrollo, y por ello, la pobreza se entiende como una privación (o un despojo) de dichas "capacidades". Esto contrasta sobremanera con los acercamientos teóricos que se habían hecho sobre la filosofía del desarrollo humano y social hasta ese momento.
Desconocemos hasta el momento el contenido del texto por el que el jurado de los Premios Príncipe de Asturias la considera merecedora de este galardón. Pero sí deseo destacar aquí dos aspectos relevantes: su defensa de los derechos de la mujer y las reflexiones sobre la religión. En uno de sus últimos libros (no traducido al castellano) y publicado en 2000: “Mujer y desarrollo humano: aproximación a las capacidades” (Universidad de Cambridge), aborda la reflexión intercultural de la mujer en el Tercer Mundo dentro del contexto del Islam. Como estudiosa de la religión orientada antropológicamente hace esfuerzos para integrar las nociones universales de justicia en las vidas concretas de las mujeres pobres. La pregunta que late en el fondo de este trabajo es esta: la religión, ¿es una buena o una mala noticia para las mujeres, y en especial para las de los países pobres de religiones no cristianas? En una entrevista publicada en 2007 afirma tajantemente que el Islam es perfectamente compatible con los derechos de las mujeres. Tal vez sus reflexiones rompen muchos de los mitos que desde occidente se han construido para justificar demasiadas cosas.
Uno aprende en el curso del libro de la forma en que la profunda experiencia de la India de la autora, tanto etnográfica como fenomenológicamente, ha influido en su pensamiento. Si bien hay muchos aspectos de este libro que son rompedores, tal vez sus reflexiones sobre las tensiones entre la religión y la autodeterminación cultural y la desigualdad de género pueden resultar clarificadoras.
En los próximos meses, Martha Nussbaum se hará visible en los medios de comunicación. Pero posiblemente la marea mediática la dejará aparcada en la orilla de nuestra sociedad de consumo.
premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2012)
En la calurosa tarde del miércoles 16 de mayo saltaba la noticia: la profesora Martha Craven Nussbaum había sido elegida Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Posiblemente, muchos de los lectores de este periódico no habían oído nunca hablar de ella. Y esto es comprensible en el marco de una sociedad como la nuestra que lo que se valora son los personajes de oropel ligados a la prensa del corazón, al deporte profesional o a la corrupción económica. Es comprensible pero ello no justifica la ignorancia social de las personas que destacan en el mundo de las ciencias naturales o sociales y que destacan por crear pensamiento en una sociedad que parece que le incomoda pensar.
La doctora Martha Craven Nussbaum nació en la ciudad de Nueva York el 6 de mayo de 1947. Ha cumplido 65 años hace una semana. Su profesión es la de filósofa. Y dentro del vasto campo de la reflexión sobre el ser humano sus intereses se han centrado en la filosofía antigua, la filosofía política, la filosofía del derecho y la ética, las religiones y la autonomía de la mujer. Hija de George Craven, un abogado de Filadelfia, y de Betty Warren, ama de casa. Estudió teatro y lenguas clásicas en la Universidad de Nueva York dedicándose posteriormente a la reflexión filosófica. Contrajo matrimonio con Alan Nussbaum, del que se divorció en 1987.
Enseñó filosofía y letras clásicas en la Universidad de Harvard en los años setenta y a principios de los ochenta, antes de trasladarse a la Universidad de Brown. Uno de sus libros más influyentes, La fragilidad del bien: fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega (The Fragility of Goodness), publicado en 1986, convirtió a Martha Nussbaum en una figura reconocida en el ámbito de las ciencias sociales. Posteriormente, la valía de su trabajo la hizo merecedora de títulos honoríficos en más de 25 instituciones.
Durante la década de los ochenta, Nussbaum comenzó un trabajo en colaboración con el economista indio Amarthya Sen (Premio Nobel de Economía en 1998) en temas relacionados con el desarrollo humano y la ética. En conjunto con Sen, promovió el concepto de "capacidades" (algo así como "derechos o libertades sustanciales" a todo ser humano). “Capacidades” tales como la posibilidad de vivir una larga vida, la de llevar a cabo transacciones económicas, o la participación en actividades políticas.
Estas “capacidades” son partes constitutivas del desarrollo, y por ello, la pobreza se entiende como una privación (o un despojo) de dichas "capacidades". Esto contrasta sobremanera con los acercamientos teóricos que se habían hecho sobre la filosofía del desarrollo humano y social hasta ese momento.
Desconocemos hasta el momento el contenido del texto por el que el jurado de los Premios Príncipe de Asturias la considera merecedora de este galardón. Pero sí deseo destacar aquí dos aspectos relevantes: su defensa de los derechos de la mujer y las reflexiones sobre la religión. En uno de sus últimos libros (no traducido al castellano) y publicado en 2000: “Mujer y desarrollo humano: aproximación a las capacidades” (Universidad de Cambridge), aborda la reflexión intercultural de la mujer en el Tercer Mundo dentro del contexto del Islam. Como estudiosa de la religión orientada antropológicamente hace esfuerzos para integrar las nociones universales de justicia en las vidas concretas de las mujeres pobres. La pregunta que late en el fondo de este trabajo es esta: la religión, ¿es una buena o una mala noticia para las mujeres, y en especial para las de los países pobres de religiones no cristianas? En una entrevista publicada en 2007 afirma tajantemente que el Islam es perfectamente compatible con los derechos de las mujeres. Tal vez sus reflexiones rompen muchos de los mitos que desde occidente se han construido para justificar demasiadas cosas.
Uno aprende en el curso del libro de la forma en que la profunda experiencia de la India de la autora, tanto etnográfica como fenomenológicamente, ha influido en su pensamiento. Si bien hay muchos aspectos de este libro que son rompedores, tal vez sus reflexiones sobre las tensiones entre la religión y la autodeterminación cultural y la desigualdad de género pueden resultar clarificadoras.
En los próximos meses, Martha Nussbaum se hará visible en los medios de comunicación. Pero posiblemente la marea mediática la dejará aparcada en la orilla de nuestra sociedad de consumo.
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