¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

viernes, 28 de junio de 2013

Algo se muere en el alma cuando un amigo se va...

     


      Se ha jubilado hoy. Es el compañero que todo el mundo querría tener y  que, egoístamente, no deberían jubilarse nunca. Se trata de José Ramón Morejón, profesor de Educación Física del IES Ramón y Cajal de Zaragoza. Siempre he pensado que la asignatura de Educación Física, por todos conocida cariñosamente como “gimnasia”, era una “maría”. En nuestros tiempos de los años 60, de los 70,80,… y ahora también. Y sin embargo, he tenido la suerte en mi carrera profesional de toparme con alguien que es diferente y distinto a los tópicos profesorales. Además de coincidir con él en casi todo, académicamente, es de una calidad humana que trasciende todas las plantillas o moldes que se tienen respecto a los profesores.

     Cuando se sufren los estereotipos o los roles que, en general, el profesorado de instituto representa hoy en día para la sociedad, hay que destacar para bien a este tipo de personas. Lejos de ser el académico y repetitivo instructor en ejercicios físicos, y lejos también de creer que su asignatura es de “las importantes” en el currículo académico, su humanidad  y saber hacer con el alumnado y sus compañeros profesores le han hecho acreditarse con la mejor de las recompensas docentes, de esas con las que nadie que no sea así puede imaginar: el aprecio y cariño del alumnado, en primer lugar, y en segundo, de sus compañeros.


     No quiero despedirme José Ramón. Tus enseñanzas humanas no se jubilan nunca.


miércoles, 26 de junio de 2013

Insolidarios viajes de estudios.

     

     
     Por la módica cantidad de 350 euros (“más lo que te quieras llevar…”, según algún alumno) puedes ir a un breve viaje organizado por el instituto a Londres. Ha sido hace unos días el que mi centro  ha organizado y realizado para los alumnos de bachillerato. Se lleva haciendo tradicionalmente desde hace años, solapándose durante algunos cursos con actividades de 4º de ESO, como un “sencillo” viaje de estudios consistente en un crucero por el mediterráneo, que ya no se hace, o la famosa e invernal “semana de la nieve”, para todos los niveles educativos,  sean obligatorios o no.

     Cuando se organizaba el crucero, con mi opinión en contra,  algunos profesores,  ahora muy reivindicativos ante las medidas restrictivas de la nueva ley,  aplaudían hasta con las orejas. Y la verdad es que, a pesar de eso, quiero pensar que la organización de estas actividades extraescolares no se hace con maldad alguna, pues lo que se pretende en este caso de Londres es el  llevarse a unos adolescentes a completar su formación en inglés.  Pero, creo, que sin darse cuenta de la incoherencia que eso conlleva. ¿Cómo es posible que se esté protestando por la ley Wert en general, y en especial  ahora por el asunto de la disminución y nota de corte para las becas, y no se vea que se aplica el mismo rasero internamente? A ese viaje que he citado al comienzo solo han podido asistir 16 alumnos. El resto no ha podido costeárselo y no ha habido, obviamente, ninguna ayuda ni “beca” oficial del centro para los necesitados. Aplicando la jerga que por desgracia  oímos habitualmente a nuestras autoridades académicas podríamos decir que “si no pueden pagárselo,  que no vayan”. Vamos…, igual que Wert con las becas.


     Si se nos llena la boca diciendo que la enseñanza pública debe seguir siendo el crisol o vehículo que conduzca a la eliminación de las desigualdades sociales, tal y como se ha intentado en las últimas décadas y de lo cual estoy convencido, no podemos caer en la incoherencia, cuando no cinismo, de aplicar medidas discriminatorias y ofensivas, en este caso de tipo económico, entre los alumnos. Y esto se produce claramente cuando se ofrecen actividades que no todos pueden realizar. El diseño y programación de las mismas debe contemplar la universalidad de la población estudiantil, pues de lo contrario nos ponemos a la altura de los que nos quieren imponer la nueva norma educativa (LOMCE) que se nos viene encima. Y si esa población carece, por muchas razones, de medios económicos para poderlas hacer, al menos, que no se les humille con la selección económica de una actividad docente así. No se lo merecen.


sábado, 15 de junio de 2013

Copiar en los exámenes: vergüenza docente.


   Todos los años para estas fechas se repite la misma historia. Ha habido que reforzar las medidas de seguridad en los exámenes de selectividad de toda España para asegurarse que los alumnos no copien. En los últimos tiempos se han hecho famosos los botes y bolígrafos de "Tipp-Ex" con laterales transformables en largos textos extensibles, o las calculadoras y relojes con información  dentro, sobre todo de asignaturas como Historia o Filosofía. Esto no es nada nuevo. Siempre se ha intentado copiar en los exámenes y todavía se siguen haciendo experimentos de copia, cada vez más sofisticados. En nuestros tiempos se llevaba mucho lo de "grabar" en los laterales de plástico de los bolígrafos "bic" algo que no se  metía en la cabeza.




      Hace unos días pude ver en la sala de profesores de mi centro uno de esos “inventos” para copiar. Lo había "pillado" el profesor  en uno de sus exámenes. Cuando vi el invento del alumno me dio pena por él, pues suspendía el examen,  aunque lo que  verdaderamente me dio fue vergüenza. Sí, mucha vergüenza. Y no porque todavía hoy se mantenga esa tradición de falsear (eso es lo que es) el resultado de un examen trampeando y engañando, sino porque exista, en especial en las asignaturas llamadas de "letras", esa posibilidad. Me explico.  Los exámenes deben ser la comprobación de que el alumno ha asimilado una materia, estando dentro de esa asimilación muchos factores que no pueden confluir solo en el memorístico. Si un docente se empeña en querer que sus alumnos memoricen lo que viene en  apuntes o en un libro de texto (tendrían que ver algunos…) para después soltarlo por escrito en un examen se puede dar, como se da, esta situación vergonzosa.


     A mi juicio, creo que los verdaderos culpables de que esto se produzca son determinados profesores. Y quiero aquí excluir de esos "determinados" a la mayoría de los profesores de las asignaturas científicas y tecnológicas, que por la propia naturaleza de su materia hace que sea casi imposible el ejercicio de la copia masiva en los exámenes. Si alguien diseña un examen que puede ser copiado íntegramente por el alumno, demuestra ser  poco exigente consigo mismo en su perfil profesional y un tanto mediocre, ya que si entiende la docencia, por muchos años de experiencia que tenga como en algunos casos que conozco, como un vehículo conducente a desarrollar  únicamente la memoria  en vez del razonamiento, o la relación de ideas y conceptos, o incluso el discernir elementos o hechos coincidentes o contrapuestos de una materia, se convierte en un simple conductor o marcador de hasta qué página del texto llega la materia para un examen. Eso no es ser un profesor. Pero claro, de los centros de secundaria salen así de preparados para poder afrontar el examen que les hacen los profesores de la Universidad,  basados en el mismo criterio: memoria y más memoria.


     Por eso creo que cuando aparece en prensa  información referente a las artimañas de copia de los alumnos siento un gran rubor profesional. Primero porque sé que muchos  consideran el hecho casi divertido, cuando no lo es en absoluto; y segundo sé también que otros pueden usar este fenómeno para atacar aún más,  generalizando, al colectivo docente, al considerar que si hay alumnos que intentan copiar en un examen es porque el aprobar es tan sencillo que se consigue simplemente con memorizar un texto y soltarlo en un papel… o hacerse una buena chuleta. Y lo triste es que en muchos caso es verdad. Eso no es calidad de enseñanza, aunque, por suerte, no todo el profesorado ejerce una docencia así. Si la enseñanza es comprensiva y deductiva no hará falta hacer  exámenes exclusivamente  basados en la memoria.




domingo, 2 de junio de 2013

Enseñanza: escrache a la religión.


     La religión católica se consolida en la educación. Cuando entre en vigor la nueva ley educativa (LOMCE) la nota de la asignatura de religión contará en la media de bachillerato. Y me temo que en los debates parlamentarios no va a haber marcha atrás. Ese “no adoctrinamiento” que dicen que supone esta norma se basa en que la asignatura en cuestión no es de obligatoria elección (¡faltaría más!) por lo que, en principio, do debe afectar a los que no la elijan. Sin embargo, cuente o no,  la religión ha estado muy mimada en los tiempos democráticos por todos los gobiernos de España. Esos pactos, a modo de concordato, con la Iglesia desde hace más de 30 años, y al parecer inamovibles, son el poso sobre el que se cimenta la situación actual y de la que ahora nos quejamos de repente. Durante todos estos años parece que  el “adoctrinamiento” nos daba igual, no nos dábamos cuenta, o pensábamos que no nos afectaba… Así somos.


    Solo algunos indignados con el asunto, hace años, muy iluminados y aconfesionales ellos, quisieron equilibrar la balanza de la oferta educativa religiosa con la sorprendente idea de introducir  en los centros educativos las enseñanzas de otras religiones, como el islamismo, por ejemplo. En algunos lugares se consiguió que los alumnos musulmanes tuvieran cubierto ese “derecho” de formación religiosa. Y a eso le llamaron algunos progres “libre ejercicio del derecho a la enseñanza religiosa”. Sin palabras. Ahora, también muy indignados por la nueva ley de educación, muchos reaccionan también contra la religión, formando parte, aunque no importante a mi juicio,  de un paquete de reivindicaciones . Y no me parece mal, pues aunque tarde, ha llegado. De todas formas  veremos lo que dura  pues supongo que en cuanto se reordene la situación laboral de los interinos, sobre todo, seguro que el tema religioso pasa de nuevo a ser invisible.


  Se han realizado protestas y manifestaciones, incluso concentraciones sonoras, delante de las viviendas de los políticos responsables, los nuevos “escraches”, en las que se ha dicho de todo a los  técnicos educativos que han impulsado  esta reforma. Se ha considerado que hay, y va a haber, un retroceso general en educación: en su calidad, en libertad docente, aumento de ratios, en condiciones laborales de los educadores, en medios técnicos, con incremento de prebendas a la enseñanza privada. Pero no se ha visto contundencia en la exigencia de eliminar de los centros educativos, de una vez por todas, de la religión, sea cual sea. Esto no se ve, o no queda claro. Y yo me pregunto, ¿por qué no se hacen escraches delante de los arzobispados para protestar de su arrogante influencia en el sistema educativo español? ¿Tanto miedo se les tiene? ¿Por qué nadie argumenta ahora un “diálogo” con ellos? No lo sé con seguridad, pero tengo varias certezas basadas solo en mi experiencia docente.


     Docentes y religiosos son dos colectivos muy poliédricos y que en muchas ocasiones presentan una imagen en exceso solapada. Por un lado, durante mis muchos años de docencia en la enseñanza pública he estado rodeado de muchos compañeros con una gran inquietud renovadora de la enseñanza. Siempre me han parecido atentos y beligerantes  ante cualquier atisbo de imposición administrativa y siempre dando una imagen de querer una educación progresista y de calidad, lejos de ideologías y doctrinas. La sorpresa me la llevaba con algunos cuando descubría, pues siempre lo ocultaban, que sus hijos estaban escolarizados en la enseñanza privada, casi siempre religiosa. Ahora ya no me sorprende nada este asunto, será cosa de la edad tal vez, ni tampoco que haya gente que ocupe cargos directivos de los centros, los hay a patadas, que siendo muy reivindicativos ellos y opuestos (dicen) a la religión en los centros educativos,  y lejos de oponerse a las medidas restrictivas que en educación se vienen imponiendo desde la administración, no han sido capaces  siquiera de presentar testimonialmente su dimisión ante la avalancha de estas medidas, aunque eso sí, vistiendo “religiosamente” su camiseta verde un día a la semana. Suelen estar bien comprados con reducción de horas lectivas semanales y otras prebendas económicas, por lo que se les nublan las ideas y principios. Patético. Por todo ello no soy optimista en cuanto a liberar al sistema educativo de la religión. Muchos educadores están infestados del virus religioso, aun sin saberlo, y eso se transmite. Y estamos, y me parece que por mucho tiempo, en la cresta de la ola.

     ¡El próximo escrache delante del arzobispado!