¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

viernes, 24 de junio de 2016

La Geología invisible en Educación Secundaria.



     Desde que se eliminó la Geología de las pruebas de acceso a la universidad y quedó relegada a ser  una optativa más a ofrecer al alumnado de 2º de bachillerato se han realizado muchas acciones reivindicativas en defensa de esa materia. La última, muy intensa, y en colaboración con el departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza, se produjo en tiempos de la implantación de la LOGSE y su aplicación en Aragón. En el diseño curricular que se pretendía para la comunidad aragonesa no se contemplaba que hubiera Geología en los planes de estudio del bachillerato. Hubo que entrevistarse con varios responsables políticos de entonces y entablar una intensa batalla mediática para que, al final y casi haciendo un favor a la comunidad educativa, se “concediera” la inclusión de  la Geología a nivel de “optativa” en bachiller.
     Curiosamente, en la nueva ley de educación, la LOMCE de ahora, la Geología aparece como materia troncal con igualdad de trato que la Química, la Física, o la Biología. En eso los docentes de la Geología preuniversitaria estuvimos muy contentos, aunque la alegría duró poco al comprobar que otra de las asignaturas importantes del departamento de Ciencias Naturales de un instituto, y muy importante en la formación  ecológica de los jóvenes, como es Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente (CTMA),  se relegaba en la aplicación de la LOMCE en Aragón a  impartirse con un 25% menos de carga lectiva, lo que se traduce en una reducción de 4 a 3 horas  de clase a la semana.
 

 

     Pero estos datos académicos o de gestión y/o aplicación de las leyes educativas, aunque muy negativos para  la docencia de las materias tradicionales de Ciencias Naturales, son los habituales respecto a la consideración que desde la administración, estatal o autonómica, se tiene de estas ramas de la ciencia menos conocidas por la sociedad. Las decisiones que se adoptan desde estos ámbitos, lejos de estar basadas en objetivos encaminados a la  formación del alumnado, suelen ser tomadas desde intereses puramente económicos o desde la ignorancia más supina de los responsables en gestionar la distribución de materias y asignaturas en un bachillerato científico. Seguro que no se plantean la disminución horaria o considerar como optativa a asignaturas tan “importantes” como  Matemáticas o Física, Lengua Castellana o Geografía e Historia. No. Esas no se tocan. Se modifican horarios  o se mutilan asignaturas de Ciencias Naturales, las cuales están consideradas por muchos indocumentados como una comparsa de las verdaderas gigantes de la enseñanza.
     Aunque lo  duro de aceptar del incesante ninguneo que se realiza desde hace tiempo con la Geología, por grotesco, se da cuando el desprecio se produce por parte del  gestor de un centro educativo cualquiera. De un “compañero”. No es difícil comprobar la absurda e incorrecta terminología que a veces se usa para determinar a las asignaturas de Ciencias Naturales. Basta con revisar, por ejemplo,  los carteles de aviso a alumnos y familias de un calendario de exámenes de septiembre cualquiera, siempre  expuestos en lugares públicos de los centros educativos, para ver que se les convoca alegremente para un examen de “naturales”, donde debería poner de “Biología y Geología” de 1º de la ESO; o que el de “Biología y Geología” de 1º de bachillerato aparece como “Biología I”, el cual precede al de Biología de 2º de bachiller, que figura como “Biología II”. Como se ve, y para no variar, la Geología deja de existir  y  además se modifica sustancialmente la denominación oficial de las asignaturas del departamento de Ciencias Naturales.  Se desconoce con seguridad el motivo de estas transformaciones lingüísticas tan desconsideradas y que trivializan importantes materias científicas, aunque bien puede relacionarse con una  ignorancia personal respecto a qué es y para qué sirve la Geología,  lo que puede llevar a algunos a ejercer  una incomprensible animadversión hacia esta materia. Sea lo que sea,  está claro que resulta muy poco profesional.
     ¿Qué se pretende con esto?  Es difícil contestarse, pero no debemos consentirlo. Son muchos años ya en los que el colectivo de geólogos de esta comunidad hace lo que está en su mano para demostrar la imperiosa necesidad de educar en Geología, se curse o no esa carrera universitaria, así como ubicar a esta ciencia en el lugar que le corresponde en la mentalidad de esta sociedad. Debemos seguir  situando y reivindicando a  la Geología en todos los ámbitos y niveles.
 

sábado, 11 de junio de 2016

La dificultad de diseñar exámenes de selectividad con "nivel".



     Es difícil que pase un año sin que haya algún tipo de problema con los exámenes de Selectividad. Parece casi imposible que los señores coordinadores cumplan en su totalidad con lo acordado en las reuniones realizadas con los profesores de secundaria para acotar y decidir sobre qué temas y apartados se pueden poner preguntas en los exámenes de esas pruebas.
     Y casi siempre sucede con las mismas asignaturas. Este año ha tocado con Biología y, en especial, con Química. Hace varios años fue en Matemáticas el desatino, lo que le costó la coordinación al profesor correspondiente, el cual, con muy poca delicadeza se defendió atribuyendo a lo poco que se daba de esa materia en los institutos como causa del desconocimiento de los alumnos. Y no es de extrañar. Algunos de ellos son así de divinos y de “preparados”.  Como digo, este año es la Química la que se ha llevado el premio gordo. Al parecer, el coordinador es nuevo (¡claro!)  y no se ha ajustado a la profundidad debida en las preguntas, ya decidida en las reuniones previas. “Tampoco es tan grave”. “Eso le puede pasar a cualquiera”. “Es normal, si el hombre es nuevo en estos menesteres…”  Estos y otros comentarios parecidos seguro que hacen los muy comprensivos. Y seguramente esos tan comprensivos no tendrán hijos examinándose en selectividad este año, casi seguro.



     Resulta muy cansado hacer una reflexión en relación a este tema. Sobre todo cuando se tiene que explicar lo obvio a personas teóricamente formadas y preparadas, y con un cargo de responsabilidad. Pero hay que hacerla. En especial cuando se participa activamente cada año en los tribunales de selectividad y se está acostumbrado a oír comentarios de muchos profesores universitarios que también participan, hechos con prepotencia, desdén, con altivez, y casi en plan perdonavidas en relación con el nivel  que llevan los alumnos cuando entran en la universidad. En algunos casos incluso se mofan de la simplicidad de muchas pruebas que ellos mismos han preparado para el evento con el fin de que “puedan entrar” a la universidad. Por suerte, no todos los responsables en algo referente a la Selectividad hacen cosas así. En Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente (CTMA) desde hace años disfrutamos de la eficaz y comprensiva coordinación de la profesora de geológicas Ana Rosa Soria de Miguel que realiza profesionalmente su labor diseñando unos exámenes de Ciencias de la Tierra perfectamente ajustados a temario y a los acuerdos con el profesorado. Su preocupación por que el examen sea del agrado general de todos los docentes y que se ajuste a lo impartido en las aulas es digna de todo elogio y reconocimiento.
     Pero como casi todos los años, suelo disfrutar un poco enfrentándome dialécticamente  a esos profesores que señalaba antes en las largas esperas a que los alumnos terminen su examen. En esta ocasión solo he podido vivir dos. Una relacionada con un profesor miembro del tribunal que al ver el contenido del examen de matemáticas expresó su descontento (una vez más) con el bajísimo nivel en esa materia con el que llegan ahora, y desde hace tiempo, los alumnos a la facultad. Ante estos comentarios se puede reaccionar de muchas formas. Tengo la costumbre de dar unos capotazos despistantes al principio para entrar con más contundencia después, así que le hice ver que comprendía su desazón ante semejante situación que debe vivir cada año en su facultad, haciéndole recordar  después el “nivelazo” de matemáticas con el que él entró a la universidad hace 30 años. A continuación hicimos juntos un recuento de las asignaturas que “antes” recibíamos en nuestra formación preuniversitaria, reconociendo las muchas carencias que se tenían entonces. Reconocimos que nos faltaba aprender algo de manejo informático (no existían entonces los ordenadores), de tecnología, o de un par de idiomas, por ejemplo, como sí se hace ahora. A continuación hago una invitación  a hacer ambos el examen actual de selectividad de todas las asignaturas, preguntando si creen que los aprobarían, aunque ayudándoles moralmente un poco diciendo que yo tampoco lo haría a pesar de estar impartiendo clases en esos niveles académicos. Como la respuesta suele ser que ahora no se acuerdan de “esas cosas” tan variadas (Lengua, Historia, Filosofía, Inglés y/u otro idioma, Biología, Química, Matemáticas, Física, CTMA,…) y tengo comprobado que, poco a poco, reconducen su postura altiva e intolerante con los niveles actuales viendo que a los 18 años una persona de ahora sabe muchísimo más que las de “antes”, terminamos acordando  que los conceptos de nivel académico y de formación personal deben ser  renovados de inmediato.
      Otra anécdota (y que tiene su gracia), se produjo cuando al vigilar el examen de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente (CTMA) un profesor de inglés, acompañante mío en las vigilancias, y que un poco antes había estado comentando con un compañero de matemáticas de visita al tribunal  la simpleza de los exámenes, me preguntó si eso de las Ciencias de la Tierra era “lo que antes llamábamos Geografía”… ¡Tuve que desconectar el piloto automático y aterrizar a mano!